Miguel Ángel Medina
Analista de Relaciones Internacionales
El debate de la inteligencia artificial no puede, ni debe, desligarse de otros debates sobre la gobernanza global, como son la seguridad, la soberanía o el correcto uso de la tecnología. Recordemos el debate que la pandemia sacó a relucir sobre la autonomía estratégica de la UE (famosa la frase del alto representante que ‘Europa tiene más de mil laboratorios pero no produce ni un gramo de paracetamol, medicamento que depende la importación de India y China. Y esperamos que estas dos potencias lo sigan suministrando’). Y recordemos que la debilidad estratégica de la Unión como actor global sigo siendo una realidad.
La UE publicó en octubre de 2023 un listado de las diez tecnologías críticas que deben proteger la soberanía de Los 27 y dotarlos de herramientas para fortalecer la seguridad económica en el presente y el futuro (1). Estos diez sectores estratégicos están estrechamente ligados al uso de o acceso a infraestructuras y recursos críticos, y pretenden dar respuesta a los movimientos tectónicos que representan el aumento de las tensiones geopolíticas, la mayor integración económica y la aceleración del desarrollo tecnológico. Este decálogo pone de relieve el enorme desafío que supone la revolución tecnológica y se pueden analizar como un exhorto a los Estados miembros para que analicen los riesgos, y las oportunidades, que representan estos sectores para los ciudadanos de la Unión (2).
Junto con los semiconductores, las tecnologías cuánticas y las biotecnologías, las tecnologías de la Inteligencia Artificial (IA) son extremadamente susceptibles de presentar los riesgos más sensibles e inmediatos para la Unión y para sus ciudadanos, y a tal efecto Bruselas ha adoptado medidas encaminadas a gestionar de manera eficiente el enorme potencial transformador de la IA. La reciente adopción de la EU Artificial Intelligence Act es significativa en este sentido, pero no dejemos que los árboles nos impidan ver el bosque: la indefensión estratégica de Europa ante el resto de actores globales, indefensión que en el caso de la IA es preocupante. Esbocemos dos pinceladas al respecto.
En primer lugar, la IA está cambiando las reglas del juego en el tablero geopolítico mundial. La jerarquía que existe a nivel militar o económico no existe en el campo de la IA; en el campo de la IA no hay ganadores ni perdedores claros en cada uno de los diferentes aspectos relacionados con la misma. Aquí podemos destacar la localización de la producción a nivel global, la posesión de o el acceso a los recursos naturales, y a materias primas críticas, el uso de la tecnología, las infraestructuras, el acceso a los datos, disponer de mano de obra calificada y de conocimiento avanzado. En este rompecabezas, China, la UE, los Estados Unidos, India, diferentes países africanos son todos parte del juego porque dominan alguno de estos elementos. De hecho, los algoritmos y la innovación tiene sello de empresas estadounidenses, mientras que el 90% de los recursos críticos del mundo provienen de China, gran dominador por ejemplo de las tierras raras. Sin embargo, la UE es líder mundial a nivel de datos, y recordemos que algunas de las aristas de la IA (computación de alto rendimiento, computación en la nube y en los bordes, y el análisis de datos) tienen una amplia gama de aplicaciones de doble uso y son cruciales para la toma de decisiones estratégicas o establecer predicciones. La UE puede encontrar un nicho de oportunidad si sabe aprovechar su ventaja competitiva en este caso, por el enorme potencial transformador de esta tecnología crítica.
En segundo lugar, una recomendación sería que Europa apostase por tener más capacidad y empresas más grandes a cargo de la IA, las cuales suplantasen el déficit estratégico de Los 27, pudieran ser un contrapaso para los gigantes empresariales estadounidenses y sirvieran para proyectar los valores comunitarios, la gobernanza de estilo europeo, en todo el mundo. No se trata solo de fortalecer la resiliencia de las cadenas de suministro, incluyendo la seguridad energética, o la seguridad y la filtración de tecnología, sino también de aprovechar el nicho de oportunidad que la IA ofrece. La IA puede ser una ventana de oportunidades para que los países europeos profundicen su integración, maximicen su influencia diplomática y diversifiquen sus economías en los próximos años, centrándose en la diplomacia tecnológica. Europa no tiene silicio, coltán o microprocesadores, pero si gran experiencia en gestionar proyectos de manera coordinada y de sobreponerse a sus deficiencias.
(1) RECOMENDACIÓN (UE) 2023/2113 DE LA COMISIÓN de 3 de octubre de 2023 sobre ámbitos tecnológicos críticos para la seguridad económica de la UE con vistas a realizar evaluaciones de riesgos adicionales conjuntamente con los Estados miembros
(2) Estos diez ámbitos son: (tecnologías avanzadas de semiconductores, tecnologías de inteligencia artificial, tecnologías cuánticas, biotecnologías, tecnologías avanzadas de conectividad, navegación y digitales, tecnologías avanzadas de detección, tecnologías espaciales y de propulsión, tecnologías energéticas, robótica y sistemas autónomos, y tecnologías avanzadas de materiales, fabricación y reciclado
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