Óscar Ruiz / Escudo Digital
La misión de paz de la ONU en Líbano, UNIFIL, ha sido renovada en medio de enfrentamientos constantes entre Hezbolá e Israel y España continúa liderando la que puede ser la misión militar internacional más complicada en estos momentos.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha extendido el mandato de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en Líbano (UNIFIL), y lo ha hecho en uno de los momentos más complicados para la misión porque, si ya de por si era una tarea complicada, los actos terroristas de Hamás en Israel el 7 de octubre de 2023 abrieron de nuevo “la veda” para iniciar otra guerra entre Líbano e Israel, que es justo lo que esta misión intenta evitar (entre otras cosas). El pasado 28 de agosto la ONU adoptaba la Resolución 2749, extendiendo la misión de casi dos décadas de UNIFIL para mantener la paz entre Israel y el Líbano hasta el próximo 31 de agosto de 2025, que si no hay ningún cambio el año próximo seguirá liderada por el general de División español Aroldo Lázaro Sáenz.
La misión de ONU tiene como objetivo la implementación de la resolución 1701 de 2006 que, además de parar la guerra en aquel año y de aumentar de manera notable el número de cascos azules en la zona, desarrolla medidas para la desescalada del conflicto y sobre todo intenta asegurar la estabilidad a lo largo de la Línea Azul, que se refiere a la frontera reconocida por la ONU entre Líbano e Israel. Esta resolución permite un máximo de 15.000 soldados desplegados en esta zona aunque ahora mismo hay alrededor de 10.000 militares de 49 países participantes.
Punto caliente del planeta
Si la misión ONU ya era polémica y peligrosa, el lanzamiento masivo de cohetes, drones y misiles por parte de Hezbolá el pasado 7 de octubre de 2023, en solidaridad con los actos terroristas de Hamás en Israel, hizo que todas las miradas internacionales se volvieran hacia esta misión en uno de los puntos más calientes del planeta en estos momentos.
Como en casi todas las misiones de la ONU, el propósito de los cascos azules no es intervenir directamente con fuerza, sino que principalmente monitoriza e informa a Naciones Unidas y media entre los Gobiernos del Líbano e Israel (aunque no con Hezbolá que al fin y al cabo tiene el control del sur de Líbano). Sin embargo, los cascos azules allí desplegados sí realizan operaciones contra el lanzamiento de cohetes por parte de Hezbolá, patrullando de manera conjunta con tropas del Ejército libanés buscando sitios potenciales para el lanzamiento de cohetes. Aunque los objetivos de la misión no han cambiado desde el 7 de octubre, sí que lo han hecho las medidas de seguridad internas, puesto que obviamente la tensión se ha incrementado en la región de manera importante. Según fuentes oficiales de Naciones Unidas, a partir de los atentados, se han aumentado las patrullas en la Línea Azul así como las medidas de evacuación de cascos azules en caso necesario. El peligro constante de guerra entre Beirut y Tel-Aviv es constante, y aunque los mandatarios de ambos países han confirmado su voluntad de paz, todo parece indicar que el conflicto armado podría estallar de un momento a otro.
Los obstáculos técnicos, pero especialmente políticos, de esta misión la hacen prácticamente inviable, pues carece del equipo necesario para monitorizar su área de operaciones, dependiendo así de fuentes locales. Además, la misión está obligada a coordinar sus actividades con las autoridades libanesas que no están muy por la labor de parar las actividades armadas del grupo Hezbolá.
La renovación de esta misión para intentar restaurar la paz en la región (o evitar la guerra de nuevo entre Líbano e Israel) ha sido un punto muy a favor de la ONU que asume el riesgo que ello conlleva, pero desde luego en este ambiente de tensión creciente la misión debe ser renovada y ajustada a la situación de preguerra en la que nos encontramos. La seguridad de los cascos azules en la zona es directamente proporcional a las limitaciones técnicas y políticas que se encuentran para realizar su misión, y son en estos dos elementos en los que habría que trabajar para garantizar la integridad de los soldados primero, y después el éxito del objetivo establecido, que no es otro que el mantenimiento de la paz en la región.
España lidera UNIFIL desde 2022
España, bajo el liderazgo del general de División Aroldo Lázaro Sáenz, se mantendrá al frente de la misión de la ONU el Líbano hasta 2025, tras la renovación del mandato por el Consejo de Seguridad de la ONU. El general Lázaro asumió el mando en febrero de 2022, en un momento de gran tensión en la región, especialmente en la frontera entre Líbano e Israel.
La participación de España en UNIFIL ha sido vital desde 2006, tras la guerra entre Israel y Hezbolá. Actualmente, cuenta con unos 650 efectivos dentro de un contingente internacional de 10.000 soldados de 49 países. Los soldados españoles tienen como misión supervisar la línea fronteriza, conocida como la Línea Azul, evitar el lanzamiento de cohetes y brindar asistencia humanitaria en las áreas más afectadas por los combates.
Los desafíos para España de este nuevo mandato son fáciles de imaginar tras la escalada de violencia impulsada por Hezbolá en apoyo a Hamás, que ha provocado ataques desde el sur del Líbano hacia posiciones israelíes. Y por consiguiente, la posibilidad de una nueva y devastadora guerra total entre Israel y Líbano.
Esta situación, unida a las tensiones en Cisjordania, obliga a España a adaptar sus operaciones para garantizar la seguridad de sus tropas y continuar con su misión en un contexto cada vez más peligroso y volátil.