<h6><strong>Eduardo González</strong></h6> <h4><strong>Los Reyes asistieron este domingo en los actos oficiales de conmemoración del 80 aniversario de la liberación del campo de concentración de Mauthausen, en el que fallecieron al menos 4.500 republicanos españoles durante la Segunda Guerra Mundial.</strong></h4> Don Felipe y Doña Letizia fueron recibidos a su llegada al acro por el presidente federal de la República de Austria, Alexander Van der Bellen, y la primera dama, Doris Schmidauer. Posteriormente mantuvieron un encuentro con responsables españoles de la asociación Amical de Mauthausen y familiares de víctimas del campo de concentración y participaron en la ofrenda floral ante el monumento a las víctimas, acompañados por la embajadora de España en Austria, María Aurora Mejía, y el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez López. Una vez finalizada la ceremonia, los Reyes acompañados por el presidente federal Austria y su esposa, se dirigieron a las Salas de Exposiciones Temporales del Museo, donde, tras firmar en el libro de oro del campo, mantuvieron un breve encuentro. En el libro de oro, Felipe VI rindió un homenaje a “todas las víctimas aquí asesinadas o que sufrieron violencia y crueldad” y recordó, “de un modo especial”, a “los miles de españoles republicanos que lucharon contra el nazismo y por la libertad”. “Que la memoria de los crímenes aquí cometidos y el recuerdo de nuestros compatriotas permanezca intactos para preservar su dignidad, y para no olvidar nunca el horror 80 años después, refirmamos nuestro compromiso colectivo y personal con la democracia y la defensa de los derechos humanos”. Añadió. A continuación, se dirigieron hacia el monumento de los republicanos españoles y realizaron una ofrenda floral, y más tarde, depositaron otra corona de flores frente al monumento de los republicanos franceses. Posteriormente se desplazaron hasta la cantera de Wiener Graben y la escalera “de la muerte”, que era donde trabajaban los presos para construir las instalaciones del campo y los edificios de la Alemania nazi, con lo que finalizó la visita. Por su parte, el ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, también participó en los actos oficiales. “Hoy recordamos a todas las víctimas. No hay mejor manera de honrarlas que luchar para que nadie más vuelva a sufrir semejante horror, el del exterminio y el genocidio. La Europa que hoy recuerda, que mantiene viva la memoria de sus víctimas, debe poner fin al genocidio que sufre el pueblo palestino”, afirmó Bustinduy durante un discurso en el acto conmemorativo. “Pero de poco sirve recordar si no es para construir futuro. El deber de memoria nace aquí, en los campos nazis. En la obligación de recordar para siempre a los millones de judíos asesinados, a los antifascistas europeos, al pueblo gitano”, prosiguió. “Europa se construyó sobre un imperativo antifascista. Sobre la promesa de construir un mundo en que el nazismo no pudiera volver a suceder”, añadió el ministro, quien pidió “perdón, en nombre del Gobierno de España”, por haber tardado tanto “en reconocer la lucha de los héroes y heroínas antifascistas” e hizo también un llamamiento para frenar a la extrema derecha en Europa y combatir los “discursos reaccionarios”. <h5><strong>Mauthausen</strong></h5> El 5 de mayo de 1945, hace 80 años, las fuerzas estadounidenses entraron en Mauthausen, donde fueron recibidas con banderas republicanas españolas y con una gran pancarta en la puerta en la que se leía: “Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras”. El campo de Mauthausen había sido construido cerca de una cantera abandonada junto al río Danubio, en el norte de Austria. Se estima que tanto por el campo de concentración como por sus “subcampos” (como el de Gusen, un Kommando o campo auxiliar situado en la Alta Austria destinado al exterminio de los presos más débiles) pasaron casi 200.000 prisioneros entre 1938 y 1945 y fueron asesinadas casi 120.000 personas, una tercera parte de ellas pertenecientes a la comunidad