Pedro Fernaud / Escudo Digital
Existe consenso generalizado es en que este apagón tecnológico global ha ilustrado hasta qué punto dependemos de un número muy reducido de gigantes tecnológicos, lo que en el argot del sector se conoce como Big Tech o los titanes de la tecnología. Con esta expresión se alude a las mayores empresas de tecnología de la información del mundo, sobre todo las cinco grandes empresas tecnológicas de Estados Unidos: Alphabet (matriz de Google), Amazon, Apple, Meta (antes Facebook) y Microsoft. A este grupo también se le puede sumar Nvidia y Tesla, formando los Magnificent Seven. Además, en el contexto global, compañías chinas como Baidu, Alibaba, Tencent y Xiaomi (BATX) también se incluyen en este grupo debido a su relevante poder de mercado y su influencia tecnológica.
El término Big Tech comenzó a utilizarse alrededor de 2013 y ganó popularidad tras las investigaciones sobre la interferencia rusa en las elecciones de Estados Unidos de 2016, debido al gran volumen de datos que estas empresas manejan y su capacidad para influir en la opinión y las decisiones de los usuarios. Esta concentración de poder y datos ha llevado a comparaciones con otras grandes industrias históricas como la del petróleo y del tabaco. Su capacidad para moldear comportamientos sociales y económicos ha suscitado críticas sobre el poder desproporcionado que ejercen.
La gran dependencia que tenemos de las Big Tech
A la hora de determinar qué empresas determinan más nuestro día con su poder e influjo, los expertos afinan el análisis y señalan estas cuatro corporaciones; Microsoft, Apple, Alphabet (Google) y Amazon. ¿De qué maneras específicas dependemos de ellos en el día a día? Microsoft ha moldeado el entorno tecnológico y de negocios de muchas empresas con su software, como Windows y Office, además de su plataforma en la nube Azure. Por su parte, Apple ha revolucionado el consumo y el diseño tecnológico con su enfoque en productos innovadores como el iPhone, iPad y sus servicios digitales. En el caso de Alphabet, matriz de Google, hablamos de un gigante tecnológico que domina la publicidad en línea y ha diversificado su impacto con innovaciones en inteligencia artificial y tecnología autónoma. Mientras que Amazon ha transformado el comercio electrónico y la logística, y su servicio en la nube AWS lidera el mercado de infraestructura digital.
Muy cerca de la capacidad de influencia de esos titanes tecnológicos está Meta, anteriormente conocida como Facebook, que es propietaria de las plataformas de redes sociales Facebook, Instagram y WhatsApp, y ha incursionado en el mercado de la realidad virtual con la adquisición de Oculus. La empresa genera la mayor parte de sus ingresos a través de la publicidad dirigida, aprovechando la extraordinaria cantidad de datos que recopila de sus usuarios. Una de las principales ventajas de estas grandes tecnológicas es su capacidad para impulsar la cooperación tecnológica, facilitando alianzas con la banca tradicional que promueven la innovación y la eficiencia en los servicios financieros. En regiones en desarrollo, estas empresas mejoran la inclusión financiera al proporcionar acceso a mercados y servicios antes inaccesibles, beneficiando especialmente a las pequeñas y medianas empresas. Además, su dominio en tecnologías avanzadas permite a otras empresas acceder a herramientas de inteligencia artificial y big data, fomentando así un ecosistema tecnológico más robusto y competitivo.
Por qué es fundamental estar alerta ante la concentración de poder de los Big Tech
Claro que no es oro todo lo que reluce. Meta, por ejemplo, ha sido cuestionada por su manejo y protección de los datos personales de los usuarios, con escándalos como el de Cambridge Analytica, que expuso cómo los datos de millones de usuarios fueron utilizados sin su consentimiento para influir en elecciones. Además, los algoritmos de recomendación de Meta han sido criticados por promover la desinformación y el contenido divisivo, ya que priorizan el engagement (conexión activa del público) y la interacción, lo que a menudo se traduce en la amplificación de noticias falsas y teorías de conspiración.
Más allá del caso de Meta, la realidad es que la incursión de los Big Tech en el sector financiero puede introducir inestabilidad financiera, dado que estas empresas no están sujetas a la misma regulación que los bancos tradicionales, lo que puede aumentar los riesgos sistémicos.
