Pablo Andrés Gutiérrez
Politólogo especializado en relaciones internacionales
Las elecciones del pasado 4 de junio en Reino Unido acabaron con 14 años continuados de gobiernos conservadores. Durante esos 14 años, el mundo ha cambiado vertiginosamente. La última vez que los laboristas estaban en el poder, Reino Unido estaba en la Unión Europea, Barack Obama gobernaba en Estados Unidos, Rusia formaba parte del G7 y Xi Jinping no había llegado al poder en China.
Por ello, cabe preguntarse qué podemos esperar en materia de política exterior de este gobierno. La clave para responder esta pregunta es David Lammy, actual Foreign Secretary, hombre de máxima confianza del primer ministro Keir Starmer, y que hasta antes de las elecciones había actuado como Shadow Foreign Secretary. Esta figura es típica del sistema inglés donde el partido de la oposición crea un gabinete alternativo al gobierno en diversas áreas.
Hijo de la diáspora caribeña, David Lammy creció en Tottenham, Londres, la circunscripción que también representa como diputado laborista desde 2000, y que describe como «el código postal más diverso de Europa». Nunca formó parte de la izquierda londinense ni del laborismo radical, sino que sigue un enfoque blairista, definiendo la política como la búsqueda constante de puntos en común.
Su enfoque ideológico, lo que en la revista “The New Statesman” llamaron «The Lammy Doctrine«, será el progresismo realista, una aproximación que pretende usar la teoría realista de las relaciones internacionales para conseguir fines progresistas.
Así, Lammy, en un artículo en Foreign Affairs, trasladaba la necesidad de una conversación franca sobre la situación geopolítica global, los cambios que se han producido y la posición de Reino Unido en ellos.
Lammy afirma que el tablero internacional, gira entorno a existencia de una nueva era de competición geopolítica, principalmente entre EE. UU. y China, pero también con la presencia de líderes regionales, la utilización de la interdependencia entre países como arma, y la necesidad de unir la política exterior con la nacional.
Para abordar esta situación bajo el prisma del realismo progresista, el gobierno laborista se ha marcado tres áreas de acción principales y una apuesta por una política climática.
La primera es recomponer su relación con Europa y con la Unión Europea. Tras el error estratégico que supuso el Brexit y el posterior camino por el desierto con diversos gobiernos conservadores tratando de estabilizar las relaciones con la UE, Lammy pretende darle un nuevo enfoque.
Si bien es cierto que Reino Unido seguirá fuera de la UE y no se plantea en ningún caso volver ni al mercado común ni a la Unión Aduanera, los laboristas quieren institucionalizar las relaciones UK-EU.
Este diálogo se centrará principalmente en la defensa. Con la guerra en Ucrania y el conflicto en Gaza a las puertas de Europa, Lammy considera que es importante que Bruselas no sea solo un socio comercial, sino también un socio geopolítico que, junto a la OTAN, conforme la estructura de seguridad del continente.
Algo que no cambiará en la política exterior británica será su apoyo incondicional a Ucrania frente a la invasión rusa y la importancia de la OTAN en la construcción de cualquier estrategia de defensa. En la 75ª cumbre de Washington, Lammy ha reivindicado la figura de Ernest Bevin, exministro de Exteriores laborista tras la Segunda Guerra Mundial y sindicalista, cuya labor fue capital para la creación de la Alianza Atlántica y para que Estados Unidos mantuviese su compromiso con la defensa de Europa a través del famoso artículo 5.
La especial relación con Washington está pendiente de lo que suceda el martes 5 de noviembre. David Lammy tiene afinidad con el partido demócrata, es amigo de Ben Rhodes, exasesor de seguridad nacional de Obama, y durante la Administración Trump fue muy crítico con el presidente estadounidense.
Por ello, durante su etapa como Shadow Secretary for Foreign Affairs, realizó diversas visitas a EE. UU., tendiendo puentes con los republicanos. Para ello contó con la ayuda de la ex Secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice, se ha reunido con figuras como Mike Pompeo y J.D. Vance, exasesor de seguridad nacional de Trump.
Sin embargo, J.D. Vance, tras su elección como compañero de ticket de Trump, describió a Gran Bretaña bajo el nuevo gobierno laborista como el primer «país verdaderamente islamista» del mundo en disponer de un arma nuclear.
Es posible que, si Trump llega a la Casa Blanca, la relación especial de la que siempre se ha presumido en Londres ya no sea tan especial.
La segunda área de acción de David Lammy será el Indo-Pacífico, donde buscará aportar estabilidad y coherencia a la estrategia de Reino Unido respecto a China. Los cambios de dirección de los gobiernos conservadores, desde una postura más dura bajo Boris Johnson y Liz Truss hasta una «era dorada» con David Cameron, han dejado a Londres en una situación de indefinición.
En unas declaraciones en Chatham House, Lammy expuso la política laborista hacia Pekín, basada en lo que denominó las «3 C»: “Challenge, Compete y Cooperate”. Está posible cooperación se dará siempre que sea posible, especialmente en temas globales como el cambio climático o la inteligencia artificial (IA).
Como marco para el resto de la región, Londres utilizará AUKUS y reforzará las asociaciones de seguridad con Japón y Corea del Sur. Uno de sus principales objetivos será establecer un tratado comercial con India, lo cual sin duda será un desafío considerable.
La tercera gran área de acción de la doctrina de Lammy será la Commonwealth. Su objetivo es revitalizarla para que sirva como puente de conexión con el Sur Global. Sin embargo, este objetivo será difícil de lograr debido al legado colonial histórico y a la política previa de los gobiernos conservadores hacia estos países, así como a las diferencias en la actuación de Occidente en Ucrania y Gaza.
Por último, una de las principales políticas que el ministerio de exteriores británico implementará, y que fue una de las apuestas clave del programa laborista, es la política climática. Este programa contempla triplicar la capacidad de energía solar, cuadruplicar la eólica marina, duplicar la eólica terrestre y expandir la energía nuclear, de hidrógeno y mareomotriz.
Todo esto implica que el Reino Unido necesitará establecer nuevas inversiones en el extranjero y fortalecer asociaciones regulatorias. Los recursos necesarios para descarbonizar las economías atraviesan fronteras, y ningún país puede lograr la sostenibilidad ecológica de manera aislada; por lo tanto, la cooperación internacional será fundamental.
En definitiva, no se esperan cambios ideológicos drásticos; la política de David Lammy y el gobierno laborista se centrará en estabilizar relaciones y corregir una política que ha sido confusa e inconexa durante mucho tiempo. Deberán enfrentar los impulsos aislacionistas que han predominado en el Reino Unido en los últimos años.
Como Lord Castlereagh, quien después de las guerras napoleónicas luchó políticamente para asegurar que Gran Bretaña participara en el futuro de Europa, ya que entendía que en ese futuro residía la seguridad de Londres, David Lammy se enfrentará el desafío de restablecer la relación con Europa. Una relación que es crucial para la seguridad y la estabilidad económica y política del Reino Unido en el futuro.