<h6><strong>Luis Ayllón</strong></h6> <h4><strong>Con motivo del Décimo Aniversario de The Diplomat in Spain, hemos entrevistado a las personas que ocuparon el puesto de Ministro de Asuntos Exteriores en esa década, abordando su gestión en aquellos momentos. Comenzamos nuestra serie con José Manuel García-Margallo, que estuvo al frente de la diplomacia española en el primer Gobierno de Mariano Rajoy (PP).</strong></h4> <em><strong>José Manuel García-Margallo (Madrid, 1944). Fue ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, entre diciembre de 2011 y noviembre de 2016. Estudió Derecho y Economía en la universidad de Deusto y se doctoró en Derecho por la universidad Miguel Hernández, de Murcia. Fue diputado del Parlamento Español en tres legislaturas, con UCD, Coalición Popular y el Partido Popular. Entre 1994 y 2011 fue miembro del del Parlamento Europeo por el PP, ocupando los cargos de vicepresidente de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios y de la Delegación para América Central y México, así como presidente de la Delegación para las Relaciones con los países de la Comunidad Andina. Tras cesar como ministro de Asuntos Exteriores, volvió a ser elegido europarlamentario en 2019. Permaneció en el Parlamento Europeo hasta el final de la legislatura, en 2024, y en junio de este año anunció su retirada de la política. Es autor de numerosas publicaciones y libros, el último de los cuales vio la luz en marzo de este año bajo el título “España, terra incógnita. El asedio a la democracia</strong>”.</em> <strong>-En 2014, cuando The Diplomat comenzó su andadura usted llevaba ya un par de años al frente del Ministerio y se registraban algunos acontecimientos que han tenido después una continuidad, como la invasión de Crimea por Rusia. ¿Temía España, entonces, lo que hemos vivido después?</strong> -El presidente ucraniano, Viktor Janukovič quería un tratado de Asociación entre la UE y su país. De forma paralela, Vladimir Putin estaba poniendo en marcha la Unión Euroasiática y amenaza a Janukovič con vetarle como país tercero si optaba por la Asociación con la UE. Janukovič retiró la solicitud y cuando volvió a Ucrania se encontró con el movimiento de Maidan, algo que Rusia consideró que era una creación artificial de Occidente. La Rada destituyó a Janukovič y Rusia invadió Crimea y activó los movimientos separatistas en Donbas. No hubo reacción en Occidente y eso es lo que explica que Putin decidiera invadir otra vez Ucrania. La política exterior rusa siempre ha consistido en tener a sus adversarios lejos de sus centros neurálgicos, de Moscú y san Petersburgo. Si en época Gorbachov, Rusia pensó incluso en la adhesión a la OTAN, ahora triunfa el otro alma de Rusia que es mirar hacia el Este y se convierte en un adversario. Eso explica lo sucedido. ¿El final de todo esto? Yo creo que no habrá tratado de paz, porque Putin no puede volver a Moscú habiendo abandonado todo el territorio que ha conquistado, fundamentalmente el Donbas y Crimea. Y Zelenski no puede aceptar un acuerdo de paz por territorio. Lo más probable es que asistamos a un alto el fuego y a una retirada de tropas a una distancia prudencial, un intercambio de prisioneros y una coexistencia como la de las dos Coreas o loque pasa en Chipre. <strong>-Usted se desplazó también ese año a Cuba, en un viaje que concluyó sin que el entonces presidente cubano, Raúl Castro, lo recibiera. ¿Sirvió para algo aquel viaje? ¿Cree que Cuba ha hecho algún progreso hacia la democracia desde entonces?</strong> -El secretario de Estado norteamericano de la época de Obama me avisó de que iban a cambiar su postura, porque consideraban que el régimen del embargo y prohibición de remesas y de viajes, no había servido para nada. Y que iban a dulcificar su postura. Les dije que, si era así, España corría el riesgo de quedarse aislada en el Consejo de Asuntos Exteriores de la UE. Se decidió que íbamos a hacerlo y también que iba a llevar a cabo un viaje. Pedí ver a los disidentes y se me negó. Se decidió que yo diese una conferencia en una especie de Academia Diplomática, en que explicase como fue la transición. Como iba a hablar de las ventajas de una democracia liberal sobre una dictadura comunista, no les gustó en absoluto y me dijeron que no entraba la prensa. Le dije al embajador que si no había prensa, yo me marchaba. Al final, cedieron. La conferencia fue acogida con un silencio sepulcral. Y ellos anularon la reunión prevista con Raúl Castro. Cuando el tiempo pasa, yo vuelvo a Cuba