The Diplomat
El presidente de Chile, Gabriel Boric, subrayó ayer en Madrid el vínculo histórico de su país con España, labrado durante las últimas décadas a través del intercambio cultural con los exiliados de la Guerra Civil y, sobre todo, por la defensa conjunta de ambos países a favor de los valores democráticos durante los «tiempos oscuros» de las dictaduras de Francisco Franco y Augusto Pinochet.
Boric, que ha realizado una visita de dos días a España, camino de Bruselas, donde asistirá a la cumbre UE-CELAC, participó en un acto organizado por la Embajada chilena en Casa América, en el que entregó sendas medallas de reconocimiento al cantante Joan Manuel Serrat y al ex juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, en las que se recuerda el golpe de Estado perpetrado en Chile por Pinochet hace 50 años y la muerte del entonces presidente Salvador Allende.
En el discurso que pronunció en Casa de América y entre referencias a la poesía de Miguel Hernández, Boric también alertó del auge de los extremismos, independientemente de su ideología, y propuso una solución a base de empatía y «más democracia». «El lazo que nos une -dijo- «se relaciona con la experiencia de nuestras dictaduras, de nuestras luchas para recuperar la democracia», a través de «esfuerzos laboriosos, firmes y con tropiezos para construir un régimen de libertades y mayor igualdad», informa Europa Press.
En un breve repaso histórico que comenzó con la Guerra Civil, Boric defendió que ambos pueblos «comparten la vivencia de haber experimentado regímenes autocráticos y brutales con diferentes contextos» y destacó, con todo, que Chile «tuvo una fortuna derivada de una tragedia, que fue recibir la corriente enriquecedora y vital del exilio español en décadas cruciales para nuestro desarrollo productivo, artístico e intelectual».
«Nuestra patria, Chile, jamás olvidará la lección de solidaridad y amor a través del Atlántico y que nos acompañará siempre», dijo, antes de recordar al poeta alicantino «‘tal vez porque he sentido su corazón cercano, cerca de mí, casi rozando el mío'».
Al hablar sobre las dictaduras, Boric llamó a la necesidad de recordar el pasado como referente de la actualidad. «Cinco décadas después sigue teniendo sentido recordar estos hechos, porque están muy presentes, porque son una herida abierta, porque estamos buscando a nuestros desaparecidos, pero porque defender la democracia como la defendió (Salvador) Allende hasta el último día de su vida hoy en día es tremendamente importante», indicó.
Con todo, el presidente chileno destacó que la aparición de los regímenes totalitarios no depende de una ideología antes de poner como ejemplo el de Nicaragua, cuyo líder, el antiguo sandinista Daniel Ortega, es ahora objeto de críticas internacionales por su desdén hacia los Derechos Humanos.
«Hay veces, como nos recuerda Nicaragua, en donde vestir como ‘rojinegro'», indicó en referencia a los colores del sandinismo, «no significa nada: los valores y principios que nos deben mover es el respeto irrestricto a los derechos humanos siempre y en todo lugar».
«Ninguna diferencia», prosiguió Boric, «justifica la violación a los Derechos Humanos y la conciencia de que los problemas de la democracia se solucionan con más democracia, no con menos.
Desde ahí, Boric se dirigió a quienes «proponen como solución a los problemas del presente limitar las libertades, arrebatar los derechos del otro, censurar, negar, los derechos de mujeres de migrantes, trabajadores, negar lo que no les gusta»; una amenaza «cada vez más presente en Europea y América Latina, independientemente del color del que venga».
Frente a ello, el presidente chileno llamó a aprender la lección de las dictaduras: «La persecución y la injusticia tienen una contracara, una respuesta más fuerte que perdura: ni la tiranía ni la traición podrán oponerse pero no prevalecer, porque para la libertad, como escribió Miguel Hernández, sangramos, luchamos, pervivimos», indicó.
Por último, Boric defendió un modelo de Gobierno basado en el diálogo constante con la gente para fomentar la empatía entre los conciudadanos. «Quienes estamos en política tenemos un mandato: debernos al pueblo del que formamos parte. No hablamos por él, hablamos con él, hablamos por él. No somos intérpretes de una voluntad mística», declaró.
Al acto asistieron personalidades de la política y de la cultura, como el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero; la ministra de Igualdad y dirigente de Podemos, Irene Montero; Joan Manuel Serrat; Baltasar Garzón o la escritora nicaragüense Gioconda Belli, que tiene la nacionalidad chilena, tras ser despojada de la suya por Daniel Ortega.
Boric aprovechó la celebración, que llevaba el título de «Chile: memoria y futuro a 50 años del golpe de Estado», para rendir tributo a Serrat y a Garzón a quienes entregó sendas insignias conemorativas por su compromiso con el país iberoamericano.
«Quiero agradecerte tu compromiso, cariño y entrega hacia nuestro país que trasciende generaciones», dijo Boric dirigiéndose a Serrat, de 79 años. El cantante recordó su primer concierto en Chile, en 1969, solamente cuatro años después de empezar a cantar profesionalmente, y la visita que le hizo entonces al poeta Pablo Neruda en su casa de la Isla Negra, y refiriéndose al golpe de Estado, dijo: «Fueron días tremendamente duros y días de una gran preocupación por lo que podía estar ocurriendo y lo que podía estar ocurriéndoles a las gentes que uno quería y a otros que no conocía, pero estaban absolutamente encerradas en aquella trampa”.
En cuanto a Garzón, el presidente chileno le agradeció su «lucha eterna por la justicia», recordando aquel 16 de octubre de 1998 en que el juez español consiguió que la policía británica detuviera en Londres a Pinochet, abriendo un proceso de extradición que finalmente no fructificó.
«Como juez, como jurista, como persona, como militante de derechos humanos, fue un honor sumarme a la historia de Chile», respondió el antiguo juez. «Tomé una decisión que, desde mi punto de vista, era la única que se podía y se debía tomar en ese momento, no importaba lo que ocurriera», añadió, estimando además que «se ajustaba a derecho».