- Introducción: fin de ciclo en el Sahel
El repliegue francés de sus operaciones de combate y el cierre progresivo de misiones europeas marcan el fin de un ciclo en el Sahel. La región —del Atlántico al lago Chad— vive una reconfiguración acelerada: juntas militares en el poder, conflictos superpuestos, presencia de actores extraeuropeos y desplazamientos masivos de población. En este tablero fluido, la pregunta ya no es solo qué puede hacer Europa, sino cómo puede hacerlo sin las palancas tradicionales. Para España, actor mediterráneo con vecindad atlántica, el Sahel conecta seguridad, energía y migraciones con su agenda nacional y europea.
- La lógica de la crisis: seguridad, gobernanza y economía política de la insurgencia
La violencia yihadista prospera donde convergen periferias abandonadas, economías ilícitas (oro, combustible, ganadería, tráfico) y competencia entre élites locales. Las políticas de estabilización centradas en lo militar no resolvieron déficits de gobernanza ni disputas por recursos. El resultado: expansión de la violencia hacia el Golfo de Guinea, crisis humanitaria crónica y erosión de legitimidades estatales.
- Qué marco tiene hoy la UE
La Unión conserva instrumentos, aunque debilitados: misiones civiles de asesoría policial y judicial, programas de desarrollo y resiliencia, y cooperación fronteriza con países bisagra (Mauritania, Níger antes del golpe, Senegal, Costa de Marfil, Ghana, Benín). La condicionalidad democrática limita el margen con juntas militares, pero se exploran fórmulas graduadas de compromiso crítico para sostener servicios básicos, protección de civiles y canales humanitarios sin legitimar abusos.
- El impulso actual: del Sahel central al litoral del Golfo de Guinea
Ante el cierre de puertas en Mali, Burkina Faso y Níger, el foco europeo se desplaza hacia el arco costero (Senegal–Costa de Marfil–Ghana–Benín–Togo), donde aún hay interlocutores institucionales y espacio preventivo. A la vez, gana peso la cooperación operativa con Mauritania y con socios del Magreb para vigilancia marítima, control de fronteras y lucha contra redes de trata.
- Reticencias y nuevas presencias
Las capitales sahelianas recelan de la agenda europea por asociarla a tutelas del pasado. En paralelo, actores no occidentales —compañías de seguridad y acuerdos bilaterales con potencias emergentes— llenan el vacío con ofertas rápidas de protección y apoyo político. Para la UE, la cuestión no es competir en músculo militar, sino en legitimidad y utilidad: seguridad de comunidades, servicios esenciales, infra y agricultura resiliente.
- La posición española: realismo atlántico y diplomacia de la vecindad
España combina prudencia estratégica y activismo práctico en el Atlántico occidental: refuerzo de la cooperación con Mauritania y Senegal, apoyo a control fronterizo y salvamento, y proyectos de desarrollo que reduzcan vulnerabilidades en corredores de tránsito. Madrid privilegia las soluciones multinivel (UE, Unión Africana, CEDEAO cuando es viable) y la seguridad cooperativa (Guardia Civil, Policía Nacional, Marina) con fuerte anclaje técnico.
- Ventajas potenciales para España
- Ventana atlántica: capacidad para articular una coalición UE centrada en el Atlántico–Magreb–Sahel occidental, donde España tiene credibilidad operativa.
- Diplomacia preventiva: experiencia en gestión integrada de fronteras, alerta temprana y cooperación policial-judicial.
- Energía y conectividad: proyectos de interconexión y renovables que vinculan Sahel–Magreb–Península Ibérica, con efecto estabilizador y oportunidades para empresas españolas.
- Riesgos para España
- Desbordamiento migratorio hacia Canarias y la península si empeoran seguridad y economía en rutas de Mauritania/Senegal.
- Efecto sustitución de actores extraeuropeos que erosionen estándares de derechos y transparencia.
- Fragmentación europea: agendas nacionales divergentes que diluyan recursos y mensajes en la UE.
- Escenarios de evolución
- Incremental: contención de la violencia en el litoral, cooperación fronteriza reforzada, presencia europea limitada pero funcional.
- Ambicioso: paquete UE de estabilización “Atlántico–Sahel” con financiación a varios años, acompañamiento civil robusto, corredores humanitarios y económico-productivos.
- Bloqueado: cierre de espacios de cooperación en Sahel central, escalada al litoral y picos de salidas irregulares hacia Canarias.
- Conclusiones: qué se juega España
El Sahel ya no es un expediente “externo”: es una dimensión práctica de la seguridad española y europea. La salida es menos épica y más paciente: prevención, servicios básicos, protección de civiles, gobernanza local y rutas legales de movilidad combinadas con control de fronteras. España puede liderar si ofrece soluciones útiles y construye una coalición atlántica dentro de la UE que alinee seguridad humana, desarrollo y control efectivo de rutas. La clave: sostener el compromiso cuando los focos se apaguen.
📊 Recuadro: “Sahel 2025: claves para España”
• Eje de trabajo: Atlántico occidental (Mauritania–Senegal) y litoral del Golfo de Guinea.
• Palancas españolas: cooperación policial y marítima, gestión de fronteras, proyectos de agua/energía, apoyo a protección civil.
• Líneas rojas: derechos humanos, acceso humanitario, rendición de cuentas local.
• Riesgos: presión migratoria hacia Canarias, sustitución por actores opacos, fatiga europea.
• Oportunidad: liderar una agenda UE de estabilización práctica con financiación plurianual y métricas de impacto (seguridad comunitaria, escolarización, acceso a agua y empleo local).
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