El Mediterráneo occidental se encuentra en una transformación estratégica de gran calado. La creciente alianza militar entre Estados Unidos y Marruecos, sumada a la consolidación de los lazos entre Rabat e Israel, está reconfigurando el equilibrio de poder en la región. España, tradicionalmente un socio privilegiado de Washington en el sur de Europa, observa con recelo cómo su vecino del sur adquiere capacidades militares avanzadas y refuerza su influencia en la Casa Blanca.
La cuestión no radica únicamente en el desarrollo armamentístico de Marruecos, sino en la nueva arquitectura de alianzas que se está tejiendo en el norte de África. La posición española, históricamente sólida dentro del marco transatlántico, parece haber sido relegada en favor de Rabat, un cambio que plantea incógnitas sobre el futuro de las relaciones internacionales en la zona.
La expansión militar de Marruecos: un cambio de paradigma
En los últimos años, Marruecos ha llevado a cabo un proceso de modernización militar sin precedentes. La adquisición de helicópteros Apache AH-64E, la mejora de sus sistemas de defensa aérea y el refuerzo de su flota de drones han elevado significativamente su capacidad bélica. Estos movimientos no responden únicamente a una estrategia de disuasión frente a Argelia —su rival histórico—, sino que también consolidan su papel como socio clave de Estados Unidos en el Magreb.
El acuerdo de defensa firmado entre Rabat y Washington en 2020, con vigencia hasta 2030, sentó las bases de una colaboración militar estratégica. Este pacto contempla la modernización de las fuerzas armadas marroquíes, el acceso a tecnología avanzada y la construcción de infraestructuras militares de primer nivel. En la práctica, esto supone un alineamiento de Marruecos con los intereses de Estados Unidos y la OTAN en el norte de África, reduciendo la dependencia de Washington respecto a España en materia de seguridad en el Mediterráneo occidental.
Para el analista Robert D. Kaplan, la clave de esta reconfiguración radica en la creciente importancia del eje Marruecos-Israel-Estados Unidos: “Marruecos ha sabido posicionarse como un aliado fiable en la estrategia de Washington, ofreciendo estabilidad y proyección en África, algo que España no ha conseguido capitalizar con la misma eficacia”.
España, relegada en la lista de prioridades de Washington
La reciente política exterior de la administración Biden no ha hecho sino acentuar esta tendencia. Mientras que Marruecos ha recibido un respaldo explícito de Washington en materia de seguridad, España ha visto cómo su papel en la agenda estadounidense se ha difuminado.
Un episodio revelador fue la decisión de la Casa Blanca de no incluir a España en su lista de prioridades para atender llamadas diplomáticas de alto nivel, mientras que Marruecos sí figuraba en ese registro. Este gesto simbólico, pero significativo, evidencia una pérdida de peso de Madrid en las relaciones transatlánticas.
El analista geopolítico Bruno Maçães lo resume con crudeza: “España sigue anclada en la idea de que su relación con Estados Unidos es inamovible por su pertenencia a la OTAN, cuando en realidad Washington prioriza los intereses estratégicos sobre las alianzas históricas. Marruecos ha sabido adaptarse mejor a esa lógica”.
A esta situación se suma la política exterior española en Oriente Medio. La reciente negativa del Gobierno español a permitir escalas de buques con destino a Israel ha generado tensiones con Washington, que considera a Tel Aviv un socio inquebrantable. En contraste, Marruecos ha reforzado sus lazos con Israel desde la firma de los Acuerdos de Abraham, lo que ha afianzado su posición dentro del bloque proestadounidense en la región.
¿Una amenaza real para España?
Si bien es aventurado afirmar que la expansión militar de Marruecos representa una amenaza bélica directa para España, sí es innegable que este desarrollo otorga a Rabat una posición de mayor influencia en la escena internacional. La relación de fuerzas en cuestiones como la soberanía sobre Ceuta y Melilla, la delimitación de aguas territoriales en Canarias o el conflicto del Sáhara Occidental podría inclinarse progresivamente a favor de Marruecos.
El experto en defensa Gustavo Díaz Matey, del Instituto Elcano, advierte que “España no puede permitirse el lujo de ignorar el avance militar marroquí. No se trata de una amenaza convencional, pero sí de un factor que alterará la forma en que se negocian y gestionan los intereses en la región”.
En este contexto, España se enfrenta a un dilema: reforzar su relación con Estados Unidos para contrarrestar el ascenso de Marruecos o apostar por una autonomía estratégica dentro de la Unión Europea que le permita mantener su margen de maniobra.
Las opciones de España en el nuevo escenario geopolítico
Ante este panorama, España debe tomar decisiones estratégicas que definan su rol en el nuevo equilibrio de poder. Entre las posibles respuestas, destacan tres líneas de acción:
- Reforzar su papel en la OTAN: España podría consolidar su posición como socio clave de la Alianza Atlántica, intensificando su compromiso en misiones internacionales y aumentando su gasto en defensa. Esta estrategia le permitiría recuperar peso en la agenda de Washington y evitar una pérdida de relevancia en el Mediterráneo.
- Apostar por la autonomía estratégica europea: La Unión Europea ha mostrado un interés creciente en reducir su dependencia militar de Estados Unidos. España podría liderar esta iniciativa y fortalecer sus capacidades defensivas en colaboración con Francia, Alemania e Italia, creando un contrapeso al eje Marruecos-EEUU.
- Reconfigurar su relación con Marruecos: En lugar de adoptar una postura de confrontación, España podría redefinir su relación con Rabat bajo una lógica de cooperación estratégica. Un acercamiento en materia de seguridad y comercio podría atenuar las tensiones y evitar un aislamiento geopolítico.
El desenlace de este reequilibrio de poder dependerá en gran medida de la capacidad de España para adaptarse a una realidad internacional en la que las alianzas tradicionales han dejado de ser inamovibles. Como señala Ian Bremmer, de Eurasia Group: “El mundo actual ya no se rige por bloques estables, sino por alianzas dinámicas en constante redefinición. España debe comprender esta lógica y actuar en consecuencia”.
Conclusión
El auge militar de Marruecos y su estrechamiento de lazos con Estados Unidos y Israel han alterado el equilibrio estratégico en el Mediterráneo occidental. España, aunque sigue siendo un actor clave en la región, se enfrenta a un desafío inédito: la necesidad de redefinir su lugar en un tablero geopolítico en el que las certezas del pasado ya no garantizan la estabilidad del futuro.
Madrid tiene ante sí la posibilidad de reaccionar con visión estratégica o quedar relegada en un juego de poder donde Marruecos ha demostrado ser un jugador hábil y ambicioso. En tiempos de cambio, la inacción no es una opción.