Alba Córcoles
“Cuando una potencia hegemónica está en declive y otra en ascenso, la tensión entre ambas por la primacía puede desembocar en conflicto”, explicó Santiago Miralles aludiendo al argumento de La Trampa de Tucídides. Con esta teoría del politólogo estadounidense Graham Allison, el embajador director de la Escuela Diplomática creó un paralelismo con las tensiones entre Estados Unidos y China.
El enfrentamiento de las dos potencias fue el tema principal del debate “Las relaciones entre EEUU y China” que acogió el auditorio de la sede de la Escuela Diplomática, ante un centenar de asistentes. Moderado por Miralles, en el encuentro participaron Santiago Cabanas, ex-embajador de España en Washington, y Rafael Dezcallar, ex-embajador en Pekín.
Cabanas señaló que “para Estados Unidos es una incipiente amenaza que su principal contrincante busque acabar con la hegemonía norteamericana y alterar el orden westfaliano-liberal”. Frente a ello, aseguró que EE.UU. busca reducir su dependencia, pero sin caer en una ruptura diplomática. El ex-embajador añadió que “Estados Unidos es fuerte y va a resistir, pero su mayor enemigo será su propia polarización”.
Por su parte, Rafael Dezcallar, refiriéndose a las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre en Estados Unidos, comentó que “los chinos prefieren a Trump; ya que es más ineficaz que Biden, cuenta con menores alianzas internacionales debido a su aislacionismo y carácter impredecible, y tiene una preferencia marcada por los líderes autocráticos”.
El diplomático repasó algunas de las fortalezas y debilidades del gigante asiático. Aseguró que “es menos dependiente de actores externos y tiene mejores conexiones con países del Sur Global”. Subrayó que “siendo una gran potencia, nunca podrá contentar a todos, pero China es muy sensible al desacuerdo y gestiona muy mal que no todo el mundo esté conforme con sus decisiones”.
Por último, Dezcallar destacó la poca precisión de las ideas occidentales sobre China: “Lo que he aprendido de China es que no se le puede medir con ningún molde que nosotros conozcamos. No pensamos igual y por lo tanto no podemos aplicarles nuestros parámetros para entenderlos”.
Los ex-embajadores se mostraron de acuerdo en que hay “una inevitable confrontación servida entre la primera y la segunda potencia del mundo”, ya que “mientras China argumenta que Estados Unidos le roba su derecho legítimo a desarrollarse, Estados Unidos sentencia que China dista mucho todavía de los valores y carta de derechos occidentales”. En un forcejeo entre rivales estratégicos, “EEUU no quiere perder su posición privilegiada, mientras China no acepta un rol secundario”, concluyó Dezcallar.