¿Qué ocurre cuando las sorpresas más reveladoras no están donde todos miran, sino en los márgenes? En Casa Decor 2025, entre premiados y nombres consagrados, han emergido tres espacios capaces de emocionar sin artificio: proyectos inesperados que devuelven al diseño su capacidad de asombro. Son discretos, pero magnéticos. Nuevos, pero con alma. Y probablemente -aunque nadie lo supiera al principio – son los que más vamos a recordar.
En su 60ª edición, Casa Decor ha vuelto a confirmar por qué sigue siendo el epicentro del interiorismo español: un escaparate vivo, efímero, pero fundamental.
Durante seis semanas, los más de 50 espacios del edificio de Sagasta 33 han funcionado como radares estéticos y emocionales, captando las inquietudes del diseño actual.
Pero en esta edición, más que los grandes nombres o los proyectos premiados, lo que ha dejado huella han sido ciertas propuestas inesperadas.
Firmas que aún no están en boca de todos, diseñadores que se atreven a ir por libre, materiales y gestos que devuelven la emoción a lo cotidiano.
Aquí recogemos tres de esos momentos reveladores: sutiles, distintos, difíciles de olvidar.
El umbral de las ideas
Entre los espacios más sugerentes de esta edición, uno de los que más conversación ha generado es El umbral de las ideas, diseñado por Ana Guillén para Puertas Sanrafael.
Un ambiente conceptual, casi introspectivo, que traza un diálogo entre arquitectura, materia y pensamiento.
En él, una pieza actúa como anclaje sensorial y simbólico: la alfombra exclusiva creada para el proyecto por Alfombras Hispania.
Esta firma española, con sede en Crevillent y casi un siglo de trayectoria, está especializada en el diseño y elaboración de alfombras a medida de alto diseño.
Su trabajo combina creatividad contemporánea y excelencia artesanal, y en este espacio se traduce en una pieza geométrica, depurada, tejida en tonos piedra, caliza y tierra.
Una alfombra que no compite por atención, pero que transforma el ambiente con una serenidad poderosa.
Lo interesante es cómo este elemento textil trasciende su función: no decora, sino que estructura. No ocupa el espacio, sino que lo ordena emocionalmente.
El resultado es una atmósfera que respira calma e inteligencia, en la que la tradición se pone al servicio del futuro con una sutileza difícil de encontrar en la alta decoración actual.
Proyecto: “El umbral de las ideas, por Ana Guillén”
Sala conceptual El Nido
Hay espacios que apelan a los sentidos con la misma delicadeza con la que otros buscan impactar visualmente.
El de Studio Lemon, creado por la diseñadora Marta Miñarro, es uno de esos casos. Un lugar silencioso y cálido, donde la arcilla, la lana de oveja y las fibras naturales generan un paisaje emocional inesperado.
La propuesta es un refugio contemporáneo que conecta con lo arcaico.
El uso de mortero de arcilla en paredes, las lámparas artesanales suspendidas como constelaciones domésticas, y una paleta de colores tierra componen una atmósfera que invita a habitar más despacio, a escuchar el espacio y no solo mirarlo.
Sin estridencias ni grandes alardes formales, el proyecto apuesta por un lujo íntimo, sensorial y casi terapéutico.
Lo más revelador es que, en medio de la sofisticación general de Casa Decor, este espacio se haya posicionado como uno de los más comentados precisamente por su austeridad bien entendida.
Una lección de cómo la emoción, cuando se trabaja desde la honestidad material, puede ser más poderosa que cualquier espectáculo visual.
Proyecto: “Sala conceptual El Nido”, por Marta Miñarro
Room 28
La tercera sorpresa llega de la mano de Mausha Marsá, que debuta en Casa Decor con un lenguaje visual propio y sin concesiones.
Su propuesta se articula en torno a murales de gran formato realizados en estuco y arcilla, donde paisajes naturales —bosques, cielos, horizontes difusos— son reinterpretados con una estética vibrante y matérica.
La referencia al fauvismo no es gratuita: los colores se liberan, el trazo es expresivo, la emoción prima sobre la fidelidad.
Pero lo interesante no es solo lo pictórico, sino cómo el mural se funde con el mobiliario y los volúmenes arquitectónicos, dando lugar a un interiorismo expandido, casi escultórico.
Esta joven arquitecta de interiores parece mirar al pasado sin nostalgia, y al futuro sin solemnidad.
Su propuesta tiene algo de manifiesto poético: la recuperación del gesto manual en un mundo saturado de superficies digitales.
Una apuesta arriesgada, coherente y profundamente estética que ha sorprendido a más de un visitante experto.
Proyecto: “Room 28” por Mausha Marsá
También el diseño sabe guardar secretos
Entre tantos discursos estilizados y apuestas comerciales, estas tres propuestas han sido pequeños hallazgos.
Lugares donde el diseño se reconcilia con el alma del espacio. Y donde el arte de habitar —eso tan simple y tan complejo— vuelve a sentirse como algo personal, inesperado y lleno de sentido.
En esta Casa Decor, las sorpresas no estaban donde todos miraban. Estaban, más bien, donde aún queda algo por decir.