<h6><strong>Luis Ayllón</strong></h6> <h4><strong>El Gobierno se dispone a afrontar sus objetivos en materia de política exterior en 2024, consciente de que algunas de sus primeras tareas consistirán en recomponer algunas relaciones que se han deteriorado en los últimos meses. </strong></h4> A la dificultad intrínseca para llevar a cabo alguno de los objetivos, no es difícil aventurar, a juicio de los <strong>observadores consultados por <em>The Diplomat</em></strong>, que habrá que unir las discrepancias que se viene manifestando, en algunos asuntos de política exterior, entre el sector socialista del Gobierno y los integrantes de Sumar o con algunas de las formaciones que dieron su apoyo parlamentario a Pedro Sánchez para ser investido presidente del Gobierno. De manera inmediata, el Ejecutivo, cuyo <strong>ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares,</strong> acaba de dotarse de <strong>una nueva cúpula,</strong> tiene ante sí el reto de <strong>terminar de definir su posición con respecto a la Operación Guardián de la Prosperidad</strong> impulsada por Estados Unidos en el Mar Rojo para hacer frente a los rebeldes hutíes. Las condiciones que España pone para secundar esa operación han provocado e<strong>l choque con Washington,</strong> que no termina de entender la posición del Gobierno, cuyo presidente es consciente de que implicar a nuestras fuerzas armadas en esa nueva iniciativa puede provocarle una ruptura en su coalición gubernamental y la necesidad de acudir al PP y Vox para lograr una aprobación del Parlamento. La polémica por este asunto se une al <strong>deterioro de la relación con Israel</strong>, que llamó a consultas a su embajadora en Madrid, Rodica Radian-Gordon, en protesta por las críticas de Sánchez a la respuesta del Ejecutivo de Benjamin Netanyahu en Gaza, tras los atentados de Hamas, una respuesta que el presidente del Gobierno considera que no se ajusta al derecho humanitario. <strong>Recomponer las relaciones bilaterales con Israel</strong> es una de las tareas en las que se va a tener que esforzar el Gobierno a lo largo de los próximos meses y, aunque, desde Exteriores se considera que será posible hacerlo, no es un objetivo fácil, mientras dure la ofensiva israelí en la Franja de Gaza. <h5><strong>Marruecos y Argelia</strong></h5> Otro de los frentes que tiene ante sí el Gobierno de Sánchez es <strong>intentar reequilibrar la relación que mantiene con Marruecos y Argelia.</strong> Para ello, se ha dado un paso positivo, que ha sido el envío por parte del presidente Abdelmajid Tebboune, de un nuevo embajador a Madrid, diecinueve meses después de haber llamado a consultas al anterior, en protesta por el giro dado por Sánchez con respecto al Sáhara Occidental. <strong>Además de las relaciones políticas con Argel, la meta es recuperar las económicas</strong>, que se vieron sensiblemente afectadas cuando se produjo la ruptura y afectaron a bastantes empresas españolas con intereses en ese país. En cualquier caso, la relación con Argelia es considerada estratégica, porque se trata de uno de los dos grandes colosos del Magreb, junto con Marruecos, y<strong> a España siempre le ha interesado lograr el equilibrio y favorecer la estabilidad en la zona.</strong> Sin embargo, dado el enfrentamiento crónico que mantiene Argel y Rabat el objetivo es fácil de conseguir. En cuanto a Marruecos, los gestos del Gobierno de Sánchez con Mohamed VI, especialmente su respaldo a la propuesta de autonomía para el Sáhara Occidental, no terminan de dar sus frutos, ni se están cumpliendo muchos de los asuntos incluidos en la hoja de ruta que ambos mandatarios pactaron en abril de 2022. Antes, al contrario, por ejemplo, <strong>la reapertura de la aduana de Melilla -cerrada en 2018- y la apertura de una nueva en Ceuta, no termina de producirse</strong>. Sigue sin haber fecha para ello, pese al reciente viaje del ministro Albares a Rabat. En el horizonte, está una <strong>futura visita de Pedro Sánchez al país magrebí,</strong> pero su concreción depende de que haya <strong>garantías de que será recibido por el rey Mohamed VI</strong>, que no acudió a la Reunión de Alto Nivel de febrero del pasado año en Rabat. <h6><strong>Gibraltar</strong></h6> En otro orden de cosas, el Ministerio de Asuntos Exteriores <strong>quiere que se resuelva pronto la negociación entre la Comisión Europea y el Reino Unido sobre el futuro de Gibraltar</strong> tras el Brexit. Las negociaciones se reanudaron hace algunas semanas, tras la formación del Gobierno en España, pero <strong>siguen atascadas en los temas más espinosos</strong>, que son los relacionados con el uso conjunto del aeropuerto, la presencia de agentes uniformados españoles en las instalaciones del puerto y del aeropuerto, y todo lo relacionado con la base naval británica en el Peñón. La pretensión de que pudiera alcanzar un acuerdo para antes de fin de año no se ha cumplido y <strong>será uno de los asuntos que van a a estar sobre la mesa en las primeras semanas del año.</strong> Aunque España, de manera formal, no toma parte en las negociaciones, cualquier movimiento le es consultado, porque tendrá la última palabra sobre lo que se acuerde. <h5><strong>Unión Europea</strong></h5> Aún en el marco de la Unión Europea, <strong>España</strong> que acaba de dejar su Presidencia de turno en manos de Bélgica, va a estar, previsiblemente, <strong>presente en los debates comunitarios</strong>, en un semestre marcado por la preparación de las elecciones al Parlamento Europeo convocadas para el 9 de junio. El Gobierno va a tener que dedicar parte de sus fuerzas para<strong> intentar convencer a las autoridades y a sus socios europeos de que las cuestiones relacionadas con la ley de amnistía y sus acuerdos con los independentistas catalanes no vulneran la separación de poderes</strong>. Además, en cumplimiento de esos acuerdos el Ejecutivo insistirá en <strong>tratar de que los Veintisiete aprueben la adopción del catalán, el euskera y el gallego como lenguas oficiales</strong> de la Unión, un empeño que no le será fácil hacer realidad. España mantendrá su compromiso con Ucrania , tras la invasión de Rusia, tanto a nivel bilateral, como a nivel europeo, en este caso, sobre todo desde el punto de vista económico. <h5><strong>Iberoamérica</strong></h5> Por otra parte, el Ejecutivo estará muy atento a cómo evolucionan las cosas en Iberoamérica, donde ahora mismo la atención está centrada en las <strong>decisiones del nuevo presidente argentino, Javier Milei,</strong> con quien las relaciones pueden ser complicadas. Sánchez, que había apostado claramente por el candidato peronista, Sergio Massa, no felicitó a Milei ni envió tampoco a ninguno de sus ministros a acompañar al Rey a la toma de posesión del nuevo mandatario. Además, el Gobierno sigue la <strong>evolución de la situación en Venezuela</strong> y la convocatoria de elecciones presidenciales en el segundo semestre de 2024, después de que España haya abogado en el seno de la Unión Europea por el levantamiento de sanciones al régimen de Nicolás Maduro. Desde el Gobierno también se quiere reforzar la relación con el mundo asiático, particularmente con China, país con el que se han cumplido cincuenta años de relaciones bilaterales. Asimismo, se seguirá con atención y también con preocupación la evolución en algunos países de África, sobre todo en el Sahel, donde hay tropas españolas y donde existe un claro riesgo de influencia de movimientos terroristas de origen islamista.