Carmelo Marcén Albero
Investigador eco-social y colaborador de la Fundación Alternativas
Cuesta entender los altos porcentajes de situaciones de pobreza y exclusión social que soporta el colectivo de niños y adolescentes en la rica, democrática y avanzada Europa. Asusta pensar que tras las elecciones al Parlamento Europeo pueda incrementarse. Todos hemos conocido que los partidos de derecha y extrema derecha europeos no llevan en sus idearios la protección de los más débiles ni la disminución de las desigualdades sociales. Si así sucediere, esos niños y niñas, también los adolescentes actuales, arrastrarán el olvido social que soportaron durante las primeras etapas de su vida. De ese olvido no son responsables; sufren las desidias y olvidos de otros. Tanto de sus representantes políticos como de la sociedad que selecciona a estos en unas elecciones.
Hace unos meses conocimos el Informe de Unicef The State of Children in the European Union. En él se denunciaba que bastantes niños en la UE se enfrentan en la actualidad a graves problemas que deteriorarán su vida futura, de no resolverse pronto y totalmente. Sufren altas tasas de pobreza y exclusión social desde hace demasiados años, soportan variados problemas de salud mental y acumulan riesgos ambientales debidos a la contaminación. Las tasas de pobreza se refieren al dinero que sus familias pueden dedicar a las necesidades básicas de los niños y adolescentes (calidad en la alimentación, confortabilidad en la vivienda, etc.), también si pueden acceder a servicios esenciales como una salud completa (tener unas gafas o prestaciones dentarias si las necesitan) o una educación de calidad. Su salud mental está deteriorada por demasiados episodios de angustia, no disfrutan de un estado de bienestar psicológico, emocional y social positivo. Los riesgos ambientales permanentes están provocados por varios factores en su entorno natural (incluidos hogares, escuelas y áreas locales, espacios verdes, etc.) y por cuestiones más generales, como los impactos del cambio climático. A todo esto habría que añadir la falta de recursos digitales y, a la vez, los riesgos que comporta su inadecuada utilización.
Esta valoración cualitativa se completa con datos. El informe denuncia que uno de cada cuatro niños de la Unión Europea corre riesgo de pobreza o exclusión social; lo que supone un total de 20 millones. Y eso es muchísimo. Es una vergüenza para la sociedad en la que viven. Más todavía en España. Aquí se superan los dos millones (el 28% de la población infantil y adolescente).
Más datos que deberían inducir a un abordaje inmediato por parte de las administraciones: se ha evidenciado un aumento de 1,6 millones de niños desde 2019 en el principal indicador de pobreza de la UE, según el informe de Unicef de este año. Lo cierto es que unos 11 millones de niños de la UE padecen problemas de salud mental. Este olvido social es todavía más grave en España, el país de la UE con mayor tasa de pobreza infantil. A poco que miremos cerca de nosotros veremos que los adolescentes son los más propensos a sufrir problemas de salud mental, como ansiedad y depresión; circunstancias que afectan a una quinta parte de los jóvenes europeos de 15 a 19 años.
No solamente Unicef denuncia los riesgos de los olvidos. Hay que tener en cuenta el contexto social. La EAPN (European Anti Poverty Network) -coalición independiente de ONG y otros grupos involucrados en la lucha contra la pobreza y la exclusión social en los Estados miembros de la Unión Europea- ha expuesto su avance de resultados para la pobreza general en España. El indicador AROPE (At Risk Of Poverty or Exclusion) -tasa de riesgo de pobreza o exclusión social- se ha incrementado ligeramente en el último año y alcanza al 26,5 % de la población. Tremendo porcentaje que en términos absolutos nos alerta de que unos 12,7 millones de personas están en situación de AROPE. Lo todavía peor es que crece: el año anterior alcanzaba al 26 %. Supone, teniendo en cuenta el aumento de población, que unas 400.000 nuevas personas están en riesgo de pobreza y/o exclusión social en el último año. No nos vamos a extender mucho más en las cifras, que se pueden consultar en los enlaces aportados. Solamente decir que el incremento de la tasa AROPE se sustenta exclusivamente en el notable aumento de la privación material y social severa (PMSS). En este colectivo, unos 1,9 millones de personas, no son extremadamente pobres ni viven en hogares con baja intensidad de empleo. Sin embargo, sufren carencia material y social severa. Una tremenda radiografía de nuestra sociedad, una parte de la cual quedará lastimada para siempre.
