Pedro Pernaud / Escudo Digital
El Parlamento Europeo es la institución legislativa de la Unión Europea (UE) que representa directamente a los ciudadanos de los Estados miembros, incluidos los españoles. Sus funciones principales son debatir y aprobar leyes que afectan a toda la UE, supervisar otras instituciones, como la Comisión Europea, y decidir sobre el presupuesto comunitario.
Para un ciudadano español, esto se traduce en normativas que afectan a su día a día, como las leyes sobre protección de datos (el RGPD), la regulación de productos agrícolas que afectan a la PAC (Política Agraria Común) y medidas sobre transporte, como la prohibición de vuelos cortos cuando exista una alternativa ferroviaria eficiente. Además, el Parlamento puede influir en decisiones clave como los fondos europeos Next Generation, que han financiado proyectos de digitalización y sostenibilidad en España.
Este artículo tiene como eje unificador el informe La influencia española en el Parlamento Europeo ante la legislatura 2024-2029, elaborado por Raquel García Llorente, Ignacio Molina, Luis Simón y Paula Oliver Llorente, del Real Instituto Elcano.
Las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 han marcado el inicio de una legislatura caracterizada por la fragmentación política y el auge de fuerzas euroescépticas en varios Estados miembros. En este contexto, España se consolida como un actor clave dentro del bloque europeísta, con 61 eurodiputados y un liderazgo reforzado en las principales agrupaciones parlamentarias.
La gran coalición está formada por el Partido Popular Europeo (PPE), que defiende el conservadurismo moderado, la economía social de mercado y una mayor integración europea basada en valores democráticos y cristianos; los socialdemócratas (S&D), que promueven la justicia social, el fortalecimiento del Estado de bienestar y políticas progresistas para una UE más igualitaria y sostenible; y Renew Europe, un grupo político centrista y liberal fundado en 2019, que defiende el europeísmo, el libre mercado y los derechos individuales).
Dentro de esta alianza, España posee una capacidad de influencia significativa, tanto en la aprobación de normativas esenciales como en la defensa de intereses estratégicos nacionales. Sin embargo, la ausencia de eurodiputados españoles en áreas críticas como Industria o Energía, así como el riesgo de una mayor polarización interna, plantea desafíos a la hora de proyectar una política eficaz en el escenario europeo.
Ribera: vicepresidenta para una transición limpia y justa
La designación de la española Teresa Ribera como vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea, responsable de una transición limpia, justa y competitiva, así como de la política de competencia, refuerza la posición de los parlamentarios españoles en la legislatura 2024-2029 del Parlamento Europeo. Su liderazgo en áreas clave como la descarbonización y la digitalización de la economía europea facilita la alineación de las políticas comunitarias con los intereses y prioridades de España.
Recientemente, Ribera asumió temporalmente las funciones de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, durante una reunión del colegio de comisarios debido a la convalecencia de von der Leyen por una neumonía. Este hecho subraya el peso político de España en la UE, evidenciado por la asignación de una cartera de alta relevancia a una representante española y su papel en la toma de decisiones a escala comunitaria.
La capacidad de influencia significativa de España
Ribera asumió el 1 de diciembre de 2024 el cargo. En su intervención inaugural ante el Parlamento Europeo, reafirmó el compromiso con el Pacto Verde Europeo, enfatizando que su implementación será proporcional y efectiva en cuanto a los costes, y subrayó la importancia de mantener la competitividad industrial y la prosperidad ciudadana.
El liderazgo en la reforma de las ayudas estatales para impulsar inversiones verdes y evitar que beneficien exclusivamente a intereses nacionales resulta crucial para prevenir una carrera de subsidios entre los Estados miembros y mantener la competitividad de la economía europea. Esta gestión proactiva en áreas clave como la transición ecológica y la competitividad económica ofrece a una plataforma sólida para promover iniciativas alineadas con los intereses nacionales, facilitando la colaboración en políticas que beneficien tanto a España como al conjunto de la UE.
La influencia española no se limita al Parlamento. En la Comisión, España ha tenido un papel destacado en la creación de carteras como Vivienda y Pesca, que reflejan prioridades nacionales. Además, nuestro país ha promovido debates estratégicos sobre recursos hídricos y desertificación.
