<h6><strong>Luis Ayllón</strong></h6> <h4><strong>El Gobierno español se prepara para mantener una difícil relación con Estados Unidos, tras el triunfo de Donald Trump, quien no se reunió nunca en privado a Pedro Sánchez, durante los dos años y medio que coincidieron al frente de las respectivas Administraciones.</strong></h4> La victoria del candidato republicano abre un panorama en el que va a haber más de un sobresalto, <strong>a pesar de que desde el Gobierno se intente poner el acento más en lo que une</strong> a los dos países como aliados que en las diferencias de planteamientos. <strong>El jefe del Ejecutivo</strong> se apresuró el miércoles a publicar un <strong>mensaje</strong> en su cuenta de la red social X, en el que <strong>felicitó a Trump</strong> por su victoria y añadió: <strong>“Trabajaremos en nuestras relaciones bilaterales estratégicas</strong> y en una fuerte asociación transatlántica». En la misma línea, el ministro de Asuntos Exteriores, <strong>José Manuel Albares,</strong> insistió en la “intensa relación como aliados de la OTAN y a través de la asociación euroatlántica”, aunque no quiso pronunciarse sobre posibles efectos políticos y económicos para España de la vuelta de Trump a la Casa Blanca, hasta ver cuáles son las primeras decisiones de la nueva Administración estadounidense. Sánchez, sin embargo, no se encuentra entre los mandatarios con los que Trump habló por teléfono horas después de conocerse su victoria. Expertos en las relaciones entre España y Estados Unidos, consultados por <em>The Diplomat</em>, se muestran convencidos de que <strong>no habrá cambios en lo que afecta al ámbito militar y de la seguridad</strong>. Para Washington, el elemento clave de su relación con España es el Convenio de Cooperación para Defensa y el mantenimiento de los acuerdos que permiten al Pentágono tener en la base naval de Rota, en estos momentos, cinco destructores del Escudo Antimisiles de la OTAN (con previsión de llegada el próximo año de otro más). De todos modos, en la expectativa de que Estados Unidos reclame ahora con más fuerzas a Europa una mayor aportación al presupuesto de la Alianza Atlántica, España no está en la mejor situación, porque con un 1,28 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB), es <strong>el Estado miembro que menos invierte en Defensa de todos los países de la OTAN</strong>. No parece que, en el aspecto bilateral, sin embargo, haya preocupación alguna por posibles cambios en las relaciones en el campo militar, pero sí en otros, porque <strong>Trump no tiene simpatía alguna hacia Sánchez</strong> y, desde luego, no se habrá sentido muy satisfecho, si le han llegado los comentarios de <strong>dirigentes del PSOE y de los socios de Sumar en el Gobierno, insistiendo en descalificaciones</strong> hacia el que será el 47 presidente de Estados Unidos. <h5><strong>Encuentros fugaces</strong></h5> La <strong>antipatía mutua entre Sánchez y Trump</strong> quedó patenta ya desde la llegada del primero a La Moncloa<strong> en junio de 2018,</strong> cuando Trump estaba en su primer mandato. Su encuentro, un mes después, en una cumbre de la OTAN en Bruselas se limitó a un <strong>frio saludo</strong>. Y un año más tarde, en julio de 2019, durante una reunión del G-20 en Osaka (Japón) se pudo presenciar la imagen de un <strong>displicente Trump indicando a Sánchez dónde debía sentarse</strong> y cortando cualquier posible diálogo. Los encuentros en esos dos años y medios, hasta que, en 2020, Biden llegó a la Casa Blanca, se limitaron a <strong>un par de fotos del matrimonio Trump con Sánchez y su esposa, Begoña Gómez,</strong> en septiembre de 2018 y 2019, en el protocolario saludo de la tradicional recepción que el presidente de Estados Unidos ofrece<strong> en Nueva York</strong> a los mandatarios que asisten a la Asamblea General de Naciones Unidas. <strong>Si Sánchez intentó en algún momento verse con Trump en privado</strong> en Washington, Moncloa no lo dio, desde luego, a conocer, pero lo cierto es que ese encuentro <strong>nunca llegó a producirse</strong>. Los antecedentes, según los observadores, no presagian una relación fácil en el futuro, y no sólo porque Sánchez manifestara durante la campaña electoral estadounidense sus preferencias por la candidata demócrata Kamala Harris, y calificara a Trump de “referente de la internacional ultraderechista”. Hay otros factores, como<strong> la posición del Gobierno español en algunos asuntos internacionales que no favorecen</strong> el deseo de fortalecer la asociación estratégica con Estados Unidos. Entre esos factores, está el <strong>enfrentamiento con Israel</strong> -que sigue sin enviar a su embajador a Madrid- y el hecho de que el Gobierno de Sánchez se haya convertido en el adalid del proceso de reconocimiento de Palestina como Estado. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sabe que el apoyo de Washington a su ofensiva en los territorios palestinos y en Líbano contra el terrorismo de Hamas y Hizbolá, se va a ver fortalecido y se ocupará de recordar a Trump, donde se situó cada país en el actual conflicto. España ha sido también <strong>uno de los principales valedores de Ucrania en el seno de la Unión Europea</strong> y uno de los mayores críticos de la invasión rusa, y se enfrenta ahora a las perspectivas de un cambio en la política de Estados Unidos en el conflicto. Tampoco va a ayudar a Sánchez a entenderse con <strong>Trump, la cercanía de este con el presidente de Argentina, Javier Milei,</strong> directamente enfrentado con el mandatario español y que ha visto cómo el jefe del Ejecutivo retiraba a su embajadora en Buenos Aires, para volver a nombrar otro embajador cinco meses después, tratando de cerrar la crisis abierta <h5><strong>Aranceles</strong></h5> En cualquier caso, es muy probable que<strong> las repercusiones más visibles se produzcan en el terreno económico,</strong> porque desaparecen las expectativas de que se redujeran o desaparecieron los aranceles que afectan a las exportaciones de productos europeos a Estados Unidos. Así, los exportadores de la<strong> aceituna negra de mesa española</strong> ya han manifestado su preocupación por el triunfo de Trump. El secretario general de la Asociación de Exportadores de Aceitunas de Mesa (Asemesa), Antonio de Mora, dijo a Efe que espera que el anuncio del aumento del 10% en los aranceles no se sume a los que ya se imponen a sus productos, que, actualmente son del 35%, y que no han sido eliminados por Joe Biden, pese a las sentencias dictadas por la Organización Mundial del Comercio (OMC). Según De Mora, <strong>el sector ha perdido el 70% del mercado</strong> y ha dejado de exportar más de 260 millones de euros en los últimos cinco años. A ello se suman los aranceles a las exportaciones de acero y aluminio desde Europa, que impuso Trump en su primer mandato y aún se mantienen y que afectaron también sensiblemente a España que, pese a todo, fue en 2023, el séptimo país que más exportó a Estados Unidos.