La posición geográfica de España la sitúa en el centro de una triangulación diplomática compleja con Marruecos y Argelia. Las relaciones bilaterales condicionan la seguridad, la energía y la política migratoria españolas, mientras Bruselas observa el Magreb como un eje estratégico para la estabilidad del sur de Europa.
Una triangulación con efectos directos
España mantiene una relación privilegiada con Marruecos en control migratorio, comercio e interconexión logística; con Argelia, el vínculo clave es el energético. Las tensiones entre Rabat y Argel, alimentadas por el contencioso del Sáhara Occidental y la ruptura de relaciones diplomáticas, obligan a Madrid a un equilibrio fino.
Energía y gas
Argelia es un suministrador esencial de gas para España, vía gasoducto y GNL. Cualquier crisis bilateral o regional impacta en precios y seguridad de suministro. La diversificación (GNL global, renovables, eficiencia) reduce vulnerabilidad, pero la estabilidad con Argel sigue siendo prioritaria.
Sáhara Occidental y diplomacia
La posición de España respecto al Sáhara Occidental es determinante para su relación con Marruecos y afecta a la de Argelia. Cualquier movimiento diplomático sobre el dossier saharaui repercute en cooperación migratoria, policial y económica.
Migración y cooperación operativa
La gestión de flujos hacia la península y Canarias depende en gran medida de la coordinación con Marruecos y, en tránsito, con Mauritania. Los repuntes migratorios tienen derivadas humanitarias, de seguridad y políticas internas de primer orden.
Interconexiones y transición verde
España y Marruecos avanzan en interconexiones eléctricas y proyectos renovables; con Argelia, en estabilidad de contratos de gas y potenciales sinergias en hidrógeno. El proyecto H2Med y los enlaces eléctricos con Francia pueden reconfigurar el papel de la Península en la seguridad energética europea.
Riesgos y oportunidades para España
Riesgos: escaladas diplomáticas, shocks de suministro y tensiones migratorias. Oportunidades: consolidar a España como puente UE–Magreb, atraer inversión en renovables y logística, y elevar su influencia en la política mediterránea de la UE.
Conclusión
El triángulo España–Marruecos–Argelia seguirá marcando la agenda exterior española. La prioridad debe ser una diplomacia preventiva que combine pragmatismo y principios, protegiendo la seguridad energética y la cooperación migratoria, a la vez que impulsa la integración económica y la transición verde en el Mediterráneo occidental.
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