La realidad parlamentaria de España en el nuevo ciclo
Las elecciones europeas del pasado año configuraron un Parlamento más fragmentado. Los 61 eurodiputados que aporta a España la sitúan en el cuarto lugar en representación tras Alemania, Francia e Italia.
El liderazgo de España es posible gracias al triunfo de los partidos tradicionales (PP y PSOE), que superaron con claridad a las fuerzas euroescépticas, algo que no ocurrió en otros grandes Estados miembros como Francia o Italia, donde la derecha nacionalista y populista ha crecido exponencialmente, con Marine Le Pen y Giorgia Meloni al frente.
La evolución histórica del peso español en el Parlamento Europeo
Desde su adhesión a la UE en 1986, España ha visto aumentar progresivamente su representación en el Parlamento Europeo, lo que se ha traducido en que ha pasado de los 60 eurodiputados que se asignaron inicialmente a nuestro país a los 61 actuales tras el Brexit y la última ampliación del número de escaños. Este aumento contrasta con el descenso de influencia de países como Alemania o Suecia, y coloca a España como un actor clave en las dinámicas legislativas. Además, el equilibrio político logrado con los partidos europeístas contrasta con la tendencia en países como Polonia y Hungría, donde las fuerzas euroescépticas dominan la agenda. La comparación histórica muestra que España ha sabido adaptarse estratégicamente a los cambios, como en 2001, cuando sacrificó escaños en el Parlamento a cambio de mayor influencia en el Consejo de Ministros bajo el Tratado de Niza, una decisión que aún tiene repercusiones.
España se hace fuerte en derechos sociales, justicia y pesca
España ocupa tres presidencias de comisión: Carmen Crespo (Pesca), Javier Zarzalejos (Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior) y Lina Gálvez (Derechos de las Mujeres e Igualdad de Género). Este liderazgo es relevante, ya que temas como la pesca, esenciales para comunidades como Galicia y Andalucía, se ven directamente influenciados por decisiones europeas. En comparación, Alemania lidera seis comisiones, pero la distribución española sigue siendo destacada, especialmente en áreas sociales y de justicia, donde la voz española ha sido tradicionalmente fuerte.
Liderazgo del PP y el PSOE en los principales grupos
El peso de los eurodiputados españoles en los grupos parlamentarios es clave. El PP y el PSOE son la segunda delegación más grande en el PPE y el S&D, respectivamente, solo superados por Alemania e Italia. Esta posición se traduce en puestos de responsabilidad, como la presidencia de Iratxe García en el S&D y la vicepresidencia de Dolors Montserrat en el PPE. El protagonismo, sin embargo, no se limita a la gran coalición. España también tiene representación destacada en otros grupos, como Los Verdes, donde están Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y el Bloque Nacionalista Galego (BNG), que defienden la justicia climática, la transición ecológica, los derechos humanos y una mayor integración europea basada en la sostenibilidad y la democracia, o el PxE (Pueblos de Europa), que es una coalición de partidos regionalistas e independentistas en el Parlamento Europeo que busca defender los intereses de las regiones y minorías nacionales dentro de la UE; lo que diversifica la capacidad de influencia de nuestro país.
Logros de los eurodiputados españoles
Entre 2019 y 2024, los representantes españoles lideraron o influyeron significativamente en la aprobación de normativas clave como la Ley de Servicios Digitales y la Directiva de Energías Renovables. En el caso de esta última, eurodiputados como Nicolás González Casares (PSOE) jugaron un papel protagonista para asegurar un enfoque que beneficiara a las industrias españolas de energías limpias. Además, iniciativas como el Reglamento sobre Asilo y Migración, encabezadas por Javier Zarzalejos, del PP, reflejan la capacidad de España para abordar desafíos europeos desde una perspectiva nacional.
Falta de liderazgo en Industria, Investigación y Energía
Pese a su buen posicionamiento, España tiene carencias en sectores estratégicos. Por ejemplo, no ocupa presidencias ni vicepresidencias en comisiones clave como Industria, Investigación y Energía, esenciales para la agenda de competitividad europea. Estas lagunas contrastan con su liderazgo en áreas sociales y de justicia, donde, aunque relevante, el impacto económico es menor. En un contexto donde la UE busca reforzar su competitividad global, esta ausencia plantea retos significativos para España, especialmente cuando ocupa la cartera de Competencia en la Comisión.