y soy recibido por Díaz Canel. ¿Por qué se produce ese cambio de actitud? No sólo porque los americanos anunciasen que ellos iban a cambiar su postura, sino también porque, en el primer viaje que hice a Cuba, cuando era presidente de la delegación europea para América Central y Cuba, me entrevisté con el cardenal Ortega de La Habana. Su tesis era que la solución debía ser una solución a la española, con una negociación entre la oposición y el régimen y que se diese a los castristas posibilidad convertirse en un partido que compitiera en igualdad de condiciones. Me dijo que, si seguían diciendo desde Miami que los iban a fusilar y tirar al mar, no iría bien. Eso me aconsejó tener una relación distinta a la que habíamos tenido. <strong>-También durante su mandato, la relación con el régimen bolivariano de Venezuela fue de todo menos tranquila, tanto con Chávez como después con Nicolás Maduro, con insultos incluidos al entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy…</strong> -Estamos en la misma situación que entonces. En aquel momento es que había una serie de empresas españolas en Venezuela y eso nos exigía una cierta contención. Hubo unas elecciones que la oposición impugnó. Sugerí la posibilidad de mediar, lo que no fue acogido con simpatía por el régimen. El gran interés de España era mantener la Secretaría General Iberoamericana y las Cumbres iberoamericanas. Y podía haber habido más represalias contra las empresas españolas. Pero las relaciones no llegaron nunca a romperse. <strong>-Un gran cambio registrado en la política exterior ha sido la relación con Marruecos y con el Sáhara. ¿Cómo recuerda las relaciones de España con Marruecos, entonces? Creo recordar que no fueron excesivamente difíciles…</strong> -Al revés, fueron extraordinariamente fáciles. Es decir, tanto con Argelia como con Marruecos íbamos a ser los primeros clientes y los primeros proveedores. Con Argelia tenemos una relación privilegiada que nos hubiese permitido, utilizando los dos gaseoductos y las siete regasificadoras, haber suplido el 40 % que venía de Rusia, cuyos envíos se suspenden después de Ucrania. Y con Marruecos tuvimos buenas relaciones, me ayudaron enormemente en el control en origen de la inmigración. Y la postura sobre el Sahara se negociaba simultáneamente con los dos, defendiendo que se reconociese la libre determinación del pueblo saharaui, siempre dentro de los principios de Naciones Unidas. Y nunca nos creó la menor dificultad. Yo no recuerdo haber tenido ni un solo problema ni con Argelia ni con Marruecos. Las relaciones en materia de inmigración y relaciones económicas fueron extraordinariamente favorables. Hubo tres o cuatro visitas de los Reyes allí y cuando íbamos no recibía siempre el Rey. <strong>-¿Entiende la actual posición del Gobierno español?</strong> -No la entiendo ni yo, ni nadie. O hay unos intereses ocultos que yo no entiendo o hay una posición de debilidad. La política que han hecho en el Magreb es para estudiarla en la Escuela Diplomática. Se acogió al líder del Frente Polisario y eso provocó la retirada de la embajadora de Marruecos. Después, la Gendarmería permitió una entrada masiva en Ceuta que aterrorizó al Gobierno. Entonces, el Gobierno decide cambiar de bando. Hay otra explicación, que es que el Gobierno quisiese hacer un gesto de complacencia hacia los EE.UU., porque se estaban negociando los acuerdos de Abraham. Pero eso, claro, es contradictorio con las cosas que el presidente ha hecho luego en relación con Israel. <strong>-Tras el acuerdo parlamentario de 2014 en favor del reconocimiento de Palestina como Estado, ¿se dieron en algún momento, durante su mandato las condiciones para que eso se produjera? </strong> -La última visita que yo hice a Israel fue de una extraordinaria violencia, porque había en España un embajador israelí que hacía declaraciones muy poco afortunadas sobre Cataluña y hubo algún cónsul suyo que también las hizo. Entonces, en un viaje que yo hice a Israel, amagamos con anunciar que íbamos a abrir un consulado en Gaza. En la entrevista con Netanyahu, en su despacho, me dijo que quería hablar del problema del Consulado y el problema de Cataluña. Yo le expliqué que él tenía un problema que era Palestina y yo otro que era Cataluña. Y le dije que, si las cosas seguían así, yo reconocía Palestina al salir por la puerta. Y entonces eso se apaciguó y no hubo nada. El primer ministro que dice que la solución de que haya un Estado Palestino es la única y el que vota que Palestina sea observador