El fenómeno de la migración irregular de África a la UE no ha cesado, especialmente desde la oleada migratoria de 2015, y es un tema destacado en los debates sociales y políticos. La UE intenta hacer frente a este reto aportando seguridad, justicia y preocupación por los derechos humanos. Pero, ¿es realmente acertada la respuesta de la Unión?
Eliza Zaleska
África es un continente siete veces mayor que Europa, con tres veces más población, pero su PIB es sólo 1/9 del europeo. Además, 19 de los 20 países más pobres del mundo se encuentran en este continente. Estas estadísticas, combinadas con los numerosos inmigrantes que intentan entrar en Europa, dibujan un panorama desolador. La Unión Europea está dando muchos pasos para afrontar este reto, pero se centra en medidas a corto plazo para reducir la migración irregular, como controles fronterizos, acuerdos con países africanos para facilitar el retorno o la lucha contra el contrabando. Sin embargo, son más importantes las medidas que se centran en mejorar la situación en África proporcionando mejores condiciones de vida y desarrollo. Como dice el sociólogo Hein de Haas, “a largo plazo, la migración cesará cuando sus costes (sociales, económicos y psicológicos) igualen las diferencias salariales”. Por eso es un error ignorar la necesidad de promover la mejora de la economía africana, sobre todo teniendo en cuenta que 11 de las 20 economías de más rápido crecimiento están en el continente.
La UE ha puesto en marcha varios programas para apoyar a África, especialmente a las regiones más vulnerables, combatiendo la pobreza, el hambre, desarrollando la educación y la tecnología para disuadir a la población de abandonar ilegalmente sus países y ofrecerles oportunidades de vivir dignamente. Este artículo presenta tres de las iniciativas más populares, junto con una evaluación de su eficacia y recomendaciones para mejorarlas.
El primer programa es el Emergency Trust Fund for Africa (EUTF), creado en 2015 en respuesta a la crisis migratoria y destinado a proporcionar financiación para hacer frente a la inestabilidad o el desplazamiento forzado en África. Con más de 5 000 millones de euros a su disposición, el Fondo apoya actividades en las regiones del Sahel, el lago Chad, el Cuerno de África y el norte de África. Se centra en la estabilización, la lucha contra la trata de seres humanos y la protección de los migrantes, y ha desempeñado un papel importante a la hora de dar prioridad a la migración en la agenda de la UE. Gracias a su flexibilidad, financia proyectos rápidamente, incluso en circunstancias complejas, y facilita la coordinación de las actividades de desarrollo, humanitarias y de seguridad. Sin embargo, la iniciativa ha sido criticada por su alcance demasiado amplio, que a menudo no se centra en las necesidades más urgentes. El Tribunal de Cuentas Europeo destacó la falta de mecanismos adecuados para controlar el riesgo de violaciones de los derechos humanos y la presentación de informes demasiado optimistas sobre los resultados. EUTF también llevó a cabo actividades que no respondían a necesidades reales, como el envío de una batidora a una escuela africana sin acceso a la electricidad. El programa finaliza en 2025, por lo que mejorar su eficacia no debe ser una prioridad, pero la Comisión Europea debe centrarse en proyectos legítimos, también es importante reforzar la supervisión de los proyectos para detectar riesgos de violaciones de los derechos humanos e introducir procedimientos claros de información y prevención.
Otra iniciativa es NDICI-Global Europe, el principal instrumento financiero de la UE para 2021-2027, que financia proyectos en África para mejorar las condiciones de vida, la estabilidad política y la economía. El programa incluye actividades que van desde el apoyo a la educación, la sanidad y la igualdad de género hasta las infraestructuras y la transición energética. También se centra en la reducción de la pobreza y de los conflictos. El programa integra las actividades de las instituciones y los Estados miembros de la UE en el Equipo Europa, garantizando una mejor coordinación del desarrollo de África. A pesar de sus buenas intenciones, el NDICI ha sido criticado por la limitada participación de las comunidades locales, la burocracia que ralentiza la puesta en marcha de iniciativas y la falta de transparencia en la asignación de fondos. Aunque declara prioritario el desarrollo humano y económico, gran parte de la financiación se destina a la gestión de la migración y la seguridad fronteriza, lo que limita la eficacia del programa a la hora de abordar las fuentes reales de la migración. Para mejorar su eficacia, habría que centrarse más en el desarrollo a largo plazo, reducir las barreras burocráticas y mejorar la cooperación con los socios locales. También debería ser prioritario alinear los proyectos con las necesidades reales de las sociedades para promover el desarrollo sostenible y reducir las presiones migratorias.
Por último, Global Gateway, una estrategia de la UE basada en la NDICI, se puso en marcha en 2021 para reforzar las infraestructuras mundiales en respuesta a la Belt and Road Initiative (BRI). Prevé movilizar 300.000 millones de euros de aquí a 2027, la mitad de los cuales se destinarán a proyectos en África. La estrategia incluye inversiones en digitalización, energía, transporte y sanidad y promueve los valores europeos de desarrollo sostenible. Su punto fuerte es su enfoque holístico, que abarca la transformación ecológica, la digitalización y las infraestructuras sanitarias. Proyectos como la construcción de 7.100 km de cables de fibra óptica y el desarrollo de la producción limpia de hidrógeno demuestran su envergadura. Global Gateway se esfuerza por establecer relaciones igualitarias con los países socios y evitar un endeudamiento excesivo. Sin embargo, la estrategia se enfrenta a numerosos retos. Ha sido criticada por estar infrafinanciada en comparación con la BRI y por favorecer a las empresas europeas en detrimento de los socios locales. Además, la falta de transparencia y el escaso compromiso social y político limitan su eficacia. Y el escaso vínculo entre los proyectos y las estrategias de desarrollo local suscita dudas sobre su impacto en las economías africanas. Se recomienda un aumento de la financiación, una mayor participación del sector privado y una mejor gestión de los programas. Es importante adaptar los proyectos a las necesidades locales, reforzar el papel de los socios y apoyar los mecanismos de resolución de conflictos. También es necesario profundizar en el diálogo político y económico.
Las iniciativas señaladas no son las únicas acciones de la UE para África, pero sin duda se encuentran entre las más relevantes. La experiencia demuestra que una gestión eficaz de la migración requiere el fomento a largo plazo de la estabilidad y el desarrollo socioeconómico del continente. Una mayor transparencia de las actuaciones y la adaptación de los programas de ayuda a las necesidades de las comunidades africanas permiten lograr un impacto duradero. Reforzar la coherencia entre las acciones a corto plazo y los proyectos de desarrollo a largo plazo sigue siendo un reto clave. En lugar de centrarse en retratar embarcaciones migratorias abarrotadas o narrativas sensacionalistas sobre los refugiados, es más importante promover acciones que realmente atajen el problema en su origen. Un enfoque de este tipo podría reducir los estereotipos y el rechazo público a la migración, poniendo de relieve la necesidad de gestionar mejor los fondos y desarrollar una estrategia para África. Llamar la atención sobre estas cuestiones es crucial, ya que muchas de las tragedias que afectan a las comunidades africanas suelen ser ignoradas por los medios de comunicación, especialmente cuando, al mismo tiempo, se producen acontecimientos dramáticos en regiones más ricas, como las recientes inundaciones en España o los incendios en California. La UE no sólo debe invertir en infraestructuras y educación, sino también apoyar más las iniciativas locales de desarrollo empresarial, la estabilidad política y las medidas en materia de derechos humanos, que a largo plazo pueden reducir la inmigración de forma más eficaz que las políticas fronterizas restrictivas.