Óscar Ruiz / Escudo Digital
Las recientes amenazas de los hutíes de atacar los cables submarinos de internet y de transmisiones de datos financieros en el Mar Rojo han suscitado gran preocupación, debido a su potencial para perturbar gravemente no solo las comunicaciones y economías locales sino también las globales. Estos cables, que sirven como una infraestructura digital crítica, aportan el 17% del tráfico mundial de internet, además de ingentes cantidades de datos financieros a nivel global.
La interceptación en un canal de Telegram vinculado a los hutíes de un mapa de los cables que discurren por el lecho del Mar Rojo hizo saltar todas las alarmas. La imagen iba acompañada del mensaje: «Hay mapas de cables internacionales que conectan todas las regiones del mundo a través del mar. Parece que Yemen se encuentra en una ubicación estratégica, ya que líneas de internet que conectan continentes enteros, no solo países, pasan cerca de ella”.
Y no les falta razón a los hutíes puesto que la ubicación estratégica de Yemen, cerca de puntos clave de tránsito marítimo y de cables submarinos, convierte esta amenaza en una preocupación especial para las grandes potencias como China y Estados Unidos, las cuales compiten por el control de esta red de cables e infraestructuras de comunicación submarinas.
A pesar de que hasta ahora los cables han permanecido seguros (más por la falta de posibilidades tecnológicas y de medios de los hutíes que por la ausencia de motivación y ganas), existe la posibilidad de que, con tiempo y oportunidad, los hutíes adapten sus tácticas marítimas para apuntar a esta vital infraestructura de comunicación. No se descarta de métodos de ataque como buzos armados o minas navales para dañar los cables, tal como se demostró en un incidente en 2013 cerca del puerto de Alejandría, donde buzos intentaron cortar un cable submarino, demostrando la posibilidad de que individuos sin equipo especial o entrenamiento podrían llevar a cabo un sabotaje similar.
La creciente y agresiva campaña militar de los hutíes contra barcos mercantes y también militares en el Mar Rojo (en particular cualquier barco que transite hacia Israel, independientemente de su nacionalidad), y la creciente tensión en la región debido a la guerra en Gaza, han traído a la palestra de seguridad económica la vulnerabilidad de estos cables. A ello se le suma la declaración de grupos respaldados por Irán como Hezbolá en el Líbano y milicias proiraníes en Irak, sugiriendo un posible sabotaje de estos cables, lo cual marcaría una nueva evolución de un conflicto regional a global, si ya no lo es.
El impacto que supondría cualquier daño a estos cables podría ser enorme, denegando el acceso a internet en vastas áreas y causando graves interrupciones económicas a países enteros. Además, podría cortar las comunicaciones militares o gubernamentales, ya que los cables son la única infraestructura con suficiente ancho de banda para acomodar terabytes de datos de sensores militares, esenciales para las operaciones en curso.
La amenaza de los hutíes a los cables submarinos de internet en el Mar Rojo no solo representa un riesgo para la estabilidad regional, sino que también plantea un desafío significativo para la seguridad de la infraestructura digital global y las operaciones militares y económicas que dependen de ella. Las naciones de todo el mundo deben estar atentas y preparadas para proteger esta infraestructura crítica frente a posibles ataques.