La competencia desleal es otro problema crítico. La infraestructura y poder de estas grandes tecnológicas les permite dominar rápidamente el mercado, desplazando a la banca y a las fintech locales y extranjeras, lo que puede llevar a una concentración excesiva de poder económico en pocas manos. Además, la privacidad de los usuarios está en constante riesgo, ya que el modelo de negocio de muchas Big Tech se basa en la recopilación y venta de datos personales, lo que genera preocupaciones sobre la protección de datos y la seguridad de la información.
En ese contexto crítico con la formidable dependencia que nos están generando los gigantes tecnológicos se ubican las reflexiones Scott Galloway, experto en marketing y profesor en la Universidad de Nueva York, quien analiza en su libro «The Four» cómo Amazon, Apple, Facebook y Google han construido imperios que afectan nuestras vidas profundamente. Según Galloway, estas empresas “evaden impuestos, invaden nuestra privacidad y destruyen empleos en su afán de maximizar beneficios”.
El autor critica que estas compañías han creado una ilusión positiva alrededor de ellas, mientras que su poder y tamaño excesivo son alarmantes. Amazon, por ejemplo, es descrita por este experto como un «Príncipe de las Tinieblas» que domina el comercio minorista y busca reducir costes mediante robots y tiendas automatizadas. Facebook, según Galloway, se beneficia de nuestra necesidad de amor y conexión, pero ha recibido críticas por su rol en la propagación de noticias falsas. Google es descrito como un «dios moderno» que responde a nuestras preguntas, y Apple, con sus productos sagrados, apela a nuestros deseos de lujo y exclusividad. Galloway sugiere que, en lugar de cuatro gigantes tecnológicos, deberían existir diez empresas para fomentar la competencia y el crecimiento económico.
¿Cómo hemos llegado al punto de dependencia?
“Yo lo veo como un bucle de retroalimentación. Primero te ofrecen servicios básicos y gratuitos, como un correo electrónico o un buscador”, reflexiona en el diario El País Ekaitz Cancela, investigador del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la Universitat Oberta de Catalunya y autor de Utopías digitales (Verso Libros, 2023). “Después con los datos que recopilan estas compañías de sus usuarios, conforman sus modelos de personalización de anuncios, con los que han dominado el mercado publicitario mundial durante años. Ahora, usan esos datos para entrenar los modelos de IA que usan en servicios en la nube y que luego ofrecen a las administraciones. Así que están en una posición perfecta para gestionar los sistemas de seguridad de los países”, concluye.
En esa línea, según una investigación publicada por Tech Inquiry, Microsoft ha suscrito más de 5.000 contratos con agencias militares estadounidenses desde 2016, Amazon más de 350 acuerdos similares y Google otros 250. En ese contexto, hace solo dos años, en 2022, el Pentágono concedió en un megacontrato a Amazon, Google, Microsoft y Oracle por valor de 9.000 millones de dólares para desarrollar un proyecto de computación en la nube. Es decir, los gigantes tecnológicos no solo controlan los sistemas que necesitamos para trabajar, entretenernos, abrir un negocio o hacer gestiones administrativas: también están ya presentes en el ámbito militar.
Cómo la UE trata de poner coto al apetito insaciable de los gigantes tecnológicos
El caso es que la Unión Europea es consciente de la vulnerabilidad tecnológica europea. De ahí surge el proyecto Gaia-X, que aspira a incentivar la autonomía digital y el desarrollo de una nube propia de carácter europeo. Pero la realidad invasiva de los titanes tecnológicos no se modifica de la noche a la mañana. “Para desarrollar Gaia-X, se han ido firmando acuerdos con las grandes tecnológicas. Incluso la UE ha adoptado hace dos meses la nube de Oracle”, apunta a El País Javier Sánchez Monedero, investigador en Inteligencia Artificial del departamento de Informática y Análisis Numérico de la Universidad de Córdoba. Sánchez Monedero pone en valor las posibilidades de internet y contrapone ese potencial con la realidad de oligopolio tecnológico en la que andamos inmersos. Dicho con sus palabras: “La red es perfectamente resiliente, internet está diseñada para trabajar de forma descentralizada y federada. Lo que no es resiliente es que tengamos por encima una capa con tres o cuatro productos a los que se les delega todo”.
