Anna Balletbò
Periodista y presidenta de la Fundación Internacional Olof Palme
En pleno periodo de constitución de nuevo gobierno tras las últimas elecciones generales celebradas el 23 de julio de 2023, ha sorprendido la noticia de la irrupción del fondo Saudí Telecom Company (STC) en la compañía española Telefónica adquiriendo 9,9% de las acciones.
Digo bien sorprendido por que una operación de dicho volumen, 2.100 millones de euros, en una compañía estratégica europea se ha hecho con un sigilo y lentitud para no alertar, que el mismo Presidente ejecutivo de la Compañía, José María Álvarez-Pallete confesó que no se había enterado hasta el día anterior a la publicación de la noticia. Y eso es precisamente lo mas sorprendente. Los países del Golfo llevan ya años calculando, no solo el volumen de sus reservas de petróleo, sino también en que plazos van a ver reducida drásticamente la demanda debido a los efectos del cambio climático y el auge de energías alternativas. Paralelamente estudian nuevas inversiones para colocar su beneficios en sectores estratégicos que puedan llegar a suponer bienes tan deseables y rentables como lo ha sido el petróleo y derivados en los últimos 50 años y en especial en los últimos 10.
Para hacernos una idea, en 2016 el 20 % de la demanda mundial de crudo la acaparaban los coches: 19 millones de barriles al día para mover 900 millones de automóviles. En 2021 la demanda mundial de petróleo en el transporte por carretera alcanzó aproximadamente los 43,7 millones de barriles por día.
Según previsiones del director del Centro de Investigación en Energía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Claudio Estrada Gasca, sólo faltan 42 años para que se agoten las reservas de crudo existentes en el planeta, 65 para que suceda lo mismo con el gas natural, y 150 para el carbón. ¿Deberían sorprendernos los movimientos estratégicos de aquellos países centrados en una potente pero única actividad industrial basada en la explotación y exportación de las energías, petróleo y gas? No parece, mas bien lo sorprendente es que hayan tardado tanto en darse por aludidos y solo se hayan preocupado de regular los mercados para estabilizar los precios vía OPEP sin tener que actuar de exportadores alborotados.
China se ha ocupado de impulsar y controlar una nueva ruta de la seda por mar, con la adquisición del control de mas de 100 puertos en el mundo en más de 60 países para asegurar la expansión de su mercado mundial por la via de controlar el desplazamiento de contenedores. La empresa estatal china, Cosco, adquirió el 51% del puerto del Pireo (Grecia), bajo un acuerdo que le permitiría obtener hasta el 67% cinco años después. La misma compañía está en conversaciones para adquirir una participación en el puerto de Hamburgo, Alemania; si llega a concretarse, sería la octava inversión portuaria de Cosco en Europa. En tanto, Shanghái International Port Group, se acaba de hacer con el control del puerto israelí de Haifa. Todo esto como parte de la expansión portuaria, en el contexto de la Ruta Marítima de la Seda.
Esta iniciativa forma parte de un plan más amplio de inversión de los capitales chinos en obras de infraestructura alrededor del mundo. Para conseguir ese objetivo los analistas señalan es fundamental tener el control de las concesiones portuarias en puntos geoestratégicos. Y al parecer lo están logrando. Los puertos de contenedores con inversión china han experimentado un aumento en su conectividad de transporte marítimo superior a la media, dice Jan Hoffmann, jefe de la Unidad de Logística Comercial de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés).
Desde un punto de vista histórico, Sam Beatson, profesor en el Departamento de Finanzas, Riesgo y Banca y en programas de Maestrías en Administración de Empresas de la Escuela de Negocios de la Universidad de Nottingham (NUBS), Reino Unido, sostiene que, en este esfuerzo de China, «no hay ningún deseo de hacerlo de manera amenazante. El elemento clave que impulsa la estrategia portuaria de las empresas chinas es un mayor control y eficiencia en sus negocios marítimos globales, y la búsqueda de oportunidades para participar en proyectos de desarrollo cercanos«.
Otros investigadores, como James R.Holmes, profesor de Estrategia Marítima en la Escuela de Guerra Naval de Estados Unidos, tienen una perspectiva más confrontada: “El objetivo es crear un ciclo autosustentable entre el comercio, el poder militar y la influencia diplomática. El acceso a los puertos en el exterior le permite a China desarrollar las redes comerciales y aumentar su riqueza”.
