Por contextualizar: pasada la primera quincena de noviembre, Irán trató de convencer a Hezbolá de aceptar un alto al fuego en Israel. Casi simultáneamente, el embajador de Irán ante la ONU se reunía con Elon Musk, una propuesta para el círculo íntimo del presidente electo Donald J. Trump. Y el viernes sostendrá conversaciones en Ginebra con países europeos sobre una variedad de temas, incluido su programa nuclear. Uno de los primeros acercamientos genuinos de cualquiera de los países del Golfo con territorio occidental, desde que las relaciones se tensaran en 2018 en el momento en que EE.UU. se retirara unilateralmente del pacto Nuclear de Irán.
Toda esta diplomacia incipiente marca un cambio brusco de tono con respecto a finales de octubre. Irán se preparaba para lanzar un gran ataque de represalia contra Israel, cuando un subcomandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica advirtió: “Nunca hemos dejado una agresión sin respuesta en 40 años”.
¿Cuáles son los orígenes del paso de Irán de un discurso rudo y reactivo a este tono conciliador en apenas unas semanas?
El ministro de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, dijo el miércoles que Irán dio la bienvenida a la tregua entre Hezbollah e Israel, añadiendo que “Teherán mantiene su derecho a responder a los ataques aéreos de Israel contra Irán el mes pasado, pero tendrá en cuenta los acontecimientos regionales como el alto el fuego en el Líbano”. En opinión de Sanam Vakil, director para Medio Oriente de Chatham House (grupo británico de investigación de políticas), parece claro que Irán está respondiendo a los cambios que se avecinan en Washington, así como al cambiante panorama geopolítico interno y regional que enfrenta ahora.
Por otro lado, fuentes informan que la decisión de recalibrar pudo ser motivada por la victoria de Trump en las elecciones del 5 de noviembre, con preocupaciones sobre un líder impredecible que, en su primer mandato, siguió una política de “máxima presión” sobre el territorio iraní. Con el temor de que se repitan las mismas dinámicas llevadas a cabo la pasada legislatura, no sólo de aborto de las relaciones sino del incremento de la coerción sobre los países del Golfo Pérsico, Irán ha reculado. Parece además, que dicho recejo fue impulsado por la aniquilación de Hezbolá por parte de Israel en el Líbano –el más cercano e importante de los aliados militantes de Irán–.
Parecía, en un inicio, que Irán suspendió sus planes de atacar a Israel después de la elección de Trump porque no quería exacerbar las tensiones con la administración entrante, que ya estaba alineando candidatos hostiles a Irán y partidarios acérrimos de Israel para el gabinete. Sin embargo, los planes declarados de Trump para poner fin a las guerras en Medio Oriente y Ucrania atrajeron a Irán, dijeron los funcionarios.
No obstante y más allá de eso, existe una razón de peso, mucho más enjundiosa en la voluntad de Irán por tender puentes con occidente. Y es que el país experimenta una de las mayores crisis económicas internas de las últimas décadas, donde la moneda ha caído constantemente frente al dólar y se avecina una escasez avisal de energía a medida que el invierno acecha. Digamos que, entre todas las razones que lo llevan a apocarse tras su conducta –ciertamente desafiante– en el último lustro, lo que se esconde es una necesidad ulterior.
El opaco régimen de Irán y una gobernanza plagada de rivalidades entre facciones a veces pueden generar mensajes contradictorios a audiencias externas y marcadas diferencias internas, aunque el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, siempre tiene la última palabra.
El presidente Ebrahim Raisi murió este año y en julio fue elegido un moderado, Masoud Pezeshkian, para reemplazarlo, con el mandato de implementar algunas reformas económicas y sociales y comprometerse con Occidente. Pezeshkian tiene mucho poder sobre la política interna y cierta influencia en los asuntos exteriores.
¿Y MUSK?
Apenas unos días después de las elecciones estadounidenses, el embajador de Irán ante las Naciones Unidas, Amir Saeid Iravani, se reunió con Musk, el empresario multimillonario que cuenta con el apoyo de Trump, en la residencia del embajador en Nueva York para discutir la reducción de las tensiones con la administración entrante de Trump. Dos funcionarios iraníes describieron la reunión como prometedora.
La conocida aversión de los conservadores iraníes al presidente americano hizo que arremetieran, llamando traidor al embajador, yseñalando el tipo de lucha interna que enfrenta el gobierno por el compromiso con cualquiera en la órbita de Trump. Ya que este abandonó el acuerdo nuclear con Irán en 2018, impuso duras sanciones al país y ordenó el asesinato de un alto general, Qassim Suleimani, en 2020.
Ante la reacción violenta por la reunión con Musk, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán negó después de tres días que hubiera tenido lugar. Y la semana pasada, después de que una agencia de la ONU censurara a Irán por impedir la supervisión internacional de su programa nuclear, Teherán reaccionó desafiante, diciendo que estaba acelerando el programa, al tiempo que insistía en que “está listo para un compromiso productivo”.
Al mismo tiempo, los funcionarios iraníes enfrentaron crecientes crisis económicas y energéticas internas. El gobierno anunció cortes de energía de dos horas diarias, lo que provocó la ira pública y acusaciones de críticos de que sus conflictos regionales eran demasiado costosos para el iraní promedio.
Finalente, Pezeshkian, el presidente, que ha prometido colaborar con el mundo para levantar las sanciones y mejorar la economía, dijo en una reunión con funcionarios del sector energético la semana pasada que necesitaba «informar honestamente al público sobre la situación energética». La infraestructura energética de Irán, afirmó, no puede satisfacer sus necesidades energéticas. Teherán ha dicho que enviará a un diplomático experimentado y ex negociador nuclear, Majid Takht-Ravanchi, a reunirse el viernes con funcionarios de Gran Bretaña, Francia y Alemania, los países que, junto con Estados Unidos, patrocinaron la censura sobre el programa nuclear de Irán.