Carmelo Marcén Albero
Investigador eco-social y colaborador de la Fundación Alternativas
La verdad es que la Unión Europea ostenta desde hace tiempo la categoría de referencia ética para buena parte del mundo. Su forma de gestión social le confiere una categoría moral para posicionarse con liderazgo frente a otros modelos de gobernanza. Sus órganos de gestión, tanto la Comisión como el Parlamento, quedan sujetos a aquello que Jacques Delors, nacido en una familia de clase trabajadora con orígenes modestos, nos repitió a menudo: la educación es un factor indispensable para que la humanidad pueda conseguir los ideales de paz, libertad y justicia social. Lo experimenté personalmente, pues originario de una familia pobre en una tierra pobre, la educación supuso un ascensor social del que he disfrutado. Albert Camus también nos habló de ello al recoger su Nobel. Ventaja educativa y social de la que me gustaría participasen todos los europeos, y también los migrantes que han llegado hasta nosotros, buscando el acceso a unos recursos de los que sus familias carecen o huyendo del horror.
A punto de cumplirse en 2025 los cien años de su nacimiento, Delors está más presente que nunca entre quienes pensamos en la solidaridad como eje de convivencia. Para los que, como él, sostenemos que “el mercado no puede ser un fin en sí mismo, debe estar al servicio del bienestar y el progreso de todos”. Como nos enseñó, Europa es una construcción que hay que reinventar constantemente.
Todo lo anterior viene a cuento, además de homenajear a Delors, a que suenan tambores de desigualdad en algunas políticas de la UE. El nueve de junio se van a celebrar elecciones al Parlamento Europeo. Tenemos por delante nubarrones eco-sociales que van en contra de aquello por lo que también apostaba el político francés: la unidad europea es una cuestión de interés común, no solo de los Estados miembros, sino también de sus ciudadanos.
Buena parte de los grupos políticos que pugnan en el Parlamento han olvidado a menudo que están al servicio de la ciudadanía y del planeta en el que esta habita en interacción permanente con la biodiversidad. No recuerdan que todos tenemos, las mujeres y hombres que forman el Parlamento mucho más, la responsabilidad de proteger y preservar nuestro planeta para las generaciones futuras. Parece que no se han enterado de que “la solidaridad intergeneracional es fundamental para asegurar un futuro sostenible”; otra señal Delors.
En la reinvención constante de la UE no se pueden dar pasos hacia atrás. Ya empezamos a recordar con nostalgia aquel New Deal Europe, un pacto verde europeo que sonaba a gloria hace unos años. Pero va perdiendo lustre. Por lo que parece, va a haber retrocesos en política medioambiental, ya que la agenda política de la UE se inclina hacia cuestiones económicas y de seguridad. Aún verdea algo, y por eso tenemos buenas noticias de hace pocos días. Al final, la ley de restauración fue aprobada, aunque nadie es capaz de calcular qué recorrido tendrá. Se ha progresado en nuevas leyes de ecodiseño y derecho a reparar, se acordó la reducción de residuos de envases, se avanzó en la protección de los derechos humanos y el medioambiente. Al tiempo que redacto estas líneas recibo un wasap que me informa de que el Parlamento Europeo acaba de aprobar la nueva norma de la Calidad del Aire. Debemos aferrarnos a lo positivo, aunque demos cuenta de los desaciertos. Aquí un cuadro de indicadores, una clasificación de grupos políticos y partidos nacionales de la UE basada en registros de votación legislativa sobre clima, naturaleza y contaminación.
Hemos acudido a Social Europe para que nos muestre el barómetro preelectoral en la UE. Vamos a componer un resumen de las entradas clave que marca: se necesitan nuevos recursos propios de la UE para afrontar nuevos desafíos, hay que enfocar bien las razones por las que los progresistas deben decir no a la austeridad, hay que reducir la huella material en Europa, etc. Si no es así, los líderes políticos europeos pueden perderse un encuentro vital con la historia. “El futuro es social”, como dice el número 24 de la revista The Progressive Post de la FEPS (Foundation for European Progressive Studies).
Para quienes anden despistados, el Parlamento Europeo enmarca la política que puede/debe hacer la Comisión, que es quien ejecuta los acuerdos parlamentarios. Las encuestas anticipan un giro brusco a la derecha en junio, según el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Este avisa de que los partidos populistas de derecha radical ganarán votos y escaños en toda la UE, y los partidos verdes y de centro izquierda los perderán. Los partidos de extrema derecha son cada vez más dominantes en los entornos nacionales de muchas capitales de la UE. Las consecuencias serían catastróficas para el futuro socioambiental de Europa. Porque la transición eco-social, máxime tras la incorporación de los países del Este, no ha hecho nada más que comenzar en cuestiones ambientales, sociales y económicas. ¿Qué decir de las crecientes desigualdades?
Los resultados de la encuesta del Hertie School Jacques Delors Centre son muy pertinentes, y pretenden descubrir las referencias climáticas de los votantes europeos. Por lo expresado esas siguen siendo hoy básicas para reinventar la UE, para llevar a buen término una transición justa eco-social –ahí confluye buena parte de la ética global-. Reproducimos íntegramente una parte de lo que se dice tras la encuesta:
«La mayoría de los votantes todavía desea una política climática más ambiciosa y apoyaría una serie de medidas concretas para reducir las emisiones. Sin embargo, apoyar a los votantes cruciales en el medio requerirá un mayor enfoque en la inversión verde, así como una política industrial y de medidas de compensación para políticas efectivas pero impopulares, como la fijación de precios del carbono. Las partes no deberían desperdiciar los próximos meses superándose entre sí sobre cómo atender la fatiga climática imaginada, sino competir sobre recetas concretas para ecologizar la economía».
Nos queda una duda que cada vez lo es menos: ¿qué diría Delors a todo esto? Votemos en su memoria.
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