Enrique Viguera
Embajador de España
En términos políticos, de acuerdo con las conclusiones del Consejo Europeo de Copenhague de 1993, la adhesión requiere que el país candidato haya alcanzado una estabilidad de instituciones que garantice la democracia, el Estado de Derecho, los derechos humanos y el respeto y protección de las minorías. Por eso, el control de la calidad de la democracia en los países candidatos durante el proceso de adhesión es un procedimiento sencillo y muy eficiente.
La ampliación de la UE se convierte así no solo es un formidable instrumento para para fomentar el desarrollo económico de los países candidatos, sino que lo es también para promover la estabilidad, la democracia, el estado de derecho y los derechos y libertades fundamentales en los países candidatos.
Aunque esas condiciones políticas sean muy claras, con ocasión de la ampliación a los países del Este, el derecho derivado del ‘Tercer Pilar’ de entonces y del denominado Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia ahora, era embrionario y no estaba tan desarrollado como ahora. En los últimos años la regulación de este sector ha avanzado mucho, así como los mecanismos de vigilancia y supervisión de las libertades y del Estado de Derecho en los Estados miembros de la UE. Pero los mecanismos existentes en la UE no parecen ser todavía suficiente garantía para impedir una deriva ‘iliberal’ o autoritaria en algún Estado miembro, lo que ayuda a explicar, en parte, lo que ha ocurrido en Polonia, situación felizmente superada tras las últimas elecciones, y en Hungría, en donde la UE ha sido incapaz hasta ahora de revertir la situación, al no haber funcionado ni los instrumentos del Tratado (el art. 7 por ejemplo), ni la amenaza de congelar la ayuda financiera. Por otro lado, habrá que ver cómo se reacciona ante una posible deriva ‘iliberal’ de Eslovaquia, sobre cuya evolución el Parlamento Europeo ya ha mostrado su preocupación.
Si hipotéticamente esas adhesiones se hubieran retrasado solo unos años, quizás algunos de los candidatos no habrían podido ingresar en la UE. Es lo que ocurre con Turquía. Recuerdo que el riesgo de poder congelar el proceso de adhesión de Eslovaquia a la UE durante la presidencia española de 2002 fue una razón de mucho peso para que el populista Meciar (cuyo fallecimiento, por cierto, se ha informado hace solo unos días) no ganara en las elecciones de ese año.
El notable desarrollo legislativo experimentado por el Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia (cuyo acervo se concreta en los capítulos 23 -Poder judicial y derechos fundamentales- y 24 -Justicia, Libertad y Seguridad- de las negociaciones de ampliación) es una de las razones por las cuales las nuevas adhesiones van a resultar tan difíciles. La apreciación de la calidad de la democracia ya no es tan general como antes, porque el nivel de concreción del nuevo acervo es detallado y permite argumentos razonados basados en la legislación comunitaria. De modo que las cuestiones políticas básicas como el respeto de las libertades, la libertad prensa y opinión, la lucha contra la corrupción o la garantía de la separación de poderes son impedimentos absolutos en este momento para todos los países candidatos.
Esta situación afecta a todos los candidatos por igual, en mayor o menor grado. Tradicionalmente se creía que mientras más pequeño fuera un país, más fácil sería su proceso de adhesión. Pero ahí está el caso de Montenegro, el país candidato que parece mejor preparado que, con sólo 620.000 habitantes, y solicitando su adhesión en 2008 tras más de 10 años de negociaciones de adhesión, solo ha conseguido cerrar provisionalmente…. 3 capítulos. Parece de broma, comparado con el ‘larguísimo’ proceso de negociaciones (6 años) que padeció España (con 75 veces más de población que Montenegro)). Y lo que le queda…….El ‘Economist Intelligence Unit Democracy Index’ de 2022 denominaba el régimen de aquel país como ‘democracia defectuosa’ y la situaba en el número 61 de los 167 países considerados.
Por consiguiente, la adhesión de los países de los Balcanes (cuya renta per cápita es del 35% aproximadamente y en ninguno de ellos llega a la mitad de la media comunitaria) no va a ser nada fácil porque las reformas estructurales van a tomar mucho tiempo. Incluso en el plano económico, a pesar de la masiva ayuda financiera recibida, las reformas tampoco han dado el fruto esperado. Ahora la Comisión acaba de proponer (noviembre de 2023), junto a todos los programas de desarrollo financiero que ya están en marcha (Proceso de Estabilización y Asociación, Plan Económico y de Inversiones para los Balcanes Occidentales, Marco de Inversiones de los Balcanes Occidentales a través del IPA, Instrumentos pre-adhesión etc. etc.), un nuevo Plan de Crecimiento de los Balcanes Occidentales que sea capaz de doblar la riqueza de la zona en 10 años. Para empezar 6.000 millones del 2024 al 2027. El transcurso del tiempo nos mostrará si ello resulta posible. Por si fuera poco, además de los problemas económicos o políticos, los Balcanes Occidentales se enfrentan además a un cúmulo de problemas regionales no resueltos que afectan a varios de ellos y cuya solución previa parecería necesaria para garantizar la ampliación.
A la vista de todo lo anterior, sería una irresponsabilidad, a mi modo de ver, tratar de poner fechas tentativas a la ampliación como todavía pretenden algunos.
La fenomenal fuerza de la condicionalidad de la adhesión a la UE es que se somete al Estado candidato a una fortísima presión para la realización de importantes reformas estructurales en todos los sentidos. Se trata de una palanca extraordinaria que obliga a los Estados candidatos a ir cambiando de manera progresiva, pero radical, su tradicional manera de funcionar, hasta terminar siendo tan democráticos como los demás Estados miembros, con administraciones modernas capaces de cumplir con el cada vez más exigente acervo comunitario.
Y esta es la razón por la cual tiene sentido haberse decidido la apertura de negociaciones al final de la pasada presidencia española con Moldavia y Ucrania y conceder estatuto de candidato a Georgia. Al margen de los posibles problemas que se plantean con Rusia –eso es harina de otro costal-, la experiencia demuestra que la simple esperanza de adhesión a la UE se convierte en un incentivo fabuloso para progresar hacia una verdadera transformación política, económica y social de los candidatos.
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