El valor de incrementar la influencia cualitativa
El informe del Real Instituto Elcano destaca que, aunque la experiencia y preparación técnica de los eurodiputados españoles ha mejorado en las últimas décadas, todavía existen desafíos. Tradicionalmente, las listas electorales del PP y PSOE priorizaron equilibrios territoriales sobre competencias técnicas. Esta dinámica contrasta con países como Alemania, donde los candidatos al Parlamento Europeo suelen tener carreras profesionales ligadas a la integración europea. Sin embargo, la tendencia parece estar cambiando. Ejemplos recientes, como la elección de Lina Gálvez, del PSOE, especializada en igualdad de género, muestran avances, pero aún queda camino por recorrer.
Cómo modificar la dinámica de polarización política
Un tema clave del estudio es cómo la polarización interna en España podría trasladarse al Parlamento Europeo. Ejemplos como el conflicto entre PP y PSOE por la confirmación de Teresa Ribera como vicepresidenta de la Comisión evidencian esta tensión. En contraste, ambos partidos habían mostrado un alto grado de cohesión en legislaturas anteriores, colaborando en iniciativas clave como la Directiva de Servicios Digitales y la Ley Climática Europea. Esta fragmentación podría debilitar la influencia española en debates cruciales.
¿Y cómo combatimos esas dinámicas de tendencia a la polarización? Los expertos en la realidad del Parlamento Europeo consideran que sería fundamental fomentar mecanismos de cooperación transpartidista basados en intereses nacionales comunes en lugar de rivalidades ideológicas. El camino hacia este paradigma podría lograrse mediante la creación de foros de diálogo permanentes entre eurodiputados españoles de diferentes grupos políticos, con el objetivo de coordinar posiciones en temas estratégicos como la política energética o la regulación digital. Además, la presión de actores económicos y sociales, como empresas y organizaciones civiles, podría incentivar acuerdos pragmáticos que refuercen la voz de España en Bruselas, evitando así que disputas internas socaven nuestra capacidad de influencia en el entorno europeo.
España, bastión contra el euroescepticismo, salvo Vox
Mientras los partidos euroescépticos ganan terreno en países como Francia e Italia, España ha mantenido su compromiso con la integración europea. Este contraste se refleja en la delegación española, donde el apoyo a la Comisión von der Leyen fue uno de los más altos en Europa. Sin embargo, el auge de Vox, que ocupa un papel destacado en el grupo Patriotas por Europa (grupo político de extrema derecha en el Parlamento Europeo, formado en 2024, que defiende el nacionalismo, la soberanía estatal y la oposición a una mayor integración europea) podría complicar esta dinámica, especialmente en debates polarizadores como la migración o la transición ecológica.
Casos de éxito: pesca sostenible y energía renovable
España ha liderado iniciativas en áreas como comercio internacional y política migratoria. Un ejemplo es la legislación sobre cuotas de pesca sostenible, donde Carmen Crespo, del PP, logró un equilibrio entre las prioridades ambientales y las necesidades del sector pesquero español. Otro caso es la política de energía renovable, donde los eurodiputados españoles garantizaron que las industrias nacionales tuvieran acceso preferente a fondos europeos.
En resumen: durante la legislatura anterior, los eurodiputados españoles jugaron un papel decisivo en la aprobación de normativas clave como la Ley de Servicios Digitales y la Directiva de Energías Renovables, además de liderar debates sobre migración y sostenibilidad pesquera. Su capacidad de influencia se ha reflejado también en la dirección de comisiones parlamentarias y en la presencia en los principales grupos políticos europeos.
Ante el futuro, el reto será consolidar esta posición sin perder peso en sectores estratégicos como la innovación y la energía, donde otros países, como Alemania y Francia, mantienen una ventaja. Más allá del caso español, la estabilidad y el desarrollo de la Unión Europea en los próximos años dependerán de la capacidad de sus políticos para superar la fragmentación parlamentaria, reforzar la cooperación entre Estados miembros y promover una agenda común que haga frente a desafíos globales como la transición ecológica, la competitividad económica y la gestión de la inmigración.