Frente a estos olvidos, despistes a simplemente falta de interés por mirar con detalle las desigualdades, queremos hacer desde aquí un llamamiento colectivo a las alianzas para no lastimar todavía más la vida social de generaciones venideras. Nuestra carta de deseos iría dirigida a los gobiernos, a los partidos políticos, a los parlamentos, a buena parte de los medios de comunicación y también a la judicatura. En España, estos colectivos dedican gran parte de su tiempo político y orgánico a revolver papeles acusatorios de privilegios particulares de personas públicas, que si bien hay que desmontar, parecen nimiedades comparadas con la tragedia de entrar en riesgo de pobreza en la niñez y adolescencia.
Otros deseos cuyo cumplimiento no puede esperar. Congratularía a muchas personas que la fiscalía y la judicatura persiguiese de oficio estas oscuridades, desidias, incumplimientos de compromisos de las administraciones, faltas o delitos contra los españoles como conjunto y, más concretamente, en los colectivos más desfavorecidos. Porque España debe cumplir leyes europeas y propias en las que se reconocen a los menores de edad como sujetos de pleno derecho. Da la impresión de que las desigualdades no preocupan a los poderes públicos, o se ven agobiados por otros trabajos. Nos gustaría saber cuántos plenos parlamentarios se dedican en las Cortes o en los parlamentos regionales a acordar de forma inmediata la lucha contra la pobreza. ¿En cuántos gobiernos hay un ministerio/departamento sobre la Exclusión Social o para eliminar las desigualdades? ¿Se rinden cuenta de sus logros o deberes incumplidos a la ciudadanía? ¿Qué dice sobre el asunto el Consejo General del Poder Judicial?
También nos encantaría que los medios de comunicación desempeñaran un papel relevante en esa alianza por la pobreza, y por la infancia en especial. Han de implicarse en evidenciar las posibles ideas éticas de los partidos ante estos temas. Si hablan de pobreza es de forma puntual. Además, deberían hacer de contrapeso a los desaires sociales que lanzan las redes tecnológicas que enmudecen las conciencias con aspectos banales.
Una última cuestión que nos preocupa mucho. ¿Será relevante el Parlamento Europeo surgido tras las elecciones para que de una vez se entienda que la pobreza y el riesgo de exclusión deben ir acabándose en la democrática UE?
¡Basta ya! Queremos unos políticos, jueces, partidos y medios de comunicación que hablen de los problemas de la infancia y la adolescencia, de las desigualdades crecientes que pueden acumular muchos españoles. Esos representantes nuestros deben leer los coincidentes informes de Unicef, Save the Children, Oxfam, Cáritas, etc. Así como la recomendación del Defensor de Pueblo de este año que subrayaba: “Hay que abordar la pobreza de tal manera que sea objetivo prioritario de los poderes públicos”. Querríamos recordarles desde aquí que el derecho humano a llevar una vida digna no se mendiga, se incorpora al nacer. Un profundo agradecimiento a aquellas personas que desde esos ámbitos sí pelean por la justicia social universal.
P.D.: Un sentido recuerdo y una inquietante alarma sobre la pobreza infantil y las muertes provocadas en los niños palestinos de Gaza y Cisjordania, también del Líbano. ¿Podrá la comunidad internacional mejorar el AROPE allí, si es que existe? Tampoco debe suponer mucho en demasiados países de África, Latinoamérica o Asia. Así pues, deberíamos repensar la convivencia mundial, no solo reducirla a unas cuentas cifras o porcentajes.