en Naciones Unidas soy yo. Y yo voy al Congreso de los Diputados en 2014 y lo digo. La proposición de ley, naturalmente no hubiese salido si yo hubiese dicho que no. Y salió. La solución de los dos Estados es la única posible. Pero ahora, ¿con qué Palestina se va a negociar? No con Hamás, mientras no renuncie a la violencia. Y negociar con una Autoridad Palestina que lleva sin celebrar elecciones desde 2005-2006 no sirve para nada. Como dije en 2014, para que fuese efectivo debía ser una decisión conjunta de todos los estados de la Unión Europea, no esa división interna. Y desde luego con un acuerdo en EEUU, si de verdad se quiere a llegar a la solución. <strong>-Usted dedicó bastante tiempo a hablar en el exterior del problema de Cataluña…</strong> -Nosotros todos los viernes teníamos unas reuniones en Exteriores sobre el tema de Cataluña y se hizo un argumentario que se repartía periódicamente en todas nuestras delegaciones en el exterior. Nos pasamos la vida a convenciendo a Bélgica y a Francia que los etarras eran terroristas, explicando que la secesión unilateral era contraria a la constitución. Y ahora están teniendo que decir exactamente lo contrario de lo que decíamos nosotros. Yo hice infinidad de viajes para desactivar lo que entonces se llamaba la vía Báltica, como ejemplo. Lo cierto es que no hubo un solo país -ni siquiera Venezuela- que reconociese o mostrase simpatía para el procés en aquella época. <strong>-Otro asunto que le ocupó bastante tiempo fue el de Gibraltar</strong> -Moratinos había establecido un acuerdo tripartito en que Gibraltar se sentaba en igualdad de condiciones que el Reino Unido con España. Y yo les dije que no, que si querían que en una reunión estuviera Gibraltar, tendría que estar también la Junta de Andalucía, con delegaciones paritarias y sabiendo quién representa a quién. Y cuando se produce el Brexit es cuando me viene Dios a ver. Porque Gibraltar tenía acceso a la legislación comunitaria porque un estado miembro llevaba su relación exterior. Eso era el Reino Unido. Cuando el Reino Unido se va y se queda colgado de la brocha, entonces España podía ser ese Estado miembro. Y conseguimos que cualquier negociación Reino Unido-Unión Europea sobre Gibraltar necesitaba la aprobación previa de España. Tenía la llave. Entonces, la solución que planteamos, que llevamos a Naciones Unidas, llevamos a Europa, llevamos a la cumbre Iberoamericana en Cartagena, decía co-soberanía por un periodo a fijar, lo cual le permitía el acceso a Gibraltar al mercado interior, puesto que ya estaba España quitando la Verja, en materia de inmigración y en materia de defensa. En materia de defensa, eso hubiese permitido una gran base en el Mediterráneo, Gibraltar, sin los problemas que se derivan de los conflictos sobre las aguas o el espacio aéreo que no están cedidos por Utrecht, lo cual nos hubiese colocado en una situación estratégica de primer nivel. <strong>-¿Y en materia fiscal? </strong> -Nosotros propusimos la administración propia de todos los demás asuntos, lo cual está previsto en la Constitución, artículo 144, cuando habla de territorios no integrados en la organización provincial; y doble nacionalidad. Y luego el problema de resolver definitivamente el desarrollo del Campo de Gibraltar. Hoy la diferencia de renta entre el Campo de Gibraltar y Gibraltar es de seis veces, la mayor del mundo. Gibraltar, que tiene 32.000 habitantes, no tiene recursos naturales y es la tercera renta perfecta cápita del mundo. ¿Por qué? Porque tiene unas ventajas fiscales que distorsionan la competencia. No tiene impuestos especial sobre tabaco, sobre el alcohol y sobre el petróleo. El income tax no grava los beneficios de las sociedades obtenidos fuera del Peñón. Todo eso, con el acuerdo fiscal que firmó este gobierno, el primer acuerdo que se firma después de Utrecht, es un acuerdo fiscal que les permite mantener todas esas ventajas. ¿Si eso es así, quién va a invertir en el Campo de Gibraltar si puede invertir en Gibraltar? Por eso, hablo de la segunda rendición. Y esto lo van a convertir en un Mónaco. ¿Tú le dices a un monegasco que si quiere ser francés y dice: pero usted ¿está tonto? Sí, tengo todas las ventajas de los franceses. Los gibraltareños quieren ser españoles en todo, menos en lo de pagar impuestos. Todo eso a mí me produce un enorme disgusto y una enorme frustración. <strong>-Pero fue el propio gobierno de Mariano Rajoy el que no siguió adelante…</strong> Sí, sí, sí, claro. Yo dije que yo eso no lo iba a aceptar