RESUMEN
Las comparaciones son odiosas, a veces imposibles. El presidente Lincoln reconoció en varias ocasiones su frustración ante la imposibilidad de cambiar algunos aspectos de la realidad circundante. Incapaz de navegar en la dirección deseada, admitió que se había visto arrastrado por dinámicas históricas previas. ¿Se imaginan al expresidente Donald Trump en un acto de constricción semejante? ¿Qué ocurrirá si en tres semanas es derrotado por Kamala Harris, como en las elecciones de 2020 lo fue por Biden?
Francisco Rodríguez Jiménez / Instituto Franklin
Trump no es hoy el político outsider que sorprendió a propios y extraños en junio de 2015 cuando anunció que competiría en la carrera presidencial para ocupar la Casa Blanca. Entonces tenía 69 años, una aureola de empresario de éxito (en gran medida autoconstruida), gran popularidad mediática y la frescura de no pertenecer al establishment de ninguno de los dos grandes partidos. De hecho, con anterioridad, amagó con presentarse como candidato demócrata.
Nueve años después, ¿qué fue del hiperactivo Trump? ¿Sigue siendo el carismático líder que movilizó a la “América blanca de clases medias depauperadas”? La limitación espacial de esta columna impide realizar un análisis pormenorizado del personaje y de su tiempo histórico. Veamos pues algunas de sus características más notables, sus continuidades y los posibles cambios de guion.
1. Impronta familiar
Donald Trump es el cuarto hijo del matrimonio entre Fred Trump —de origen alemán— y la escocesa Mary Anne MacLeod. Fred era reservado, severo, y adicto al trabajo. Ella era risueña, extrovertida. Tuvo una activa vida social, y lideró campañas filantrópicas. La familia se crió en un ambiente opulento, en una casa enorme, con cocineros, chófer, coches de lujo y un yate que pintaron con el nombre del clan en letras grandes y colores llamativos. El viejo Trump quería que su hijo mayor, Frederick, tomase las riendas de la empresa familiar. Fred Junior aceptó el reto. Pero las desavenencias entre ambos fueron constantes. Tenían personalidades muy diferentes. Ahí arrancó la carrera de Donald Trump. Extremadamente competitivo, ansiaba el puesto inicialmente designado para su hermano mayor, y lo consiguió. Sintiéndose excluido, Fred Junior entró en una espiral de aislamiento. Se dio a la bebida. Murió en 1981, con tan solo 43 años. Se dice que Donald Trump es totalmente abstemio por esa razón, para mostrar su determinación…
2. Trump cree que tiene una misión que cumplir
Los domingos la familia viajaba decenas de kilómetros desde el humilde barrio de origen hasta el corazón de la “Gran Manzana” para ir a misa. No iban a un templo cualquiera. La Marble Collegiate Church reunía a parte de la élite empresarial neoyorquina, también a políticos de renombre, entre ellos, por ejemplo, el futuro presidente Richard Nixon. Allí oficiaba Norman Peale, un pastor convertido en estrella mediática tras la publicación de un libro motivacional —de autoayuda, diríamos ahora. En las páginas de El Poder del Pensamiento Positivo, Peale glosaba la Biblia para extractar mensajes de ánimo y positividad. Donald Trump tenía diez años. Entre salmos y velas, Trump se prometió a sí mismo que volvería para conquistar la “Gran Manzana”…
3. Trump nunca se rinde
Por entonces Fred Trump afrontó varias demandas judiciales. Fue investigado por la obtención de beneficios fiscales para sus inversiones inmobiliarias en condiciones de dudosa legalidad. Para defenderse, Fred contrató los servicios del abogado Roy Cohn, quien ya gozaba de popularidad por haber sido ayudante del senador Joseph McCarthy durante la “Caza de Brujas”. La figura de McCarthy se desinfló con los años; pero Cohn supo reinventarse. Se convirtió en uno de los abogados más famosos de Nueva York por sus buenas conexiones políticas, y algunos negocios con la mafia. En la ya dilatada experiencia de Donald Trump ante los tribunales, se repite una máxima que aprendió de Cohn: contraatacar, estirar los plazos legales, nunca disculparse…
4. Trump, mí, me, conmigo
Con dosis de narcisismo generosas, Trump fue forjando una imagen cinemática de sí mismo. Por un tiempo flirteó con la posibilidad de ser actor. Sentía admiración por Clint Eastwood. Seco, duro, puro nervio. Pero sobre todo ambicionaba su fama. Antes de liderar la empresa familiar, Trump hizo incluso sus pinitos como promotor en Broadway. La cantidad desembolsada apenas tuvo retorno ni le aportó la fama que buscaba. Arrancó entonces una estrategia de marketing made in Trump: bautizar sus posesiones con su propio nombre: la torre Trump, el aparcamiento Trump, la cafetería Trump, etc. En los años setenta comenzó a frecuentar discotecas. En las noches pop de la mítica discoteca Studio 54 amplió su red de contactos y cultivó su fama de casanova. Tal exhibicionismo rendiría los frutos deseados. La revista Vanity Fair, epítome del “famoseo”, le describió como promotor millonario, enérgico, desenfadado. Desde mediados de los ochenta afrontó serias turbulencias financieras, bancarrotas incluidas. Reemergió una década después. Su popularidad se disparó a partir de 2004, como presentador de un reality televisivo, The Apprentice. Más allá de esta breve radiografía de su personalidad, conviene no perder de vista la dinámica política, social y económica de Estados Unidos. Para bien o para mal, Trump no es una anomalía histórica, sino más bien producto de su tiempo histórico.
En la entrada siguiente analizaré las razones que explican lo que parecía inexplicable: su victoria en las elecciones de 2016; también las acciones más polémicas de su mandato, que pusieron contra las cuerdas la convivencia democrática; y qué se podría esperar de él si regresa a la Casa Blanca en enero de 2025.
To be continued…
Francisco Rodríguez Jiménez
Profesor de la Universidad de Extremadura
Es co-director del think-tank en Global Studies de Salamanca. Ganó 2 proyectos-becas “Fulbright”, para George Washington y American University respectivamente. Ha sido Visiting Scholar en varias universidades, entre otras: Georgetown, el ICS de Lisboa, Harvard University, Johns Hopkins University-Bologna, Universitá di Bergamo, etc. Es autor de varios libros. El último: Trump: breve historia de una presidencia singular (Comares, 2022). Ha coordinado varias obras colectivas junto a colegas, por ejemplo: U.S. Public Diplomacy Strategies in Latin America (Routledge, 2024). Estados Unidos y América Latina, entre modernización y contrainsurgencia (Sílex Ultramar, 2023). Ha evaluado proyectos internacionales para la European Research Agency (Horizon 2020 y Marie Curie Actions), la Comisión Fulbright (en Madrid y Washington), el Trinity College de Dublin y Aarhus University de Dinamarca.