Análisis | España y China: diplomacia económica en la nueva Eurasia

Foto: MAUC

Introducción

La reciente gira del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, por China ha marcado un nuevo paso en la estrategia de proyección internacional de España hacia Asia-Pacífico. El viaje, centrado en la cooperación económica, la inversión y el diálogo político, llega en un momento en que Europa redefine su posición entre Washington y Pekín. Apenas unas semanas después, entre el 11 y el 13 de noviembre, los Reyes de España realizarán una visita de Estado a China, la primera en casi dos décadas, consolidando un ciclo diplomático que refleja la voluntad de Madrid de recuperar protagonismo en el eje euroasiático.

Esta doble secuencia —la misión ministerial y el viaje de los monarcas— sitúa a España en el mapa de una Europa que busca equilibrio entre la defensa de sus valores y la preservación de su acceso a uno de los mayores mercados del mundo. China es hoy el principal socio comercial de la Unión Europea y el segundo destino extracomunitario de las exportaciones españolas, pero también un actor geopolítico que desafía las reglas de juego occidentales.

El reto de la diplomacia española es encontrar una fórmula que combine realismo económico, prudencia política y coherencia con la línea común europea.

  1. Una visita de alto contenido económico

Durante su estancia en Pekín y Shanghái, Albares mantuvo reuniones con su homólogo Wang Yi, con el vicepresidente Han Zheng y con representantes de grandes empresas chinas interesadas en España como plataforma europea. En la agenda figuraron la transición verde, la movilidad eléctrica, la energía solar, la agroindustria y la innovación tecnológica.
Fuentes diplomáticas españolas subrayan que el viaje ha sido “eminentemente económico”, con especial énfasis en la atracción de inversiones y la reducción del déficit comercial —que supera los 40.000 millones de euros anuales—.

En paralelo, se abordaron cuestiones políticas de calado, desde el conflicto en Ucrania hasta la estabilidad en Oriente Medio, donde China aspira a proyectar su influencia diplomática. Albares defendió la “autonomía estratégica abierta” de la UE y el papel de España como socio leal de Bruselas, pero con voz propia.

La visita fue también preparatoria de la visita de Estado de los Reyes Felipe VI y Letizia, que incluirá encuentros con el presidente Xi Jinping y con el primer ministro Li Qiang. Será una oportunidad para reforzar los vínculos culturales, institucionales y empresariales, y para visibilizar la presencia española en sectores de alto valor añadido.

  1. China, socio y competidor

Para España, China representa simultáneamente una oportunidad y una incógnita. Es el primer proveedor global y un mercado de 1.400 millones de consumidores, pero también un competidor en áreas clave como la energía, la tecnología o las infraestructuras.
El Gobierno español sigue la línea de la UE: “des-riesgar” sin “desacoplar”. Es decir, reducir dependencias estratégicas —en minerales críticos, componentes electrónicos o baterías— sin romper los canales de cooperación.

Pekín, por su parte, busca afianzar su relación con los países del sur de Europa, considerados menos alineados con la política restrictiva de Washington. En los últimos años ha reforzado su presencia en Italia, Grecia y Portugal, y observa en España un socio estable con capacidad logística y peso en América Latina.

La relación bilateral, sin embargo, se enfrenta a límites estructurales. España mantiene una posición cautelosa ante la política china de derechos humanos y ante la ambigüedad de Pekín respecto a la guerra de Ucrania. Pero a diferencia de otros socios europeos, evita un tono de confrontación y privilegia el diálogo pragmático.

  1. Eurasia: el nuevo tablero de la diplomacia española

El giro hacia Asia forma parte de una estrategia más amplia de diversificación geopolítica. La nueva Estrategia de Acción Exterior 2025-2028, presentada por el Ministerio de Asuntos Exteriores, define la región euroasiática como uno de los vectores prioritarios de la política exterior española junto al Mediterráneo y América Latina.
Madrid aspira a ocupar un espacio intermedio entre las potencias europeas tradicionales y las economías emergentes del continente asiático. La diplomacia española pretende proyectar una imagen de socio fiable, abierto al comercio, pero fiel al marco normativo europeo.

