Juan Bolívar Díaz
Embajador de la República Dominicana en España
Manuel Paillole
A Juan Bolívar le quedan semanas al frente de la Embajada de la República Dominicana en España, donde se ha “sentido muy bien” y a la que reserva un capítulo en sus memorias. Pero todavía no lo ha escrito. “Cuando me encuentre más liberado”, asegura. Su próximo destino como diplomático será México. Un lugar muy especial para él: “Allí empecé mi andadura como periodista”. Y desde entonces siempre se movió entre esos dos mundos.
¿Qué le ha gustado más: ejercer la diplomacia o el periodismo?
La verdad es que lo que soy es periodista, y además marcado por 50 años de ejercicio muy intenso, que no es poco. Estuve en el centro de debates nacionales, fui profesor universitario de Comunicación, dirigente del Colegio de Periodistas, activista comprometido en los 90 para promover la democracia, contra la corrupción y por la transparencia, y muchas cosas más.
Ejercí como diplomático entre 1984 y 1986, pero regresé al periodismo corriendo porque entonces la diplomacia era otra cosa. Era demasiado lenta para mí. Si yo hubiera estado en España entonces, tal vez no lo hubiera sentido así. Pero es que yo estaba en Perú y las relaciones eran puramente protocolarias. No había mucho que hacer allí y al año yo estaba renunciando para irme, aunque tuve que aguantar un segundo año.
¿Y qué fue más relevante en el periodismo?
En 1978 vivimos un período crítico porque el Gobierno pretendió quedarse, como ahora en Venezuela. Esa vez recibimos una gran solidaridad internacional para detener el intento de desconocer el resultado electoral que protagonizaba Joaquín Balaguer, que ya llevaba 12 años consecutivos en el Gobierno, una ‘casi’ dictadura. ¿Y sabe qué? Venezuela fue el país que más solidaridad dio entonces a la República Dominicana.
Qué paradoja, ¿no?
Venezuela fue durante más de 50 años el modelo democrático cuando toda América Latina estaba hundida en dictadura militares. Cuando en República Dominicana iniciamos la transición democrática con las elecciones de 1978, sólo se salvaban Colombia —aunque tenía una insurgencia fuerte— Costa Rica y Venezuela.
Luego todo degeneró.
Pero no durante el primer período de Hugo Chávez. Yo creo que aquel fue un gobierno autoritario, más no se le puede calificar de dictadura. Todavía no habían presos políticos ni exiliados, ni mataban a los opositores.
¿Qué le ha parecido lo ocurrido estos días en Venezuela?
Creo que a él (Edmundo González) le faltó energía. No debió salir de Venezuela. Debía haberse quedado en la Embajada de España. Porque, además, en ese momento, el régimen estaba a la defensiva. Aquello se interpretó como una ayuda del Gobierno de España al régimen de Maduro, lo que no fue justo porque el Gobierno español le dio asilo y el canciller Albares dijo claramente que podía permanecer aquí el tiempo que quisiera. España no le pidió que saliera.
¿Coincide la República Dominicana con esa postura española?
Sí, en nuestras reuniones políticas bilaterales mantenemos esa coincidencia, igual que sobre Nicaragua y otros conflictos regionales. Mantenemos una coincidencia muy importante con la política exterior española en defensa de los principios democráticos.
¿Le preocupa cómo se desarrollan las cosas en Estados Unidos?
La democracia es un proceso. Estados Unidos fue durante décadas el modelo democrático. Pero no es precisamente lo que hemos visto en los últimos 6 o 7 años, desde el asalto al Congreso hasta hoy.
Y en Europa misma debe preocuparnos que prácticamente hayan desaparecido la democracia cristiana y la socialdemocracia, que fueron los pilares del estado del bienestar durante 6 o 7 décadas y crearon un sistema modélico para todos.
¿Debe Latinoamérica temer a la nueva Administración Trump?
Hay preocupación en la República Dominicana, lo puede ver en los artículos de prensa. Pero el Gobierno es muy prudente. Y es lógico porque nosotros tenemos una dependencia económica y geopolítica muy fuerte de Estados Unidos por razones obvias.
De todas maneras, claro que genera preocupación que un gobernante que aún no ha tomado posesión ya esté amenazando a Canadá y a México y quiera apropiarse de Groenlandia y del Canal de Panamá.(Eliminar).
