Pedro González
Periodista
La operación de castigo contra Jenin realizada por las fuerzas israelíes se dio por concluida este miércoles, después de “haber destruido los centros de mando terroristas [de la Yihad Islámica] y de apoderarse de una cantidad ingente de armas”, en palabras del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Se trata del mayor bombardeo llevado a cabo contra este campo de refugiados palestinos, establecido en 1950, de apenas medio kilómetro cuadrado de extensión, territorio en el que se hacinaban unas 20.000 personas, de las que al menos un 20% ha huido, entre ellas una parte sin determinar de los guerrilleros palestinos, a los que Israel siempre se refiere como terroristas, y a los que acusa de utilizar a los civiles como escudos humanos para impedir las represalias por los ataques sobre territorio y ciudadanos israelíes. El último de ellos lo realizó un conductor suicida, que lanzó su automóvil contra un grupo de viandantes en una de las calles más comerciales de Tel Aviv.
Tanto el campo de refugiados como la ciudad misma de Jenin se yuxtaponen a Israel y, desde 2021, eran objeto de ataques intermitentes, tras sucesivos informes de la inteligencia israelí, que situaba en ellos un importante bastión de las organizaciones armadas palestinas, opuestas a la ocupación de Cisjordania por Israel, consumada tras la llamada Guerra de los Seis Días de 1967. Además de la docena de palestinos abatidos, el Ejército israelí ha detenido a unos 120 sospechosos, aunque aún dice perseguir a “más de 300 terroristas armados que permanecerían escondidos en Jenin”.
En teleconferencia con Ron Ben-Yishai y Ruth Wassermn-Lande, ambos contrastados expertos israelíes en Oriente Medio, señalan una vez más a Irán como inspirador de las cada vez más numerosas acciones terroristas ejecutadas por Hezbolá, Hamás y Yihad Islámica, bajo el denominador común de provocar numerosos frentes simultáneos que obliguen a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) a multiplicarse.
Esta operación, la de mayor envergadura contra este campo desde 2002, ha estado precedida de ataques realizados prácticamente cada semana a lo largo de los dos últimos años. Wasserman-Lande afirma que “Jenin se había convertido desde hacía varios decenios en un nido de terroristas”, vigilado atenta y profundamente por el espionaje israelí.
Pero, en todo caso y, además, el conflicto israelo-palestino se ha recrudecido ostensiblemente en los últimos doce meses. Un recuento, tanto de la agencia France Presse como de Wasserman-Lande, a partir de fuentes oficiales, señala que en esta nueva guerra no declarada han muerto 187 palestinos y 28 israelíes, al tiempo que el número de detenidos, todos palestinos supera muy ampliamente el millar.
Los ánimos entre israelíes y palestinos se han exacerbado, a raíz de otras operaciones realizadas desde hace ya varios meses por colonos israelíes contra viviendas y negocios palestinos en el mismo territorio de Cisjordania, acciones destructivas que, según la cada vez más mermada Autoridad Palestina, “han contado con la pasividad cuando no con la complicidad misma de la policía israelí”. Especialmente letal habría sido la llevada a cabo por un comando de colonos el pasado 21 de junio contra Turmusaya, situada en el centro de la región, adyacente a la colonia judía de Shilo, cuyos integrantes habrían reducido a cenizas decenas de viviendas habitadas por familias palestinas.
En lo que parecen coincidir tanto los dirigentes moderados palestinos como los extremistas de Hamas y de la Yihad Islámica es en que Israel estaría pisando el acelerador en su supuesto proyecto de consumar la anexión de facto de Cisjordania. Llegan a tal conclusión tras los acuerdos del Consejo de Ministros de Israel del pasado 18 de junio. En él se dispuso que el actual ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, encabezaría la Oficina de Planificación de las Colonias. Esta instancia dependía hasta ahora del Ministerio de Defensa, que supervisaba todos y cada uno de los seis trámites necesarios para implantar una colonia en Judea-Samaria (Cisjordania). Smotrich, que siempre se ha declarado partidario acérrimo del Gran Israel, ha suprimido cuatro de esos trámites. En adelante, bastará que él mismo autorice la edificación de una nueva colonia de viviendas para judíos, y que un Comité de Planificación dé su visto bueno, sin que en tan abreviado y rápido proceso intervenga ninguna otra autoridad política, civil ni militar.
Actualmente ya son 700.000 los colonos judíos establecidos en los territorios ocupados en 1967, incluyendo Jerusalén Oriental, que Benjamin Netanyahu declaró en su anterior mandato “capital única e indivisible del Estado de Israel”.
A preguntas de Atalayar, el veterano Ron Ben Yishai, cree que la operación de Jenin no desencadenará una nueva intifada; que los palestinos de Cisjordania seguirán atendiendo a su actividad y negocios como siempre, pero que los “terroristas extremistas seguirán haciendo lo mismo, es decir servir de instrumento a los intentos de Irán para desestabilizar la región”. Una libanización, cuyo eslabón más débil sería Jordania, en palabras de Ruth Wasserman-Lande.
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