<h6><strong>Eduardo González</strong></h6> <h4><strong>El 5 de mayo de 1945, hace justamente 80 años, las fuerzas estadounidenses entraron en Mauthausen, donde fueron recibidas con banderas republicanas españolas y con una gran pancarta en la puerta en la que se leía: “Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras”.</strong></h4> El campo de Mauthausen había sido construido cerca de una cantera abandonada junto al río Danubio, en el norte de Austria. Se estima que tanto por el campo de concentración como por sus “subcampos” (como el de Gusen, un Kommando o campo auxiliar situado en la Alta Austria destinado al exterminio de los presos más débiles) pasaron casi 200.000 prisioneros entre 1938 y 1945 y fueron asesinadas casi 120.000 personas, una tercera parte de ellas pertenecientes a la comunidad judía. Según las cifras oficiales, Mauthausen llegó a albergar a más de 7.500 españoles, de los que fallecieron al menos 4.500, la inmensa mayoría (casi 4.000) en Gusen. La primera tanda de medio millar de españoles llegó en vagones el 6 de agosto de 1940. Habían sido sorprendidos por la llegada de las tropas alemanas cuando malvivían en los campos de refugiados para republicanos, desde los que ayudaban a las tropas galas directamente con las armas o trabajando en la construcción de las defensas militares dentro de las llamadas Compañías de Trabajadores Extranjeros del ejército francés. Inmediatamente después de la captura de los españoles, en Angulema y en otros puntos de Francia, la Embajada alemana en Madrid se puso en contacto hasta en dos ocasiones con el Gobierno español para instarle a hacerse cargo de estos miles de “combatientes rojos españoles” (rotspanienkämpfer), pero la dictadura de Francisco Franco, a través de su ministro de Exteriores, Ramón Serrano Suñer, se limitó a responder que no reconocía a ningún español más allá de sus fronteras y que, en su condición de “apátridas”, Alemania era libre para hacer con ellos lo que quisiera, a pesar de que, como demuestra la documentación, el Gobierno español conocía perfectamente lo que sucedía en los campos de concentración. En este contexto, y a causa de la dejación de las autoridades españolas, entre 10.000 y 12.000 españoles de toda condición (mujeres, hombres, niños, ancianos) pasaron de golpe de refugiados políticos a prisioneros de la Gestapo, que los marcó con el triángulo azul invertido de los apátridas y con una S de Spanier en el centro. Según el historiador Benito Bermejo, Adolf Hitler ordenó el 25 de septiembre de 1940 el envío de “los combatientes de la España roja” a “un campo de concentración”. Tras la orden de Hitler (que salió de Berlín justo al día siguiente de un encuentro entre el Führer y Serrano Suñer en la capital alemana), fueron llegando a Mauthausen-Gusen alrededor de 7.300 españoles, entre los que destacaba el grupo de Angulema, formado por unos 400 hombres. El 26 de agosto de 1940 falleció el primer español, quien fue inmediatamente homenajeado por sus compatriotas con un minuto de silencio. Se estima que la mayoría de las muertes de españoles se produjeron entre 1941 y 1942. <h5><strong>El campo de concentración</strong></h5> Mauthausen se encontraba junto a una cantera de granito en la que trabajaban los prisioneros hasta su agotamiento final (los supervivientes recordaron durante muchos años la “escalera de la muerte”, los 186 escalones por los que se tenían que cargar los bloques de granito). Asimismo, Mauthausen fue clasificado en 1941 como el único campo de concentración de categoría III, reservada a los prisioneros “culpables de acusaciones realmente graves, incorregibles, asociales y convictos por causas criminales”. Como consecuencia de esta función política del campo, los prisioneros de Mauthausen/Gusen padecieron las condiciones de detención más severas y unos de los índices de mortalidad más altos de todos los campos de concentración del III Reich. Aunque la mayoría de los prisioneros murieron fusilados y ahorcados, además de por hambre, enfermedades y malos tratos, la cámara de gas de Mauthausen tenía capacidad para matar a 120 personas a la vez y se utilizaba con frecuencia cada vez que llegaban los transportes de prisioneros, en una especie de “alarde” para impresionar a los altos dignatarios nazis que visitaban el campo. Después de 1945, Mauthausen permaneció bajo administración norteamericana y, posteriormente, fue utilizado como cuartel por el Ejército soviético. En junio de1947, Moscú entregó el antiguo campo de concentración al Gobierno de Austria para la construcción de un Memorial, que fue inaugurado dos años más tarde, con el nombre de Monumento público de Mauthausen. En años posteriores, numerosos países y grupos de víctimas fueron agregando sus propios monumentos, hasta que a principios de los sesenta se instaló en su interior un cementerio para las víctimas del campo de concentración que se encontraban en los “cementerios americanos” en Mauthausen y Gusen y en las fosas comunes de las SS. En 1970 se celebró la primera exposición permanente sobre Mauthausen en el edificio de la enfermería y en 2003 se construyó el Centro de Visitantes. <h5><strong>Comunicado de Amical</strong></h5> En 2019, el Gobierno español estableció la celebración, cada 5 de mayo, del Día de Homenaje a los Españoles Deportados y Fallecidos en Mauthausen. Por ello, y con motivo de este aniversario, la asociación Amical de Mauthausen y otros Campos y de Todas las Víctimas del Nazismo de España ha emitido un comunicado en el que exige “a los gobiernos democráticos la concreción de políticas activas para solucionar los problemas reales de las personas, desmontar los discursos banales de la extrema derecha, e implementar verdaderas políticas de memoria democrática para dar a conocer a la ciudadanía las luchas de quienes nos precedieron para conseguir los derechos que gozamos en la actualidad”. Estos objetivos, prosigue la asociación (que agrupa a los antiguos deportados republicanos de los campos de concentración del nazismo, así como a los familiares y amigos, tanto de los supervivientes como de los deportados asesinados en los campos) son especialmente necesarios “cuando vemos cómo la guerra afecta a millones de personas en lugares como Ucrania, Palestina, Yemen, despreciando los Derechos Humanos y vulnerando la legalidad internacional por intereses políticos, territoriales o estratégicos”.