Y en nuestro caso también debemos añadir que hay preocupación sobre la inmigración porque tenemos una colonia muy grande en Estados Unidos, a donde desde los años 60 emigraron más de un millón y medio de dominicanos que hoy día, con los hijos, pasan de dos millones.
Esa migración tuvo un doble efecto positivo para el país: por un lado, quitó presión a la caldera socio-laboral y, por otro, esos trabajadores ahora contribuyen a la economía nacional con sus remesas de dinero.
¿Qué suponen esas remesas para su país?
Este año la economía dominicana prevé recibir más de 10.500 millones de dólares de remesas procedentes de todo el mundo. Esa cantidad supone el 50% de las recaudaciones fiscales totales del país y equivale a toda la inversión social, que incluye educación, salud pública y programas de asistencia.
El 85% de esas remesas vienen de Estados Unidos. Por lo tanto, para nosotros es preocupante que nos empiecen a mandar masivamente a inmigrantes que todavía no tengan un estatus regular, aunque él (Trump) no distinga mucho entre regulares e irregulares y hasta les culpe, en general, de hechos cometidos por norteamericanos, como el atropello de Nueva Orleans o la bomba frente a uno de sus hoteles. Ese discurso es muy peligroso.
También hay una importante comunidad dominicana en España.
España es el segundo país donde más dominicanos hay de todo el mundo. Fue un movimiento muy fuerte en los años 80-90. Con la crisis financiera del 2008 se fueron varios miles de dominicanos a otros países, incluso a Estados Unidos, pero ya con nacionalidad española.
Los últimos datos indican que el crecimiento vegetativo de la comunidad dominicana en España es un 2% anual. Es decir, un crecimiento ya integrado dentro de la sociedad española.
Actualmente hay 193.000 dominicanos registrados en España, de los que 120.000 tienen nacionalidad y pasaporte español. ¿Quedaron atrás los años en los que se les veía como una comunidad problemática?
Eso tuvo una visibilidad muy notable durante algunos años en los que se les achacaban, a veces injustamente, problemas de delincuencia, de bandas, tráfico de mujeres. Todo eso eso dejó una estela pero ya no existe porque se establecieron muchos controles. Y a partir de ahí, el grueso de los inmigrantes fueron trabajadoras domésticas, que ya venían con visado.
En los últimos años la migración es de profesionales, jóvenes que vinieron a estudiar y se quedaron. En los últimos 12 años mi gobierno ha concedido 14.000 becas a estudiantes de postgrado, para máster y doctorados. Una media sobre mil anuales. Eso rompe todos esos discursos xenofóbicos que dicen que el inmigrante solamente viene a aprovecharse del país. Eso demuestra lo contrario, porque además los que se quedan, aproximadamente un 30%, son los más brillantes y tienen mejores expectativas de empleo.
Para llegar a este punto también hubo que luchar contra las bandas, y todavía sigue esa lucha.
Hay todavía dos bandas en las que los dominicanos han influido y han tenido liderazgo: los Dominican Don’t Play (DPP) y los Trinitarios. Las otras han desaparecido. Y en estas dos ya no son sólo dominicanos sus integrantes, hay marroquíes, rumanos, españoles, pero se le considera una banda dominicana.
¿Qué tal ha funcionado el plan anti-bandas?
Todavía está en vigor. Se llama Proyecto de Intervención Integral e Interdisciplinar con jóvenes para la prevención de la violencia en Madrid. Hemos trabajado mucho en los barrios porque es importante disminuir el efecto negativo que tiene la presencia de esos chicos sobre la imagen del país. Son 200 o 300 muchachos dominicanos los que están metidos en esto. No son muchos, pero suficiente para hacer mucho ruido.
Lo importante es que vamos avanzando. Afortunadamente ya hace 2 años que no se han producido muertes, cuando hasta 2021 llevábamos una media de 3 por año.
Estamos conectados con las autoridades policiales y con todas las municipales. Se ha hecho un trabajo muy intenso, de vínculo con las organizaciones españolas y de otros países que trabajan en los barrios. Hemos dado talleres de prevención de la violencia a 30.000 muchachos.
¿Cómo han podido llegar a tantos chicos?
Porque lo hemos hecho con las escuelas públicas. No sé si podemos atribuir a este programa que haya bajado la violencia, pero de todas maneras la prevención en sí es muy importante porque hay muchos niños que probablemente por falta de información se metían en eso y los talleres les han dado las herramientas para auto controlarse.
