La histórica reunión entre Donald Trump y Vladímir Putin, celebrada el 15 de agosto de 2025 en Anchorage (Alaska), concluyó sin acuerdos vinculantes para frenar el avance de la guerra en Ucrania. A pesar del despliegue ceremonial y un ambiente cordial, la cumbre dejó a Europa expectante, sin avances diplomáticos reales, y bajo la sombra de una victoria simbólica para Rusia.
El encuentro bilateral más mediático desde 2019 tuvo lugar en la base aérea conjunta Elmendorf-Richardson en Alaska, con una puesta en escena cuidadosamente orquestada: alfombra roja, escolta aérea y un trayecto compartido en el vehículo presidencial estadounidense. Ambos mandatarios calificaron el diálogo como “productivo”, aunque no se alcanzaron pactos concretos que modificaran la situación sobre el terreno.
Tras casi tres horas de negociación, no se logró ningún alto el fuego ni un acuerdo específico sobre Ucrania. Trump sugirió que podrían abrirse vías de compromiso sobre seguridad y territorio, supeditadas siempre al visto bueno de Kiev. Putin, por su parte, se mantuvo firme en su exigencia de resolver las “causas profundas” del conflicto como condición para una paz duradera. Para Europa, el resultado supuso un triunfo de imagen para el Kremlin, que consolidó su posición sin realizar concesiones.
La Unión Europea recibió con preocupación el desenlace. Los líderes comunitarios lamentaron la ausencia de Ucrania y de socios europeos en unas conversaciones decisivas, interpretándolo como una negociación sobre el futuro de Kiev sin su participación. Este escenario alimenta el temor a una diplomacia bilateral que debilite la cohesión occidental y refuerce la impunidad de Moscú en la agresión.
En cuanto a consecuencias inmediatas, la cumbre no alteró la dinámica de la guerra, marcada por ataques continuos y sin señales de desescalada. No obstante, la mera presencia de Putin en territorio estadounidense fue vista como una reinserción diplomática tras años de aislamiento. Trump, mientras tanto, buscó proyectar su imagen de mediador, aunque sin resultados tangibles. Ambos líderes dejaron la puerta abierta a nuevas conversaciones, incluida una hipotética reunión trilateral con el presidente ucraniano, cuyo futuro aún es incierto.