Eduardo González
Mariano Jabonero (San Martín de Valdeiglesias, Madrid, 22 de junio de 1953) es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid, facultad de la que también fue profesor. En diferentes momentos, y con distintos programas, ha trabajado en todos los países iberoamericanos como consultor o experto de Unesco, PNUD, OEA y OEI. Cuenta con numerosos reconocimientos por su dedicación a la educación y la cultura, entre ellos, la Orden de Alfonso X El Sabio, la Medalla Honorífica de la Universidad de Alcalá de Henares y el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional Abierta y a Distancia de Colombia (UNAD).
Desde 2018, Jabonero ejerce el cargo de secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), una organización con sede central en Madrid, que, con sus 75 años de existencia, es el mayor y más antiguo organismo de cooperación multilateral entre países iberoamericanos de habla española y portuguesa. La OEI, que trabaja directamente con los Gobiernos de sus 23 Estados miembros, ha sido galardonada este año con el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional “por la fructífera labor de fomento del multilateralismo iberoamericano y por representar un significativo puente en las relaciones entre Europa e Iberoamérica”.
P- El próximo 26 de octubre la Organización de Estados Iberoamericanos celebra sus 75 aniversario. La efeméride vendrá acompañada de celebraciones institucionales y actos culturales en toda la región. ¿En qué consistirán?
R – Habrá actividades en casi todos los países miembros de la OEI. En cada uno de ellos habrá alguna actividad que será acorde con la agenda local, aquí en España tendremos dos muy relevantes. El primero, creo que el más importante, será la entrega del Premio Princesa de Asturias 2024 a la cooperación internacional a la OEI, entrega que se producirá el día 25 de octubre en Oviedo, con la presencia de los reyes de España, la princesa de Asturias y el presidente del Principado. Es importante por el prestigio que supone este premio, que han recibido, por ejemplo, la OEA, o personajes como Nelson Mandela, Helmut Kohl, los cascos azules de ONU o Luiz Inázio Lula Da Silva. Para nosotros es un momento de orgullo corporativo: en nombre nuestro, de todos los que durante 75 años han colaborado y colaboran con la OEI y en nombre de todos los países miembros, que son los que con su compromiso y apoyo han hecho posible nuestra trayectoria y reputación en la región.
El segundo momento importante va a ser el día 6 de noviembre, en el que haremos un acto de celebración que va a tener lugar el Teatro Real, con la asistencia de toda la Comunidad Iberoamericana en Madrid. De las embajadas, organismos iberoamericanos, Gobierno de España, empresas, medios de comunicación, académicos, entre otros. Va a ser un gran encuentro y compartiremos con todos esta efeméride.
Además, en España, realizaremos dos actos asociados que considero importante poner de manifiesto. Uno es el Consejo Directivo, un órgano de gobierno de la OEI, compuesto por los ministros de Educación de los 23 países miembros, cuyo objetivo es aprobar el Programa-Presupuesto para los dos años siguientes, 2025 y 2026.
Además de eso, también tenemos otro evento que se celebrará en la Fundación Ortega – Marañón, que será un capítulo de la cátedra que tenemos acordada con la universidad de Georgetown, en Washington, Estados Unidos, una de las universidades con las que tenemos acuerdos de trabajo y con la que estamos haciendo estudios e investigaciones sobre temas que tienen que ver con la población hispana en Estados Unidos, que ya asciende a 62 millones de personas y, también con las migraciones que se producen entre América Latina y EE.UU. y con España.
P – ¿La educación y la cultura realmente pueden cambiar el mundo o van a remolque?
R – La educación, la cultura y la ciencia han cambiado el mundo, y lo seguirán cambiando. El ser humano es más humano en cuanto es más culto, más educado y más inquieto intelectualmente.
La cultura, además de riqueza, aporta bienestar, aporta identidad, aporta sentimiento de cohesión, de pertenencia y en el caso de Iberoamérica tiene un valor muy especial: es lo que más define lo que nosotros llamamos «la ciudadanía iberoamericana».
En cuanto a educación, creo que, si no fuese por la educación, el género humano viviría en barbarie como ocurría hace miles de años. Gracias a la educación, el ser humano ha cambiado, ha hecho sociedades más prósperas, más felices, ha generado un mayor nivel de bienestar y de libertad. Creo también que la educación tiene otro valor, un valor muy importante que yo destaco: el talento está repartido de una forma más o menos igual para todos, las oportunidades no. Por eso una persona con una buena educación, formada de manera íntegra y con aprendizajes y competencias, va a tener más y mejores oportunidades en la vida, y una persona que no tenga esa formación y esas competencias es difícil que cuente con oportunidades.
A mitad del siglo pasado se crearon organizaciones, como son los casos de UNESCO y OEI, cuyos objetivos, promisorios, eran construir un nuevo mundo a través de la educación, la ciencia y la cultura, un mundo en el que fueran imposibles las barbaries sufridas recientemente en el mundo. Esa esperanza nos sigue orientando.