Y también les ‘invadimos’ las canchas, que son sus territorios donde viven, se pelean, menudean drogas, aunque no son narcotraficantes, y nuestro personal técnico ha tenido la capacidad de vincularse con ellos. es importante, porque son menores de edad y están en una etapa en la que hay que tirarles un salvavidas, no un estigma.
Y para eso también nos hemos apoyado en el deporte. Hemos dado cada año 400-500 uniformes de baloncesto y voleibol y hemos organizado equipos en todos los barrios.
¿Han trabajado también con presos?
Yo he ido varias veces a la cárcel a hablar con algunos cabecillas presos. Hemos hecho talleres con ellos. Hay un programa muy inteligente en la cárcel de Soto del Real para formación de líderes sociales. Con ello tratan de canalizar esas energías, hacerlo positivas.
¿La cultura también ha jugado un papel importante en estos planes?
Por supuesto. En 2023 volvimos a colaborar con la Comunidad de Madrid que nos dedicó su Semana de la Hispanidad, para traer 40 artistas de República Dominicana. Pero esta vez pensamos hacerlo distinto. Nuestro Gobierno estableció que el primer fundamento de nuestra política exterior es la promoción y defensa de la diáspora dominicana. Y por ello la política de la embajada fue bajar hacia los barrios muchas actividades que antes se quedaban en el centro de Madrid.
¿Cómo ha influido en la proyección exterior del país el ciclo ‘Todo cine, todo Dominicana’?
La cultura es un elemento sustancial de la convivencia humana. Y a través del cine proyectamos la identidad de la cultura dominicana, que tiene una fabulosa mezcla de España y de África, de la que nos sentimos muy orgullosos.
Hablemos de la relación bilateral con España. ¿Cómo la describiría?
Tenemos tres grandes capítulos de la cooperación española. Por un lado, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo lleva muchos años auspiciando programas medioambientales en la República Dominicana relativos al agua y a los desechos
Por otra parte, la inversión española directa hoy en la República Dominicana es la segunda más grande después de la de Estados Unidos y la segunda que más crece. Esa inversión ha ido fundamentalmente a energías no renovables, donde el 55% de lo invertido corresponde a empresas españolas, y también al sector inmobiliario, donde una empresa española está construyendo cerca de 2.000 viviendas. Ya no es sólo la construcción de hoteles.
Pero el tercer capítulo del que me habla supongo que sigue siendo el turismo.
Sí. El 75% de la inversión en habitaciones hoteleras, hoy en día, sigue siendo española. Y la tendencia es al alza.
ONU Turismo considera a su país entre los ‘virtuosos’ del desarrollo turístico ¿A qué se debe?
Ganamos mucho prestigio ante ONU Turismo porque fuimos el primer país que restableció el turismo después del COVID. Aprovechamos que China hizo una donación de su vacuna, que era la única disponible en ese momento, y empezamos a vacunar antes que en Europa. El caso es que funcionó y, además, se informó a los turoperadores de que se había establecido un seguro de salud y un seguro de vida para los turistas. Muy pocos lo necesitaron porque no hubo casi contagios. Y empezaron a volver.
En el último trimestre del 2022 alcanzamos las cifras que tuvimos en 2019. Y hemos seguido creciendo hasta ser el segundo país de América Latina después de México en número de visitantes.
¿Qué objetivos se plantea la República Dominicana en turismo para 2025?
Mantener el crecimiento del 12% que hemos tenido este año, que hemos pasado de 11.000.000 de visitantes. Pero para ello, también tenemos que mejorar algunos problemas de aguas y de saneamiento ambiental en zonas turísticas.
También el Ministerio de Medio Ambiente ha asumido más control que antes en los permisos para las construcciones y para preservar la riqueza de las costas, los corales. También hay un programa de control de las dimensiones de las construcciones en altura.
Por cierto, ¿la Embajada se ha convertido durante su gestión en la primera ‘Embajada Verde’ de República Dominicana en el mundo. ¿Qué significa esto?
Nosotros nos adscribimos a un programa internacional para establecer una serie de parámetros de ahorro de energía y de no contaminación. Y nos dieron la certificación de ‘Embajada Verde’ porque cumplimos con esos niveles. Vienen cada año a hacer una revisión: si hay escapes de agua, si es correcto el tratamiento que damos a los desechos, etc. Es importante para la imagen que proyecta un Gobierno, en este caso a través de sus embajadas, en el extranjero. Pero, además, y aún más importante, nos hace más racionales en el consumo.