Andrea Chamorro
Analista de la Fundación Alternativas y especialista en África y Oriente Medio
El uno de junio Senegal volvía a ser testigo del inicio de violentas protestas en contra de la represión política. El político opositor Ousmane Sonko había sido condenado a dos años de prisión por “corrupción de menores”, lo que le impediría presentarse a las elecciones de febrero de 2024. Por su parte, denuncia ser objeto de un “complot”. No es el primer proceso judicial al que se enfrenta, ya que en 2021 fue acusado de abuso sexual. El candidato opositor fue detenido y se desataron violentas protestas en las que se atacaron edificios, comercios e infraestructuras, algunos de ellos franceses. Posteriormente fue liberado, pero los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad dejaron un saldo de 15 muertos. Sonko ha mantenido un discurso abiertamente en contra del gobierno de Macky Shall, la corrupción y el colonialismo. Encuentra una mayor simpatía entre los jóvenes, que son una parte importante de la población senegalesa, ya que en el año 2022 la edad media del país era de 19 años. Su éxito es cada vez mayor: en las legislativas de 2022, su partido, Patriotas Africanos de Senegal por el Trabajo, casi obtuvo la mayoría absoluta y su capacidad de movilización social se ha incrementado tras su detención hace dos años.
Senegal ha sido un país con una gran estabilidad política, pero no es una democracia. El actual presidente, Macky Sall, ostenta el poder desde 2012, y desde entonces ha perseguido a sus rivales políticos. En los próximos comicios el presidente tendría prohibido presentarse debido a las restricciones de la Constitución. Sin embargo, Sall considera que podría concurrir, ya que la Carta Magna se cambió durante su primer mandato, y no podría aplicarse retroactivamente. A pesar de la estabilidad que ha tenido el país todos estos años, no se puede ocultar la difícil situación política y social. De acuerdo con los datos de 2020, ocupa el puesto 168 de 189 en el Índice de Desarrollo Humano. Su economía se basa en el cultivo de cacahuetes, la pesca y el sector servicios. La agricultura del país no logra cubrir las necesidades alimentarias de la gente, por lo que es enormemente dependiente de importaciones como el arroz. La pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania han empeorado la situación. Los beneficios de la actividad económica no se reflejan en una mejora de la situación de la población debido a los altos índices de corrupción del país. La población vive con importantes estrecheces económicas que se agudizan en las zonas rurales.
Las protestas se concentraron en Dakar, la capital del país. También hubo importantes disturbios en Ziguinchor, ubicada en la región de Casamance y donde Sonko fue alcalde. Durante las manifestaciones se registraron suspensiones de las redes sociales, y el ministro de Interior justificó esta acción para “limitar las fake news”. El Gobierno acusó a los manifestantes de la destrucción de bienes públicos y privados. Posteriormente, se desplegó al Ejército en puntos estratégicos de Dakar con el objetivo de “garantizar la seguridad”. Actualmente han muerto 20 personas y 350 han resultado heridas, y Naciones Unidas ha solicitado una investigación independiente sobre las circunstancias. Por su parte, Amnistía Internacional ha denunciado la utilización de balas reales por parte de las fuerzas de seguridad. El director de Seguridad Pública de Senegal declaró que 500 personas habían sido arrestadas. A pesar de las restricciones de redes sociales, se puede acceder a las mismas utilizando un sistema de VPN. En los últimos días se han podido ver videos en los que personas con uniforme daban palizas y civiles abrían fuego contra los manifestantes. El Gobierno senegalés ha abierto una investigación, pero ha asegurado que se tratan de manifestantes violentos.
Tras varios días de duras protestas, el presidente senegalés se dirigió a la nación. Durante su discurso anunció su intención de no presentarse a las elecciones de 2024. Esto supone la apertura de nuevas posibilidades en estos comicios, ya que Sonko tampoco podrá hacerlo. Sin embargo, el líder opositor tratará de participar en las elecciones, aunque actualmente continúa encerrado en su casa con riesgo de ser detenido.
Senegal ha sido considerado durante mucho tiempo un símbolo de la estabilidad en África. Sin embargo, la falta de democracia y la mala situación económica y social han despertado el descontento entre una población muy joven que pide a gritos un cambio. Sonko supone una oportunidad de ese cambio por su lucha contra la corrupción y la abierta oposición al sistema actual. El presidente Sall busca perpetuarse en el poder a pesar del rechazo de la población y, por ello, no ha dudado en perseguir al principal opositor por todos los medios a su alcance. No obstante, la sociedad senegalesa ha demostrado en estos años estar dispuesta a enfrentarse a quien haga falta con tal de que haya un cambio en el país.
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