Pedro Fernaud
Periodista
Los suizos podrían ser llamados a votar en referéndum sobre la histórica neutralidad de su país después de que una iniciativa lanzada por dos formaciones políticas nacionalistas haya conseguido el suficiente número de firmas para avanzar con el procedimiento.
La consulta se nutre de 130.000 firmas certificadas, en un momento en el que el país helvético ha tomado decisiones que contradicen su habitual posición de imparcialidad, como el hecho de apoyar las sanciones de la UE a Rusia por su invasión de Ucrania.
La neutralidad de Suiza es un concepto central en la política exterior suiza que se remonta a varios siglos atrás. Esa tradición de imparcialidad, que tantos réditos en términos de prosperidad le ha dado al país helvético, podría llegar a su fin si prospera esta iniciativa que allanaría el camino para una votación nacional en los próximos meses sobre enmiendas constitucionales propuestas para consagrar la histórica política de neutralidad de Suiza en los asuntos internacionales. De momento, han cumplido con el primer requisito que requería esta iniciativa para desembocar en una votación, ya que han rebasado con creces las 100.000 firmas que legalmente el asunto requiere para acabar concretando en una consulta popular de carácter vinculante.
La mecha que encendió el debate: el apoyo a las sanciones de la UE a Rusia
El debate sobre la neutralidad de Suiza se intensificó el año pasado después de que las autoridades helvéticas siguieran los pasos de la Unión Europea al adoptar sanciones crecientes contra Rusia por su invasión de Ucrania, contradiciendo de este modo una tradición centenaria de no tomar partido en conflictos globales. Una encuesta realizada en 2023 constató que el 91% de los votantes suizos aprueba la neutralidad en general, aunque el 75% creía que las sanciones contra Rusia son compatibles con el principio, como se informa en la revista Time.
No es la primera vez que se produce este cambio en el “paso de baile de neutralidad suizo”. En 2022, un alto funcionario suizo también advirtió que el país impondría medidas punitivas en caso de que China invadiera Taiwán, aunque Suiza no se unió a las posteriores sanciones de la UE contra China.
De cualquier manera, la iniciativa, presentada por el grupo de defensa Pro-Suiza (Pro Suisse), insta a Suiza a eludir sumarse a cualquier alianza militar a menos que sea atacada. Según sus impulsores, la neutralidad suiza es algo “perpetuo” que debe mantenerla fuera de cualquier alianza militar, como la OTAN, de la que Suiza no es miembro y con la que la Confederación helvética mantiene conversaciones desde 2023 a raíz de la guerra en Ucrania. Además, este proyecto apuesta por no imponer «medidas coercitivas no militares» a menos que esté obligada por las Naciones Unidas. La enmienda también consagra que «Suiza utilice su neutralidad perpetua para prevenir y resolver conflictos y está disponible como mediador«.
En este sentido, los autores de esta iniciativa critican la implementación por parte del Gobierno suizo de las sanciones de la Unión Europea contra Rusia por la invasión de Ucrania al describirla como “un sacrificio irreflexivo” de la imparcialidad del país. No es la primera vez que este conjunto de activistas pro-neutralidad presenta una iniciativa de este tipo en el país. Ya en 2011 este movimiento Pro Suisse promovió también una campaña sobre la neutralidad helvética, que aspiraba a limitar las misiones de ayuda del Ejército suizo en el extranjero, aunque en esa ocasión no logró reunir suficientes rúbricas para sacar la moción adelante.
El dilema entre seguridad diplomática y capacidad de maniobrar en política exterior
Apoyos a esta moción no han faltado. Sirva como botón de muestra la posición del conservador Partido Popular Suizo (SVP), que suscribe la iniciativa, hasta el punto de que señala en un comunicado oficial que: «la disolución gradual de la neutralidad es una amenaza para la seguridad interna y externa de Suiza». Una afirmación que concuerda con la iniciativa del grupo de defensa Pro-Suiza, que se opone de manera explícita a desarrollar unos vínculos más estrechos con la OTAN y quiere que la constitución prohíba unirse a una alianza militar, excepto en caso de un ataque militar directo contra el país. «Solo cuando somos atacados directamente podríamos aliarnos con otros. Si nos convertimos en parte de la guerra, debemos defendernos», ha expresado a ese respecto Walter Wobmann, portavoz de la plataforma Pro-Suiza y ex legislador del SVP.
¿También hay críticos a esta posición? Claramente. Los críticos a esta propuesta argumentan que el hecho de reforzar la posición de neutralidad aislaría a Suiza, al desestabilizar sus relaciones con sus socios. En esa dirección, el Consejo Federal, que funciona desempeñando las funciones de jefe de Estado y Gobierno en Suiza, se ha opuesto a la iniciativa cuando fue presentada, argumentando que, de aplicarse, restringiría la capacidad de Suiza para maniobrar en política exterior y seguridad.
Legislación y política exterior suiza de neutralidad
La neutralidad suiza está respaldada por la legislación nacional, incluida la Constitución Federal de Suiza, que establece la neutralidad como un principio fundamental de la política exterior del país. En esa línea, Suiza no es miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ni de ninguna alianza militar, lo que refuerza su posición neutral.
Si hablamos de las notas principales que caracterizan a la política exterior helvética, Suiza se esfuerza por mantener relaciones diplomáticas con todos los países y evitar así tomar partido en conflictos internacionales. Tanto es así que, como país neutral, actúa como intermediario en conflictos internacionales y alberga varias organizaciones internacionales, como la Cruz Roja Internacional y la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
¿Qué claves definen a su estrategia de defensa? A pesar de su neutralidad, Suiza ha mantenido una política de defensa consistente y una fuerza militar bien equipada para proteger su soberanía en caso de agresión. Hasta el punto de que la defensa suiza se sustenta en un sistema de milicia en el que todos los ciudadanos aptos para el servicio militar están entrenados y pueden ser movilizados en caso de necesidad.
En síntesis, Suiza no puede participar en guerras entre otros países, forjar alianzas militares ni otorgar tropas, armas o derechos de tránsito territorial a partes beligerantes. Además, todos los hombres suizos están obligados a hacer el servicio militar y asistir a cursos de actualización durante años. Eso sí, en el marco actual, las leyes de neutralidad no se aplican a las guerras civiles ni a las operaciones militares autorizadas por el Consejo de Seguridad de la ONU.
Lo más probable es que, a no mucho tardar, los ciudadanos suizos puedan votar para expresar su opinión sobre si quieren profundizar en ese modelo, autoimponiéndose restricciones para aplicar sanciones contra otros países, o si quieren matizarlo: dando así más manga ancha para que puedan operar en acciones conjuntas de índole política, social y económica que, ante vulneraciones de legalidad internacional y de la soberanía de las naciones, como está sucediendo en Ucrania con Rusia y podría suceder en Taiwán con China, sus gobernantes puedan apoyar medidas coercitivas de carácter no militar para intentar reconducir la situación por medio del cauce diplomático, político, económico o social, según corresponda.
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