En ese contexto, el vínculo con China se concibe como parte de una “estrategia de Eurasia” que trasciende lo bilateral: conectividad, infraestructuras, innovación tecnológica y cooperación multilateral. España busca posicionarse en proyectos de transporte y energía que enlacen Europa con Asia, tanto a través de la Iniciativa Global Gateway europea como en coordinación selectiva con la Nueva Ruta de la Seda.

  1. Una Europa dividida ante China

El contexto comunitario condiciona la relación. La UE se debate entre quienes defienden una aproximación pragmática —liderada por Alemania, Francia y España— y quienes abogan por una línea más dura, como Polonia o los países bálticos. Bruselas insiste en un “enfoque triple”: China como socio, competidor y rival sistémico.

La visita de Albares ha sido leída en las capitales europeas como un movimiento calculado: mantener canales abiertos sin desafiar la posición común. España evita la retórica beligerante y subraya la necesidad de “hablar con todos” en un momento en que el orden internacional se fragmenta.

En ese sentido, el próximo viaje de los Reyes a China adquiere una dimensión simbólica. Representa la apuesta de España por una diplomacia de equilibrio, donde la interlocución con Pekín no contradice la lealtad a Bruselas, sino que la complementa. Felipe VI será el primer jefe de Estado europeo en visitar China desde la pandemia, lo que refuerza la visibilidad del país en un escenario de competencia global.

  1. El vector económico y la presencia empresarial española

Más de 700 empresas españolas operan en China, principalmente en los sectores de energías renovables, alimentación, ingeniería, transporte y turismo. Grupos como Acciona, Gestamp, Indra o Cosentino consolidan su presencia en un mercado complejo, pero en expansión.
La visita ministerial ha servido para reactivar el Comité Mixto de Cooperación Económica y para acordar nuevos programas de intercambio en innovación y educación. Se estudia también la apertura de una línea financiera específica del ICO y el ICEX para apoyar proyectos de internacionalización en el país asiático.

Por parte china, las inversiones en España se concentran en logística, automoción y energía. El interés por el corredor mediterráneo y por el desarrollo de puertos como Valencia o Algeciras refleja una lógica geoeconómica: reforzar las rutas euroasiáticas por el sur del continente.

España, por tanto, se encuentra en una posición estratégica: puente logístico, socio tecnológico y aliado político moderado dentro del marco europeo. La visita de los Reyes busca dar a esa posición una visibilidad institucional y cultural de largo alcance.

  1. El equilibrio diplomático de Madrid

El desafío para la diplomacia española es mantener el equilibrio entre tres vectores: su pertenencia a la UE y la OTAN, su compromiso con la autonomía estratégica europea y su apertura a nuevos socios globales.
La política exterior de Albares intenta combinar firmeza con flexibilidad: apoyo a Ucrania, alineamiento con las sanciones europeas, pero al mismo tiempo diálogo con actores como China, India o Brasil.

El viaje a Pekín se inscribe en esa lógica de “puentes” que España cultiva desde hace décadas. El futuro dirá si esa política puede traducirse en resultados tangibles: inversiones recíprocas, cooperación tecnológica y presencia española en foros asiáticos.
La visita de los Reyes, por su parte, aportará la legitimidad institucional necesaria para elevar el perfil de España en la región. En diplomacia, los gestos cuentan tanto como los acuerdos, y esta visita es un gesto de primer orden.

Claves del tema

Contexto:
Tras la visita de José Manuel Albares a China, los Reyes Felipe VI y Letizia realizarán una visita de Estado del 11 al 13 de noviembre, la primera en casi veinte años. España busca reforzar su papel en Asia-Pacífico en un contexto de competencia geopolítica y redefinición europea.

Implicaciones:
El acercamiento a China responde a una estrategia de diversificación diplomática y económica. Refleja la apuesta de Madrid por una autonomía estratégica compatible con la línea común de la UE.

Perspectivas:
Si la secuencia diplomática culmina con acuerdos concretos en inversión, innovación y conectividad, España podría consolidarse como socio de referencia en la proyección europea hacia Eurasia. El éxito dependerá de su capacidad para mantener el equilibrio entre realismo económico y coherencia política.

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