P – El aniversario de la OEI llega en una coyuntura especialmente convulsa en el mundo y en la región, como estamos viendo, por ejemplo, ahora en Venezuela, o la evolución política de otros países. En ese contexto, ¿qué papel cree usted que puede jugar los organismos internacionales, más concretamente la OEI, en la defensa de la democracia, los derechos humanos y el orden internacional?
R – En primer lugar, contribuir desde la educación y desde la cultura, a fortalecer los que consideramos los compromisos éticos en la igualdad de derechos y respeto a los derechos humanos: sin igualdad no hay libertad. La igualdad fortalece las democracias. La democracia no es un hecho inmóvil, no es «tenemos una democracia y ya, se acabó». Hay que ir defendiéndola y desarrollándola día a día, tarea que solo se puede hacer desde una sociedad civil cohesionada, culta, participativa, con compromiso democrático. Ese es el primer elemento de valor que podemos aportar en estos momentos en los que se viven tensiones en la región.
El segundo aspecto importante es generar sentimiento de consenso y eso es algo de lo que nos sentimos orgullosos en la OEI por la gran capacidad de consenso que hemos logrado siempre. Nuestros presupuestos y las decisiones adoptadas en las asambleas se han aprobado siempre por unanimidad con el voto a favor de 23 países muy heterogéneos en todos los sentidos. Así, alcanzar un consenso sobre algo que nos une y en lo que estamos dispuestos a trabajar y construir juntos, es muy importante. Y eso ha sido habitual en la historia de la OEI: nunca olvidaré que fui elegido con el voto favorable de los 23 países, votación unánime que se produjo en mi reelección, de lo cual guardo una enorme gratitud a todos nuestros gobiernos.
Por otra parte, también contribuimos a favorecer transiciones pacíficas. La democracia supone la alternancia, cambio que genera con frecuencia algunas tensiones entre lo viejo y lo nuevo, crisis de cambio que son comunes en todas partes. Nosotros con frecuencia favorecemos que la transición sea más tranquila, poniendo en valor lo que se venía haciendo con resultados positivos y, a su vez, apoyando las nuevas iniciativas que quieren implementar nuevos gobiernos elegidos por los votos de sus ciudadanos. Procuramos apoyar transiciones más participativas, más tranquilas, seguras y más racionales, experiencia que creo que es un valor que podemos aportar desde la OEI. Hemos hecho transiciones en países que han salido de guerras civiles, en la peor situación posible, y que han pasado a sistemas democráticos y hemos estado ahí, entre medias, favoreciendo ese proceso.
P – El pasado mes de abril, la OEI lanzó la campaña ‘Un futuro para lo que importa‘, cuyo objetivo es contribuir a generar una mayor conciencia sobre la importancia de defender la democracia en Iberoamérica. Una de las preguntas que pretende responder la campaña es qué relación tiene la desafección de la democracia con los problemas que afectan a la sociedad de hoy. ¿Cuál es su respuesta a esa misma pregunta?
R – Creo que la desafección a la democracia tiene varias causas y creo que, además, es un problema muy estudiado y hay muchísimas publicaciones al respecto. Hay una causa que considero bastante fácil de explicar: si un ciudadano ha votado una opción de gobierno que le ofrece mejores prestaciones sociales, mejor educación, mejor salud, mejores carreteras, cuando ese ciudadano percibe que eso no se cumple, desconfía de la democracia. Debería desconfiar de esa opción de gobierno y no de la democracia, porque la democracia le ofrece otras alternativas posibles. Sin embargo, creo que hay un incumplimiento con el bienestar y eso genera unas dudas extensivas, e injustas, hacia la democracia.
En segundo lugar, creo que también hay otro elemento que afecta de una forma u otra a esta desafección, y es aquello que se puede definir como que «ante los problemas complejos que tenemos hay soluciones simples». Esto se ha planteado en opciones políticas de todo tipo, cuando los problemas que tenemos en la región son problemas muy complejos que no se van a solucionar nunca por supuestos salvadores “iluminados”.
Por otra parte, también debemos valorar lo que supone la información. Debemos tener en cuenta que todos los valores de la democracia requieren de un apoyo informativo muy fuerte. Hay que poner en valor lo que nos une, que es mucho y muy fuerte y muy importante: es mucho más que lo que nos que lo que nos separa. El ahondar en los particularismos no contribuye al bien colectivo ni tampoco construir opinión a partir de la banalidad de las redes sociales.
P – Esta campaña fue liderada justamente por el Programa Iberoamericano de Derechos Humanos, Democracia e Igualdad de la OEI, que ha puesto en marcha desde marzo la organización; la Red Iberoamericana de Educación y para la Convivencia Democrática es otra de sus iniciativas. ¿Qué resultados se espera de esta Red? ¿Y qué resultados ha habido, si es que los ha habido?
