<h6><strong>The Diplomat</strong></h6> <h4><strong>La Caja de las Letras del Instituto Cervantes ha recibido este viernes el legado 'in memoriam' del que fuera presidente de República entre 1936 y 1939, Manuel Azaña (Alcalá de Henares, Madrid, 1880-Montauban, Francia, 1940).</strong></h4> En el acto han participado Luis García Montero, director del Cervantes; María José Navarro Azaña, sobrina nieta de Manuel Azaña; Isabelo Herreros, escritor y periodista, y José Morilla, presidente del Foro del Henares. El acto fue clausurado por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. Como testigo de honor del legado actuó Emilio Cassinello, director del Centro Internacional de Toledo para la Paz y embajador de España. También asistieron Susana Sumelzo, secretaria de Estado para Iberoamérica y el Caribe y el Español en el Mundo, y Carmen Noguero, secretaria general del Cervantes. Manuel Azaña, además de ser uno de los grandes intelectuales de su tiempo, fue ministro de Guerra, presidente del Consejo de Ministros (de 1931 a 1933) y último presidente de la Segunda República española (de 1936 a 1939). Este legado, que incluye, entre otros documentos, una miniatura del histórico discurso que el también escritor pronunció en el Campo de Comillas en 1935 o varias primeras ediciones de algunas de sus obras más emblemáticas, como ‘El jardín de los frailes’ o ‘La velada en Benicarló’, se enmarca en la XII edición de las Jornadas sobre la vida y obra de Manuel Azaña, que se celebran desde este pasado jueves 9 de enero hasta el próximo martes 14 de enero en la sede del Cervantes en Alcalá de Henares (Madrid) y que el Instituto organiza junto al Foro del Henares. En su intervención, García Montero reivindicó como “un patrimonio fundamental de los todos españoles” la figura de Manuel Azaña, “representante indiscutible de los valores democráticos y de la defensa de los derechos humanos en un mundo muy complicado”. Por ello, prosiguió, este legado permite recordar y reconocer la labor de Azaña como corresponsal desde Francia e Italia durante la I Guerra Mundial, “con un gran sentimiento aliadófilo”, y como ensayista, reivindicador de Cervantes, premio Nacional de Literatura (1926), presidente del Ateneo de Madrid y “un personaje fundamental desde le jefatura del Estado en la II República española”. “Nuestro presente es impensable sin nuestra memoria, y si hoy en vez de paz piedad, perdón”, palabras que Azaña pronunció en uno de sus simbólicos discursos, “podemos reivindicar paz, concordia e igualdad es porque hemos sabido heredar el compromiso histórico de personas como Azaña”, añadió. Por ello, su legado “es la herencia de alguien que nos he permitido desde la memoria la trasformación de la sociedad española, convertirnos en un referente democrático en el mundo y sentirnos orgulloso del país en el que vivimos”, concluyó. Por su parte, José Manuel Albares afirmó, durante la clausura del acto, que “Azaña nos convenció de que la palabra y la razón son las únicas herramientas legítimas de la política”. Por ello, “este acto es un ejercicio imprescindible de salud democrática en un momento en el que aquellos valores que tanto defendió se ven atacados”.