Para revertir esa tendencia, se ha modelado también La Ley de Mercados Digitales (DMA) por parte de la Unión Europea. El objetivo de la ley es fomentar la competencia y la innovación, así como mejorar la equidad para las empresas que operan en los mercados digitales. Este dispositivo legal ofrece ventajas al fomentar una mayor competencia en el mercado digital, limitando el poder de las grandes tecnológicas y brindando a los consumidores más opciones y control sobre sus datos personales. Sin embargo, también plantea problemas, como la posible complejidad y confusión para los usuarios al tener que decidir sobre nuevas opciones de configuración y posibles riesgos de seguridad, debido a la apertura de las plataformas a terceros. Además, las empresas tecnológicas han advertido que podría generar cambios en los servicios que los usuarios no desean, lo que podría afectar la experiencia del consumidor.
Claro que no todo el mundo está alineado con ese celo crítico de la UE hacia los titanes tecnológicos. Enrico Colombatto, director del Center of Economic Research en Turín, critica la postura hostil de la Unión Europea (UE) hacia las grandes empresas tecnológicas, destacando que esta actitud podría perjudicar el futuro económico del continente. Según este economista italiano, a diferencia de Estados Unidos, donde se busca cooperar con las grandes empresas tecnológicas para fomentar la innovación y mantener la competitividad global, la UE impone regulaciones estrictas que dificultan el crecimiento y fomentan la reubicación de empresas hacia entornos más favorables. Esta rigidez regulatoria podría llevar a Europa a depender de tecnologías extranjeras, mientras que Estados Unidos sigue atrayendo inversiones y talento.
La realidad china de superconcentración tecnológica alerta de un fenómeno global
En cualquier caso, parece claro que en la realidad capitalista en la que vivimos el desarrollo tecnológico tiende a concentrarse en muy pocas manos, con desarrollos similares en diferentes lugares del planeta. Como muestra está el tremendo poder que aglutinan los gigantes tecnológicos chinos: Alibaba, Tencent y Baidu dominan el mercado interno y están expandiendo su influencia globalmente. Alibaba, líder en comercio B2B y con una fuerte presencia en Europa a través de AliExpress, generó ingresos de 109.5 mil millones de dólares en 2023. Tencent, fundada en 1998, es conocida por WeChat, la app de mensajería más popular en China, con 1.3 mil millones de usuarios, y en 2023 tenía un valor de marca de 214 mil millones de dólares. Baidu, el «Google chino», domina el mercado de búsqueda en China y lidera en inteligencia artificial y vehículos autónomos, con ingresos de 19.5 mil millones de dólares en 2023.
En resumen, las Big Tech tienen un impacto dual en la economía y la sociedad. Por un lado, aportan avances significativos en tecnología e inclusión financiera, facilitando la cooperación y el acceso a herramientas avanzadas. Por otro lado, su poder y alcance pueden generar inestabilidad financiera, competencia desleal y riesgos a la privacidad, lo que plantea desafíos importantes que requieren regulación y supervisión adecuadas para equilibrar sus beneficios y mitigar sus desventajas, entre las que sobresale el perjuicio a las pequeñas y medianas empresas del ámbito tecnológico. En esta dirección, resulta crucial diversificar los proveedores de servicios en la nube y fomentar opciones de código abierto para mitigar los riesgos de la centralización. Gobiernos y organizaciones deben implementar leyes para proteger los datos y fomentar un entorno digital más seguro y competitivo.
Pedro Fernaud
Periodista y profesor con veinticinco años de experiencia en diversos medios periodísticos: radio, prensa escrita y medios online, y más de 10 años vinculados al ámbito de la docencia.
Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y en Comunicación Integral por la Francisco de Vitoria y Máster de Formación al Profesorado, en su rama de Ciencias Sociales, en la Universidad Rey Juan Carlos I.
Especialidades: Redactor, poeta, experto en impacto social de las nuevas tecnologías y relaciones internacionales, así como en temas culturales y deportivos; cuentista infantil, creativo, gestor de cuentas sociales, community manager, corrector estilístico, corrector gramatical, ortográfico y copy writer.