R – Sí, ha habido resultados, y en muy poco tiempo. Ha habido una mayor movilización y una alta participación de los países y comunidades. Pongo como ejemplo el Premio Iberoamericano de Educación en Derechos Humanos en Derechos Humanos Óscar Arnulfo Romero, un premio que llevamos ya cinco convocatorias y que recibe cientos de postulaciones, no de instancias de gobierno sino de la sociedad civil que, con ello, demuestra su vitalidad. Solo este año recibimos cerca de medio millar de candidaturas de organizaciones sociales, de escuelas, de comunidades, de ONG, lo cual demuestra que la sensibilidad de la región en ese sentido es muy fuerte y esa movilización también tiene que ver con que se genere un mayor interés por parte de los gobiernos.
Me gustaría recordar que la democracia y los derechos humanos son una tarea inconclusa y que hay derechos humanos que no están en la Declaración de Derechos Humanos. Son derechos de nueva generación, porque ninguna constitución, ningún país los tiene establecidos todavía como un derecho fundamental: el derecho a la igualdad de género, a la sostenibilidad ambiental, etc., son nuevos derechos que toca ir construyendo todavía.
P – El lema de la próxima Cumbre Iberoamericana que se celebrará en Ecuador en noviembre es ‘Innovación, inclusión y sostenibilidad’. ¿Cómo conseguir que ese lema no se quede en palabras y que signifique realmente algo?, sobre todo en lo que respecta a las líneas de trabajo de la OEI.
R – En la OEI tenemos una particularidad, no muy frecuente, y es que tenemos una presencia en terreno y en todos los países de la región. Miles de personas colaboran con la OEI, millones de americanos se benefician de la cooperación de la OEI. Por lo tanto, todo esto se consigue estando y trabajando en el terreno, en un verdadero modelo cooperación Sur-Sur., creo que este es uno de nuestros más importantes valores. La declaración es una declaración de principios, que está bien, pero nosotros a lo que le apostamos realmente es a los programas de cooperación en terreno que se construyen de acuerdo con los gobiernos, de acuerdo con la banca multilateral, de acuerdo con los organismos de cooperación, trabajando junto con todos en beneficio de las personas.
Quiero recordar que el sistema de cooperación iberoamericano en un sistema muy complejo, cuestión que a veces se nos olvida. El sistema lo conforman las agencias de las Naciones Unidas -UNESCO, UNICEF, OIT…; son las ONG, muchas y muy potentes en la región; es la banca multilateral de desarrollo -BID, CAF y el BCIE-; somos la OEI, la OIJ, la OISS y la COMJIB, la cooperación bilateral, etc. Y entonces, creo que pensar en ese futuro de innovación, de cambio, es pensar, además de con los gobiernos, también junto a los importantes actores que estamos trabajando día a día a favor de nuestras naciones y nuestra ciudadanía.
P – ¿Qué puede significar la concesión del Premio Princesa de Asturias de Cooperación 2024 para el trabajo de la OEI?
R – Es un motivo de orgullo y de alegría enorme, y ha supuesto un reconocimiento que agradecemos muy profundamente, porque es un premio que distingue, como he dicho antes, a los 23 países de la región, que siempre, desde hace 75 años, han tenido un fuerte compromiso con la OEI. Es un premio que reconoce el compromiso de miles de personas que trabajan y han trabajado con nosotros, y el de numerosos actores sociales y los gobiernos de la región. En fin, creo que todo eso viene a reconocer una tarea colectiva perseverante, apegada a la gente y comprometida. Yo suelo decir con frecuencia que la OEI es un bien público regional, de acuerdo con eso el premio reconoce el trabajo, la trayectoria y el prestigio de un bien público regional.
Por otra parte, puedo añadir una cuestión de sensibilidad: nunca he visto una reunión tan emotiva en los funcionarios de la OEI como cuando nos concedieron el premio, un momento emocionante que ya forma parte de los momentos más dichosos de mi vida.
P – Y la última pregunta: Usted mismo ha ofrecido la capacidad técnica y operativa de la organización al Ayuntamiento de Barcelona para la celebración de Mondiacult 2025, que se celebrará en la Ciudad Condal durante el segundo semestre del año que viene. ¿Qué espera de ese evento y cuáles son los principales objetivos de la OEI en Barcelona?
R – Nosotros queremos aportar contenido a ese evento. Aportaremos experiencias no solamente con el Ayuntamiento de Barcelona, sino además con otro tipo de entidades con las cuales estamos trabajando muy intensamente en temas de cultura. Con Unesco, con quien tenemos una relación de colaboración magnífica, hablé directamente para hacer ese ofrecimiento.
Además, hay ámbitos en los que creemos que tenemos mucho que decir. Hay experiencias como, por ejemplo, el caso de Brasil, donde somos líderes en gestión de patrimonio y de museos, experiencia que es única en la región. También todo lo que tiene que ver con la lengua española y portuguesa, creo que la cultura tiene un efecto de transmisión muy importante a través de la lengua, y este es un aspecto muy importante para aportar y, por último, todo lo que tiene que ver con la creación de cultura digital, que es el área más expansiva debido al crecimiento del consumo digital de cultura, por lo que estamos trabajando en todo lo que tiene que ver los de derechos de propiedad intelectual y la protección del artista. Esas áreas son las que para nosotros pueden ser más interesantes y creo que tienen en este momento un gran potencial en la región.