judía. Según las cifras oficiales, Mauthausen llegó a albergar a más de 7.500 españoles, de los que fallecieron al menos 4.500, la inmensa mayoría (casi 4.000) en Gusen. El 26 de agosto de 1940 falleció el primer español, quien fue inmediatamente homenajeado por sus compatriotas con un minuto de silencio. Se estima que la mayoría de las muertes de españoles se produjeron entre 1941 y 1942. Mauthausen se encontraba junto a una cantera de granito en la que trabajaban los prisioneros hasta su agotamiento final (los supervivientes recordaron durante muchos años la “escalera de la muerte”, los 186 escalones por los que se tenían que cargar los bloques de granito). Asimismo, Mauthausen fue clasificado en 1941 como el único campo de concentración de categoría III, reservada a los prisioneros “culpables de acusaciones realmente graves, incorregibles, asociales y convictos por causas criminales”. Como consecuencia de esta función política del campo, los prisioneros de Mauthausen/Gusen padecieron las condiciones de detención más severas y unos de los índices de mortalidad más altos de todos los campos de concentración del III Reich. Aunque la mayoría de los prisioneros murieron fusilados y ahorcados, además de por hambre, enfermedades y malos tratos, la cámara de gas de Mauthausen tenía capacidad para matar a 120 personas a la vez y se utilizaba con frecuencia cada vez que llegaban los transportes de prisioneros, en una especie de “alarde” para impresionar a los altos dignatarios nazis que visitaban el campo. Después de 1945, Mauthausen permaneció bajo administración norteamericana y, posteriormente, fue utilizado como cuartel por el Ejército soviético. En junio de1947, Moscú entregó el antiguo campo de concentración al Gobierno de Austria para la construcción de un Memorial, que fue inaugurado dos años más tarde, con el nombre de Monumento público de Mauthausen. <h5><strong>El recuerdo</strong></h5> El 16 de mayo de 1945, los ciudadanos soviéticos -uno de los grupos de prisioneros más numerosos en términos de número- abandonaron el Campo de Concentración en formación ordenada en dirección a sus hogares y, en ese mismo instante, se proclamó el Juramento de Mauthausen en 16 idiomas. Este texto es un compromiso, derivado de las experiencias del internamiento en campos de concentración, para permanecer solidarios y unidos por un mundo mejor. Sin embargo, muy pronto, muchos de los supervivientes liberados de los campos de concentración se dieron cuenta de que el regreso regular a Mauthausen como personas libres y su participación en una ceremonia de liberación se estaban volviendo de suma importancia para ellos. En los primeros años o décadas, cuando miles de supervivientes de los campos de concentración aún se reunían en Mauthausen cada año en mayo, la celebración de la liberación también cumplía una función de catarsis. Saber y reafirmarse a sí mismos que se había sobrevivido, intercambiar experiencias con compañeros de sufrimiento y luego regresar a casa ayudó a muchos a sobrellevar el trauma masivo. La segunda función, sociopolítica, de esclarecer lo sucedido, los lemas "¡Nunca debemos olvidar!" y "¡Nunca más!", y de dirigirse a la juventud, se hicieron evidentes para la mayoría de los supervivientes de los campos de concentración. La primera celebración oficial de la liberación en Mauthausen tuvo lugar ya en 1946 e incluyó una concentración al pie de la "Todesstiege" en la cantera con más de 10.000 personas y un intercambio de información en Linz. Sin embargo, la celebración de la liberación en Mauthausen (tradicionalmente a mediados de mayo) fue durante décadas un asunto exclusivo de los supervivientes, siempre internacional, pero sin mucha repercusión en la sociedad austriaca. Desde hace décadas, la Ceremonia de la Liberación ha sido organizada por el Comité de Mauthausen de Austria en estrecha colaboración con el Comité Internacional de Mauthausen y la Asociación de Lagermeinschaft de Austria, con apoyo financiero del sector público y, en mayor medida, de donaciones privadas.