<h6><strong>Eduardo González</strong></h6> <h4><strong>La Lotería Nacional, cuyo máximo exponente es el sorteo de Navidad que se celebra hoy en Madrid, nació en 1763 por iniciativa del Gobierno de Carlos III como un impuesto indirecto encubierto para incrementar los ingresos de las arcas reales y financiar los compromisos bélicos de la Monarquía.</strong></h4> En 1759, Carlos VII de Nápoles se convirtió en Carlos III de España y, en virtud de ello, uno de sus principales hombres de confianza, el marqués de Esquilache, pasó a desempeñar en su nuevo destino exactamente el mismo cargo que ejercía anteriormente en Italia, el de secretario (ministro) de Hacienda. Cuando se produjo el relevo, España estaba metida de lleno en la <strong>Guerra de los Siete Años</strong> en favor de su aliada dinástica Francia y en contra de los intereses británicos en América. El país se encontraba en plena crisis financiera y Esquilache, tanto en la Secretaría de Hacienda como en la de Guerra (para la que fue nombrado secretario en 1763), se vio en la obligación de reorganizar las Fuerzas Armadas y de incrementar los ingresos para las arcas reales. Con ese fin, el marqués no sólo ordenó el incremento de la presión fiscal y la liberación del comercio de cereales (dos factores determinantes del Motín de Esquilache, aparte de las famosas capas y sombreros), sino que se esmeró en la búsqueda de nuevas fórmulas para la captación de ingresos. Una de esas fórmulas fue, precisamente, la creación de la <strong>Lotería Nacional</strong>, un impuesto indirecto encubierto que fue establecido por Esquilache mediante <strong>Real Decreto de 30 de septiembre de 1763</strong> y cuyo primer sorteo se celebró en Madrid el 10 de diciembre de ese mismo año en la Sala del Consejo de Hacienda. Aquella lotería <em>Beneficiata</em> o Primitiva no fue demasiado popular en sus inicios, por lo que fue objeto de varias reformas posteriores para darle un aspecto más <em>benéfico</em> y para incrementar los porcentajes de los premios, lo que la hizo menos rentable para el Estado. A finales del siglo XVIII fue creado <em>El Fanático por la Lotería</em> o <em>El Enano Afortunado</em>, una especie de mascota publicitaria de la Lotería que, según algunos estudiosos, dio origen a la expresión <em>El Gordo</em> para denominar al primer premio. En 1771, los <strong>niños de San Ildefonso</strong> -la Institución dedicada a la infancia más antigua de Madrid- cantaron por primera vez los números de la Lotería. El 23 de noviembre de 1811, las <strong>Cortes de Cádiz</strong> aprobaron la creación de una nueva Lotería para financiar la guerra contra Napoleón. La iniciativa partió de Ciriaco González Carvajal, ministro del Consejo y Cámara de Indias, y se inspiraba en una lotería similar y bastante exitosa que se jugaba desde 1771 en Nueva España, el actual México. La nueva fórmula, mucho más sencilla y rentable que la anterior (el porcentaje de los premios era bastante menor), fue bautizada como la Lotería Moderna para diferenciarla de la Primitiva, que desapareció en 1862, hasta que fue recuperada en 1985 con la misma fórmula anterior. La Lotería Moderna celebró su primer sorteo el 4 de marzo de 1812 y el primer sorteo de Navidad (aunque todavía sin ese nombre) se celebró el 18 de diciembre del mismo año. <strong>El primer Sorteo de Navidad propiamente dicho tuvo lugar el 23 de diciembre de 1892.</strong> El primer <em>Gordo</em> fue el número 03604, premiado con 8.000 reales, 2.000 pesetas de la época.