Introducción
Las relaciones entre España y Portugal atraviesan uno de los momentos más sólidos y estratégicos de las últimas décadas. Más allá de su cercanía histórica, ambos gobiernos han intensificado en los últimos meses su coordinación diplomática y su agenda común en Bruselas, especialmente en torno a tres ámbitos: la energía, las interconexiones con Francia y el centro de Europa, y la posición del bloque ibérico en la futura configuración política de la UE. Tras los grandes apagones que afectaron a la península y el debate sobre la seguridad energética en Europa, Madrid y Lisboa han encontrado una oportunidad para reforzar su voz conjunta y reclamar inversiones que desbloqueen un aislamiento energético que arrastran desde hace décadas. Este análisis examina el nuevo impulso de la relación ibérica, sus implicaciones para la política exterior española y el impacto que tendrá en la arquitectura europea que emerge tras el cambio institucional en Bruselas.
- De la vecindad a la alianza: un vínculo que ha ganado peso estratégico
Durante décadas, la relación entre España y Portugal se describía como cordial y estable, pero con un alcance limitado. En los últimos años, sin embargo, se ha producido un salto cualitativo que ha transformado la sintonía política en una verdadera alianza estratégica. Ambos países comparten prioridades energéticas, un enfoque similar sobre la transición ecológica, una visión pragmática del crecimiento económico y una posición común respecto a la necesidad de reformar las reglas de gobernanza económica europeas.
Este alineamiento se ha reforzado con la llegada de nuevas agendas globales: la transformación digital, la necesidad de diversificar proveedores energéticos y tecnológicos, y el giro hacia políticas industriales más activas en Europa. Frente a estos retos, España y Portugal han comprendido que su capacidad de influencia en Bruselas crece de forma exponencial cuando actúan coordinadamente. Esta lógica explica el nivel de entendimiento en las últimas cumbres ibéricas, donde la cooperación ha pasado de la retórica a compromisos concretos en infraestructuras, energía y proyección internacional. - Energía y transición ecológica: una agenda conjunta para romper el aislamiento ibérico
Uno de los pilares más relevantes de la nueva relación bilateral es la energía. Tanto España como Portugal llevan años denunciando su condición de “isla energética de facto”: pese a sus avanzadas capacidades renovables, sus conexiones eléctricas con Francia son insuficientes, lo que limita su integración plena en el mercado europeo.
Los apagones del último año y la presión de las tensiones internacionales han reactivado la exigencia conjunta de acelerar las interconexiones eléctricas y gasistas. España y Portugal reclaman que Bruselas reconozca el valor estratégico de la península como proveedor de energías renovables y como puerta de entrada para nuevas rutas de hidrógeno verde. Ambos países han coordinado posiciones para exigir financiación comunitaria que garantice nuevas infraestructuras con Francia, así como corredores verdes que permitan transportar hidrógeno hacia Europa central.
En paralelo, Madrid y Lisboa están desarrollando una agenda compartida en energías renovables, almacenamiento, transición justa e integración de sistemas. Portugal aporta experiencia en eólica marina y almacenamiento bombeado; España, escala industrial y capacidades tecnológicas. El resultado es una complementariedad que fortalece a ambos países en las negociaciones sobre la reforma del mercado eléctrico europeo y la regulación de combustibles verdes. - Infraestructuras y conexiones europeas: un proyecto compartido de integración peninsular
La agenda ibérica también se ha ampliado a la logística, el transporte y las infraestructuras estratégicas. Los dos países han defendido conjuntamente la necesidad de reforzar los corredores atlánticos y mediterráneos, que conectan los puertos ibéricos con el interior del continente. Estos corredores no solo son vitales para el comercio: también son elementos clave en la reconfiguración geoeconómica europea tras las disrupciones en las cadenas de suministro globales.
España y Portugal consideran que la UE debe priorizar los proyectos transfronterizos que conecten mejor a la península con Francia y el Benelux, tanto porque reducen vulnerabilidades logísticas como porque promueven la competitividad industrial de ambos países. Las inversiones en ferrocarril de mercancías, terminales portuarias, redes logísticas y movilidad sostenible forman parte de un plan compartido que posiciona al eje ibérico como nodo estratégico del Atlántico sur europeo.
A nivel interno, los dos gobiernos han multiplicado las cumbres bilaterales y los proyectos conjuntos, y trabajan en la simplificación de normativas transfronterizas, especialmente en zonas fronterizas que aspiran a convertirse en polos de innovación y desarrollo económico. - Un eje diplomático con proyección europea: coordinaciones en Bruselas y afinidades políticas
El fortalecimiento de la relación bilateral se ha traducido también en mayor coordinación diplomática en Bruselas. España y Portugal comparten una visión europeísta que prioriza la cohesión, la transición verde y digital, la defensa de la democracia y la necesidad de reforzar la capacidad estratégica de la UE. Esa sintonía se ha hecho evidente en debates clave: desde la reforma de las reglas fiscales hasta los mecanismos de respuesta a crisis o la política migratoria.
En un momento en que la UE experimenta un reequilibrio interno tras el auge de partidos euroescépticos en varios países y tras la redistribución de poder entre el norte y el sur, el eje ibérico funciona como un bloque cohesionado capaz de influir en las mayorías. Lisboa y Madrid han logrado, por ejemplo, actuar de forma conjunta en debates sobre energía, industria y seguridad económica, contrapesando posiciones más restrictivas dentro del Consejo.
Además, ambos países comparten intereses en las relaciones exteriores de la UE: defensa del vínculo transatlántico, apoyo a la estabilidad del Sahel, promoción de relaciones equilibradas con América Latina y un enfoque pragmático hacia el Mediterráneo occidental. - Una relación con impacto global: América Latina, África y la proyección atlántica
Más allá de Europa, España y Portugal han identificado espacios adicionales para coordinar su política exterior. América Latina es una prioridad para ambos: España como actor histórico con fuertes vínculos políticos, culturales y económicos; Portugal como puente hacia Brasil y la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa. Esta convergencia refuerza la posición ibérica en las políticas exteriores de la UE hacia la región.
En África occidental, ambos países tienen intereses estratégicos: España por su vecindad con el Magreb y el Sahel, y Portugal por su relación privilegiada con países lusófonos como Cabo Verde, Angola o Guinea-Bisáu. La cooperación en materia de seguridad, migraciones, desarrollo y diplomacia económica encuentra aquí un terreno fértil.
Finalmente, la dimensión atlántica añade un valor añadido a la alianza ibérica. La península se está consolidando como un “hub atlántico” para energía verde, rutas marítimas, cables submarinos y logística. La visión compartida de Madrid y Lisboa puede convertir a la región en un actor clave en la nueva geopolítica del Atlántico medio.
Claves del tema: contexto, implicaciones y perspectivas
Contexto: España y Portugal han reforzado su cooperación en un momento en que los desafíos energéticos, logísticos y estratégicos de Europa exigen alianzas sólidas. La península ibérica reclama más integración en la red europea.
Implicaciones: La alianza ibérica impulsa interconexiones energéticas, proyectos industriales verdes y corredores logísticos estratégicos, al tiempo que aumenta la influencia conjunta de España y Portugal en Bruselas.
Perspectivas: Si ambos países logran consolidar esta agenda común, podrán posicionarse como un bloque decisivo en el diseño de la nueva arquitectura energética, económica y geopolítica de la UE.
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