Gabriel Cortina
Analista de asuntos estratégicos de seguridad
El conflicto entre Hamás e Israel necesariamente lleva a otros actores en la región de Oriente Medio, como son Catar e Irán. En el análisis de capacidades de cada una de las partes involucradas se encuentra lo esencial de la disuasión.
La diplomacia debe de tener en cuenta esta realidad, que es una dimensión del poder militar. Deseo ofrecer una valoración de lo que no se ve por parte de Irán: su arma submarina. Actualmente cuenta con 20 unidades, tres de las cuales son de ataque (Kilo Class), y se distribuyen entre el Mar Caspio, el Golfo de Omán, el Pérsico y el Océano Índico.
La geografía configura la realidad estratégica y es necesario un análisis detallado de los mapas, tanto terrestres como navales. La república islámica tiene soberanía sobre una de las rutas navales más importantes del mundo, cuyas aguas territoriales comparte con Omán. Por ahí pasa el 20 % del petróleo, así que bajo este comercio internacional se encuentran los submarinos iraníes. Para reducir el riesgo de colisión de los petroleros y los buques metaneros, los entrantes usan un carril y los salientes usan otro, así que es mucho más fácil de vigilar desde el periscopio. Una guerra contra Irán afecta al equilibrio mundial de esta necesaria materia prima, de ahí que, a priori, se hace necesario respetar esta línea roja.
Ocurre lo mismo a la hora de plantear un posible ataque aéreo de Israel, a causa de las distancias, la capacidad logística de abastecimiento en vuelo y la geografía montañosa, eso sin contar las características de las defensas antiaéreas. Lo mismo para Irán en su ataque a Israel, razón por la cual es preferible lanzar drones y misiles crucero que cazas de combate, cuyo importe y mantenimiento es incomparable. Lo mejor es preferible dejarlo para el final. Lo que está en confrontación es la superioridad electromagnética y afecta a todas las partes. También en el ámbito naval, por los radares y sónares.
La Armada de Irán organiza ejercicios de forma periódica, lo que implica una voluntad de mejora continua. Junto a la flota que se ve, está la que no se ve, que es la de uso civil (pesca, recreo) con fines militares (espionaje). A pesar de los contratos de importación con China y Rusia, Irán es capaz de construir y mantener sus submarinos desde 2005. Interesa saber el tipo de torpedos y de misiles crucero que tiene. La ventaja es que con un alcance de apenas 20 kilómetros puede mantener en jaque el tablero de juego. Su reto es lograr reactores nucleares para integrarlos y pasar a la siguiente liga, la de los submarinos con capacidad nuclear. Si puede, lo hará. Otro tema que no se ve son las plataformas submarinas remotamente tripuladas (Unmanned Undersea Vehicle), que permiten abordar numerosas operaciones y multiplica su disuasión. La ecuación iraní de arma submarina, comercio oil-gas y Estrecho de Ormuz explica una de sus fortalezas, lo que implica replantear las acciones ofensivas de sus adversarios.