América Latina ha entrado en una nueva fase de su historia diplomática, marcada por un renovado interés en el multilateralismo y la cooperación regional. Organizaciones como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), así como la creciente influencia de alianzas como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), están configurando un panorama que desafía la hegemonía tradicional de Estados Unidos en el continente. Este fenómeno no solo responde a un deseo de mayor autonomía en la región, sino que también refleja una estrategia para posicionarse en un mundo cada vez más multipolar.
El retorno de CELAC: integración regional y autonomía política
Fundada en 2010 como un bloque alternativo a la Organización de Estados Americanos (OEA), CELAC había quedado relegada a un segundo plano en los últimos años. Sin embargo, bajo el liderazgo de figuras como el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y el mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, la organización ha recuperado protagonismo como foro de diálogo entre los países de la región.
En la última cumbre de CELAC, celebrada en enero de 2023 en Buenos Aires, quedó patente la voluntad de la región de reforzar su unidad para abordar desafíos comunes, desde el cambio climático hasta la seguridad alimentaria y energética. Lula, uno de los principales impulsores de este resurgir, declaró: “Nuestra fuerza radica en nuestra unidad, y solo a través de ella podremos tener voz en el concierto global”.
Analistas como Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales en la Fundación Getúlio Vargas de São Paulo, han subrayado que CELAC tiene el potencial de convertirse en un contrapeso a la influencia de la OEA, tradicionalmente dominada por Estados Unidos. Sin embargo, Stuenkel también advierte que las diferencias ideológicas entre los países miembros podrían ser un obstáculo para consolidar esta integración.
BRICS: el papel de Brasil y la inclusión de nuevos miembros
La participación de Brasil en los BRICS ha adquirido una nueva dimensión en los últimos años. Con la incorporación de países como Argentina, Irán y Arabia Saudita al grupo, la alianza ha reforzado su carácter global, posicionándose como un eje clave en el sistema internacional. Para Brasil, el BRICS representa no solo una oportunidad económica, sino también una plataforma para proyectar su liderazgo en la región y en el ámbito global.
El creciente interés de los BRICS por América Latina es parte de una estrategia más amplia de diversificación de alianzas en un contexto de rivalidad entre Estados Unidos y China. Según el politólogo Andrés Serbin, presidente de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (CRIES), la región está buscando “nuevas fórmulas de cooperación que no dependan exclusivamente de los parámetros establecidos por Occidente”.
Sin embargo, la influencia de los BRICS en la región no está exenta de tensiones. Por un lado, países como Brasil y Argentina ven en la alianza una oportunidad para reducir su dependencia del dólar y fortalecer su comercio exterior. Por otro lado, existe el riesgo de que esta integración profundice las asimetrías económicas entre los países miembros, con potencias como China ejerciendo un poder desproporcionado.
Haití: el eslabón más débil del multilateralismo regional
En el contexto del multilateralismo latinoamericano, Haití emerge como un caso paradigmático de las contradicciones y limitaciones de la cooperación regional. El país, sumido en una crisis política, económica y social desde hace décadas, ha sido objeto de múltiples intervenciones internacionales, pero su situación sigue siendo crítica.
CELAC y otros foros regionales han abordado en repetidas ocasiones la situación de Haití, pero los resultados han sido escasos. La falta de una estrategia conjunta para apoyar al país refleja las debilidades estructurales de las instituciones regionales, incapaces de ofrecer soluciones efectivas en situaciones de emergencia.
Analistas como Moisés Naím han señalado que Haití es un recordatorio de los retos del multilateralismo en una región caracterizada por profundas desigualdades y divisiones internas. Para Naím, “la falta de acción contundente en Haití pone en entredicho la credibilidad de los esfuerzos de integración regional y subraya la necesidad de un liderazgo más decidido”.
El desafío de construir un multilateralismo eficaz
A pesar de los avances recientes, el multilateralismo latinoamericano enfrenta importantes desafíos. Las diferencias ideológicas entre gobiernos, la falta de recursos financieros y la influencia externa de actores como Estados Unidos y China complican la construcción de una agenda común.
Sin embargo, también hay razones para el optimismo. La creciente conciencia de la importancia de la unidad regional, combinada con la voluntad de países clave como Brasil, México y Argentina, sugiere que América Latina está dando pasos en la dirección correcta. Como señala el académico argentino Juan Gabriel Tokatlian, “el multilateralismo en América Latina no será perfecto, pero es indispensable en un mundo que avanza hacia el policentrismo”.
Conclusión: una oportunidad histórica
El auge del multilateralismo en América Latina no es solo una respuesta a las dinámicas globales, sino también una oportunidad para que la región tome las riendas de su propio destino. CELAC, BRICS y otros foros ofrecen plataformas valiosas para promover la cooperación y la integración, pero su éxito dependerá de la capacidad de los líderes regionales para superar sus diferencias y construir un proyecto común.
En un momento en que el mundo enfrenta desafíos como el cambio climático, las tensiones geopolíticas y las crisis económicas, América Latina tiene la posibilidad de convertirse en un actor clave en el