Carlos Uriarte Sánchez
Vicepresidente de la Sociedad Europea Coudenhove-Kalergi
Cinco años después de las últimas elecciones al Parlamento Europeo y a pesar de los temores y falsas predicciones de algunos analistas, quizás alimentados y alimentadas por campañas de desinformación interesadas en una Unión Europea débil, se ha vuelto a formar una sólida alianza de las familias proeuropeas tradicionales, a saber, el Partido Popular Europeo (PPE), la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D) y el Partido Renovar Europa (RE).
En España, el Partido Popular ganó las elecciones con 22 diputados, seguido del Partido Socialista Obrero Español con 20 de un total de 61 diputados. Los 19 diputados restantes se repartieron entre 7 partidos. Casi el 65% de los españoles votaron a favor de las dos principales familias europeístas de nuestro país, el PP y el PSOE, lo que demuestra que en España existe un fuerte europeísmo.
Estas últimas elecciones han sido muy importantes no sólo porque han supuesto una renovación de los liderazgos en las distintas instituciones europeas, especialmente en el Parlamento Europeo, sino también por el impacto que tendrán en la elección del Presidente de la Comisión Europea, la composición del Colegio de Comisarios y el nombramiento del Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad – Vicepresidente de la Comisión Europea. Todos estos nombramientos deberán ser confirmados por el Parlamento Europeo y tendrán un impacto decisivo en la dirección legislativa y política de la UE para el quinquenio 2024-2029.
A pesar del pesimismo inicial respecto a la polarización entre fuerzas proeuropeas y antieuropeas, los resultados fueron finalmente mejores de lo esperado y, de un total de 720 escaños, el Grupo del Partido Popular Europeo (Demócrata-Cristianos) obtuvo 188 eurodiputados con un 26,11% de los votos; el Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo con el 18,89% de los votos y 136 eurodiputados; el Grupo Renovar Europa con el 10,69% de los votos y 77 eurodiputados, si además incluímos otras fuerzas europeístas como el Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea con el 7,36% de los votos y 53 escaños, podemos afirmar una clara victoria de las fuerzas en favor del proceso de construcción europeo. El análisis de estos datos muestra que el PPE, el S&D, Renovar Europa y los Verdes/ALE representan en conjunto 454 eurodiputados (63,05% de los votos), lo que supone una amplia mayoría absoluta de fuerzas proeuropeas en comparación con otros grupos considerados euroescépticos o que quieren una Europa diferente (Patriotas por Europa 84 eurodiputados y 11,67% de los votos); Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) con 78 eurodiputados y el 10,83% de los votos; Grupo de Confederal de la Izquierda Unitaria Europea (GUE/NGL) con 46 eurodiputados y el 6,39% de los votos; el Grupo Europa de las Naciones Soberanas con 25 escaños y el 3,47% de los votos y el Grupo de los No Inscritos con 33 eurodiputados y el 4,58% de los votos.
El PPE sigue siendo el partido más numeroso del Parlamento Europeo y la nueva Presidenta de la Eurocámara seguirá siendo Roberta Metsola, que pertenece a esta familia política. La primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, del Partido Renovar Europa, dimitió el 23 de julio al ser nombrada jefa de la diplomacia europea, cargo que asumirá a finales de año. Y el ex primer ministro portugués, el socialista António Costas, que, tras el buen resultado de su partido en su país, que es uno de los tres únicos en los que ganó el partido socialista, ha sido propuesto por los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 Estados miembros de la Unión Europea en sesión del Consejo Europeo para el puesto de presidente del mismo en sustitución del actual, el belga, Charles Michell. Todos estos nombramientos son el resultado de un pacto de legislatura concluido por los grupos PPE, S&D y Renew Europe tras las recientes elecciones europeas de 2024.