jamás. Cuando se me insinuó que había que renunciar a la soberanía, dije que de ninguna manera. No me hubiese gustado pasar a la historia como el ministro de Exteriores que acepta que. teniendo todas las cartas en la mano, no reclama la soberanía. <strong>-Por ir a temas más generales. En la Unión Europea, desde aquel entonces, desde 2014, ¿qué cambios ha visto en la postura de España? </strong> -Hay cosas que son mensurables y por lo tanto no discutibles. España estaba en el lugar número 12, económicamente. Hemos perdido ya tres posiciones, superados por Malta, Chipre, Chequia y ahora viene Estonia. Cuando tú estás perdiendo peso económico, pierdes también peso político. Y cuando tú no tienes una postura definida en ninguno de los grandes temas, pues nadie te toma en serio <strong>-En el ámbito del Ministerio, ¿de qué se siente más orgulloso? </strong> -Yo lo pasé muy bien como ministro. Cuando llegamos, no había un marco legislativo, aunque se había intentado cuatro veces. Yo quería hacer una Ley del Servicio Exterior. A mí el presidente Rajoy me dijo que no lo iba a sacar, que eso era meterme en un lio. Yo dije que había que sacarlo, porque además sabía que Cataluña iba a hacer una cosa parecida antes, y nosotros teníamos que tener un armazón legislativo en que pudiésemos absorber aquello. Y se hizo la Ley de Acción Exterior, la Ley de Tratados, la Ley de Inmunidades y el Reglamento de la Carrera Diplomática, que cayó por una historia de un sindicato, pero que había que hacerlo, lo cual daba un marco legislativo que no había tenido nunca. Teníamos disposiciones que venían de 1955. En segundo lugar, dije que un país que se precie tiene que tener una estrategia global y conocida, que eso fue el plan de acción exterior. La estrategia de acción exterior es exactamente eso. En tercer lugar, había que restablecer las relaciones con Estados Unidos, que estaban extraordinariamente deterioradas. La primera entrevista importante que tuve fue con Hillary Clinton en Múnich en febrero y había tomado posesión en diciembre. Y en aquel momento, Hillary Clinton dijo que, con la política exterior de Zapatero, la retirada de las tropas de Irak sin aviso, las invitaciones que hizo en Túnez a todo el mundo a que hiciera lo mismo, etc. les habían llevado a pensar en llevarse Rota y Morón a Marruecos, lo cual hubiese supuesto un cambio cualitativo en el Estrecho. Con Estados Unidos, fuimos francamente bien. Eso explica lo que hablábamos de la política con Cuba, Venezuela, Colombia, etc. Todas esas políticas las llevábamos muy de la mano y muy concertadas. Es más, diré que el cambio de Estados Unidos hacia Cuba fue posible porque España quiso. Porque una vez que me explican los americanos que van a cambiar, me llama un día, yo creo que John Kerry, y me dice que el problema somos nosotros. Le pregunto por qué y me explica que para dar ese giro necesita sacar a Cuba de la lista de países que amparaban al terrorismo. Para nosotros había un problema porque en Cuba había presos etarras que había mandado Felipe González, que la Audiencia Nacional los había reclamado y que el Gobierno cubano no había contestado. Yo llamé al canciller cubano, para decirle que contestara a la Audiencia, porque si no, no era posible seguir con el plan de Estados Unidos. Y se desatascó. Con Iberoamérica, logramos cambiar las cumbres, que se morían, e intentamos una política en Asia. Con África tuvimos una relación de equilibrio con todos los países muy satisfactoria. Yo no he sido reprobado nunca, cosa y no recuerdo haber tenido grandes dificultades en el Congreso. <strong>-¿Qué considera que le falta a la política exterior de española en estos momentos?</strong> -Lo más importante en política, pero sobre todo en política exterior es lo que decía De Gaulle, que es tener una idea muy clara de lo que es tu país, de lo que es España. Tú no puedes estar haciendo estas cosas que estamos haciendo fuera, como lo de modificar la malversación que los europeos nos dicen que ni media broma con jugar con su dinero. Lo primeo es saber cuál es tu posición en el mundo, para saber cuál es tu proyección exterior. Y saber tu proyección exterior es tener muy claro el mundo al que quieres pertenecer. Y España por definición tiene que estar en las democracias liberales. Y lo que desde luego tienen que hacer es poner en valor al cuerpo diplomático. Es inconcebible que haya cuatro vicepresidentes y que no haya un vicepresidente de acción exterior, que en donde está la diplomacia, la acción exterior, la defensa.