Los países árabes productores de energías, petróleo y gas han intensificado en los últimos años la compra de empresas cotizadas en Occidente, aprovechando los mayores beneficios derivados de la explotación de hidrocarburos. Su objetivo es, básicamente, económico, ya que buscan diversificar sus inversiones para generar ingresos adicionales al margen del petróleo y el gas ante la posibilidad de que la producción y/o el consumo de ambos descienda en el futuro.
Telefónica no es un caso aislado. Es tan sólo la última adquisición occidental por parte del abundante capital árabe. La compra del 9,9% de la operadora española ya en manos de la empresa de telecomunicaciones saudí STC Group por 2.100 millones de euros, el límite máximo que permite la ley para no precisar de autorización previa por parte del Gobierno, es percibido por muchos como algo novedoso e incluso amenazante, pero lo cierto es que a presente, ni uno ni lo otro.
Otras compras en España
Telefónica se suma a la lista de empresas españolas con inversiones provenientes de Oriente Medio. El fondo soberano Qatar Investment Authority (QIA) es el principal accionista de Iberdrola, con el 8,7%; también posee el 19% de los títulos de Colonial, la mayor socimi de España por volumen de activos; Qatar Airways tiene el 25% del grupo aéreo IAG, al que pertenecen Iberia y Vueling; Mubadala Investment Company, el fondo soberano de los Emiratos Árabes Unidos, ostenta el 63% de Cepsa; también entró en el capital de Enagás con una participación de más del 3%, siendo el quinto máximo accionista del grupo energético.
Por su parte, la participación del capital saudí en cotizadas españolas no había sido relevante hasta ahora, tras su irrupción en Telefónica, pero sí ha tenido presencia en diversas operaciones. Valga como ejemplo la celebración de la Supercopa de España desde 2020, la compra de 17 hoteles del Grupo Meliá por el fondo saudí ADIA por 600 millones de euros, su participación en El Corte Inglés o la construcción de una planta de combustibles sintéticos en el Puerto de Bilbao por parte de la petrolera Aramco junto con Repsol.
Buscando oportunidades de inversión
El caso de España es una gota en un océano. Estas compras responden a un plan estratégico mucho más amplio de inversiones globales para tratar de diversificar los ingresos de los estados del Golfo. Sus gobiernos, en manos de dinastías reales, se valen de sus fondos soberanos, alimentados con los ingresos procedentes de petróleo y gas, para impulsar grandes proyectos a nivel nacional, pero también inversiones de todo tipo alrededor del mundo, incluyendo EEUU, Europa y Asia.
Para mí lo sorprendente es que en Europa en general y en España en particular no hayamos optado por organizar la captación de información sensible referentes a aquellas empresas que consideramos esenciales y/o estratégicas, no para poner vallas a los mercados, sino para saber con cierta antelación que pasa y sobre todo que sus CEO no deban enterarse por los medios de comunicación a ultimísima hora. A la señora Von der Leyen esa información la ayudaría a comprender mejor lo que está sucediendo en el mercado de capitales y el papel de Europa en el tablero mundial. Conocer los movimientos de capital de doscientas o trescientas empresas europeassería una buena guía para evitar sorpresas. Con tener unos informadores en las principales plazas donde operan las principales bolsas, tendríamos un interesante dibujo de flujos por sectores. veríamos venir las lagartijas con el tiempo suficiente para buscarles las cosquillas si eso es lo que se entiende estratégicamente indispensable. Las embajadas pueden ayudar mucho y saben de estas labores.
Y para terminar recordar que aunque la empresa Saudí STC Group ha pasado a ser accionista mayoritario en Telefónica formalmente no manda. El grupo liderado por Isidre Fainé mantiene una participación de Telefónica del 5,9% a través de Criteria, 2,4%, y de CaixaBank, 3,49%. Por su parte, BBVA tiene una posición accionarial cercana al 5%, solo es necesario que tomen algún café de vez en cuando para ejercer con mando y si precisan más, que nos llamen a algunos pequeños impositores que tenemos alguna acción de Telefónica que ya desde aquí pongo a disposición de Isidre Fainé por si la necesita. Hay que ser patriota con el que era primer banco catalán en su momento y ahora sigue siendo el primero, pero de toda España. ¡Qué cosas!
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