Quizás en todo este proceso deliberativo y de acuerdo sobre la renovación en el liderazgo de las principales instituciones políticas de la Unión Europea, debería de haber sido incluida la primera ministra italiana, Giorgia Melloni, cuyo país representa la tercera mayor economía de la UE. Al fin y al cabo, Europa debe estar unida en su diversidad. Por eso, siempre es mejor integrar que dividir o aislar, especialmente en estos momentos de incertidumbre en el proyecto de integración europeo: continúa el eterno debate sobre más profundización o más ampliación, las aplazadas reformas institucionales para hacer de la UE más operacional y eficaz (por ejemplo, mediante la supresión de la unanimidad en las votaciones del Consejo si queremos avanzar en políticas como la exterior, la de seguridad y la de defensa. Estamos hablando de que Italia es también uno de los países fundadores de la UE. El compromiso proeuropeo de Italia con visiones diferentes, por ejemplo a la hora de abordar el fenómeno migratorio, puede conducir a nuevas soluciones basadas en el consenso. Esto podría servir de incentivo para que otros grupos políticos considerados euroescépticos se unan al proyecto común.
En definitiva, el futuro del proceso de construcción europea dependerá en gran medida de la capacidad de los nuevos líderes para crear consensos y abordar eficazmente las preocupaciones de los ciudadanos. La crisis climática, la recuperación económica, la gestión de la migración y las relaciones exteriores seguirán siendo cuestiones clave en la agenda política de la UE. Ante estos retos complejos y en constante evolución, estas elecciones brindan una excelente oportunidad para renovar el compromiso democrático y reforzar la unidad europea haciéndola más resistente a los desafíos futuros. Además, no debemos olvidar la ampliación a los Balcanes Occidentales y a otros Estados que actualmente tienen la condición de países candidatos. Entre ellos están Ucrania, Moldavia y Georgia. También será crucial incorporar a las fuerzas euroescépticas en las decisiones frente a estos desafíos con el objetivo, que éstas puedan asumirlo gradualmente y hacerlo suyo. Europa no será sólo lo que sus instituciones y Estados miembros quieran que sea, sino sobre todo lo que sus ciudadanos deseen que sea. Para lograrlo, debemos construir una auténtica democracia europea que, parafraseando a Stefan Zweig, nos permita a todos los ciudadanos europeos hacer de Europa la patria de nuestra elección. Europa debe de ser capaz de proporcionarnos un sentimiento de pertenencia que nos enriquezca como ciudadanos y enriquezca nuestra Europa. El patriotismo europeo será siempre necesariamente inclusivo frente al nacionalismo que es excluyente y que sólo conduce a la guerra.
Este futuro europeo dependerá también del compromiso de cada Estado europeo y del mantenimiento de la unidad y la solidaridad entre todos. En democracia las diferencias son legítimas, pues Europa es diversa, pero todas estas divergencias deben de producirse desde una lealtad a un proyecto común, donde tenemos que tener todos los europeos muy claro, que es mucho más lo que nos une, que lo que nos divide, que es mucho mejor la unidad y la solidaridad, que la irrelevancia y la nada en el mundo multipolar cada vez más complejo y cambiante, que pone continuamente en cuestión los valores democráticos, la libertad y la paz en nuestra Europa. En mi opinión, en este análisis electoral, el principal problema en este momento en la Unión Europea lo encontramos en Francia. Es precisamente en el pais galo, donde el partido de extrema derecha de Marie Le Pen fue el más votado en las elecciones al Parlamento Europeo. Fue el primer aviso, que no fue confirmado afortunadamente en las elecciones parlamentarias francesas. El Frente Nacional no obtuvo la mayoría parlamentaria para formar un gobierno. El gobierno francés a petición del presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, ha permanecido en funciones esperando la conclusión de los Juegos Olímpicos de París. Bajo el liderazgo de Emmanuel Macron se están llevando consultas con el objetivo de lograr una unidad nacional de fuerzas que pudiera defender los valores democráticos republicanos de Francia y el europeísmo. Al fin y al cabo, Francia es la segunda economía de la UE. Emmanuel Macron, deberá lograr el mayor consenso posible entre posiciones centristas y europeístas alejadas de los extremos. El objetivo es garantizar la estabilidad de Francia sobre la base del sentido común y de una política seria alejada de las recetas populistas de la extrema izquierda y de la extrema derecha. Esa estabilidad sería la mejor para Francia y para todo Europa en su conjunto. Los españoles debemos recuperar esos valores de diálogo y consenso que inspiraron nuestra constitución para poder superar la crisis política e institucional en la que nos encontramos. Esperemos que Francia no repita los errores de España.