Texto y fotos: Juan David Latorre.
Probablemente no lo sabe, pero Cuba también es un destino turístico de lujo, acompañado por la calidez, la amabilidad y la resiliencia del pueblo cubano, un pueblo y un país llenos de magia, que hechizan. Y la razón es fácil de saber: “Cuba es única”.
Y al escribir uno sobre esta isla, se pregunta… ¿por dónde empiezo a detallar tanta belleza, tanto encanto y tanta filosofía caribeña? Cómo resumir su forma de existencia (y resistencia) alejada del modelo dominante. Quizá lo mejor sea recrearse en una primera parte en la capital, La Habana. Ya seguiremos en otra cita con parte de los encantos de Cuba.
Fundada en 1514 por el conquistador Pánfilo de Narváez bajo el nombre fundacional de «Villa de San Cristóbal de La Habana», fue una de las primeras ocho villas fundadas por la Corona española en la isla. Declarado su casco antiguo Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982, sus calles están llenas de historia, de adoquines y de coches clásicos, de cubanos perdidos mirando el horizonte y buscando su subsistencia, convencidos de una Revolución que algunos apoyan a ciegas y de la que otros reniegan por no conseguir lo que desearon o por una crítica feroz a lo establecido, como en todos los países.

El mayor encanto de La Habana es pasear por sus calles. Sus hoteles de lujo vacacional, tanto en la zona histórica como en los municipios de Playa y Miramar, y sus plazas conmemorativas de algún hecho histórico o en homenaje a su principal ejecutor de la independencia, José Martí, o a Che Guevara o Camilo Cienfuegos, líderes de la Revolución, contrastan con unos edificios medio derruidos esperando ser reformados y reconstruidos por las autoridades cubanas. Entre este drástico contraste sobresalen los edificios de estilo colonial, mudéjar, neoclásico, Art nouveau, art déco y ecléctico que abundan en su casco histórico.
Maravilloso y bello el edificio del Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”, el edificio Bacardí, la Embajada de España, etc. La Estación Central de Ferrocarriles la Universidad de La Habana y el Capitolio son ejemplos del estilo nouveau. El domo de Capitolio está a 62 metros y era el punto más alto en la ciudad y un ejemplo de la influencia de Estados Unidos en el momento. Su Catedral es de estilo barroco español y está dedicada a la patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad del Cobre, a la que también se la conoce como “cachita”.

En cuanto al estilo moderno, destaca el Edificio Focsa y el Hotel Habana Riviera en la barriada El Vedado, así como el Hotel Habana Libre. Y al lado de éste, merece la pena pararse en el bello Hotel Nacional, inaugurado en 1930, que exhibe una arquitectura ecléctica al mezclar los estilos art decó, neocolonial, clásico romano y el morisco español. El amplio y verde jardín, es un oasis dentro de la ciudad con típicas palmeras caribeñas; es un balcón hacia La Habana y su bahía, para disfrutar de la increíble vista al calmo mar azulado y extasiarse con la brisa marina y los deliciosos cocteles de los bares cercanos.
A principios de los años 60 el hotel albergó a ciento de campesinas de todas las regiones del país, convocadas por la dirección de la Revolución para ser alfabetizadas y aprender corte y costura.

Innumerables caras conocidas del mundo del celuloide, de la farándula, de la política, de la mafia, del deporte… han sido huéspedes de este hotel. Un hotel parado en la mitad del siglo XX, modernizado en sus instalaciones pero con sus pasillos, sus ascensores y sus adornos que recuerdan aquellos tiempos de… ¿buenos y malos tiempos?
En próximo reportaje se dará un paseo por varias localidades turísticas y coloniales como Viñales, Trinidad o Varedero, una delicia para el turista.







