En el Paseo de la Castellana hay un ‘monumento’ cuyo atractivo está en proceso de multiplicación: el Santiago Bernabéu. Un estadio cargado de historia y misticismo, inaugurado el 14 de diciembre de 1947 y con infinidad de gestas en su libro de bitácora, que puso rumbo al futuro en 2019.
Ahí comenzó una remodelación con la que Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, pretende colocar el coliseo blanco como un ejemplo de vanguardia futbolística y, por supuesto, una máquina de potenciar ingresos. Si por algo se ha caracterizado Florentino, amén de su impecable gestión deportiva, es la capacidad de extrapolar su talento como empresario para generar dividendos en favor del club de Chamartín, su club.
En una época donde competir contra clubes con mucho respaldo económico, con fortunas enormes como hucha a romper para afrontar fichajes titánicos, Florentino Pérez entendió como fundamental convertir el Santiago Bernabéu en un espacio multifuncional más allá de un mero recinto de fútbol. El Real Madrid siempre es favorito en las casas de apuestas deportivas en las grandes competiciones. Véase la Champions League de 2022, una actuación mágica que terminó con la Decimocuarta Orejona en la vitrina blanca. Sigue siendo favorito en la actualidad y lo será…
No obstante, equipos como el Manchester City o el PSG, con Abu Dhabi (el jeque Mansour bin Zayed es el propietario citizen) y Qatar (el también jeque Hamad bin Jassim bin Jaber Al Thani es el dueño parisino) respectivamente como respaldo, dificultan cada vez más la batalla a la hora de construir equipos poderosos. Sin olvidar la aparición de un nuevo actor, Arabia Saudí, en el planeta fútbol: Benzema, Neymar, Mané, Milinkovic Savic, Laporte, Gabri Veiga, Rúben Neves y un largo etcétera componen la constelación de estrellas atraídas por la liga saudí y sus jugosos contratos y condiciones.
De ahí que Florentino haya identificado el potencial del Bernabéu y su situación estratégica, en el centro neurálgico de Madrid, como claves para utilizar el estadio en eventos multitudinarios como conciertos. El de Taylor Swift, sin ir más lejos, fechado en mayo de 2024, agotó las entradas disponibles en apenas unas horas. Para poder compaginar el fútbol con actuaciones como la de la cantante estadounidense, dos de las joyas de la corona del Nuevo Santiago Bernabéu: el techo y el césped retráctil. Para que el terreno de juego que pisan los Vinicius, Bellingham y compañía semana a semana no se deteriore, se ha creado un hipogeo, una especie de invernadero subterráneo, donde la alfombra verde se preserve cuando no haya partido. Así como un sistema que permitirá clausurar una cubierta compuesta de doce cerchas móviles. Todo para que el clima no sea enemigo de la explotación del estadio.
El fútbol está cambiando y, como decimos, es cada día más complicado competir con clubes de propietarios multimillonarios llegados desde Oriente Medio o Estados Unidos (Liverpool o Manchester United, en la Premier). Para que el Madrid siga al frente en las casas de apuestas y con capacidad para plantar cara en el mercado de fichajes al resto de titanes del balompié, impulsar los ingresos con métodos alternativos es clave. Y el Nuevo Santiago Bernabéu, una obra que costará al club al menos 1.160 millones de euros —el coste total de los tres créditos ya pedidos y aceptados—, es la llave madridista hacia el futuro.