La Embajada de Colombia expone en el Centro Cultural Gabriel García Márquez la exposición Diversidad Cultural, un diálogo entre tres artistas y el fondo del archivo Arkhé, que resalta la importancia de los aportes hechos por los pueblos indígenas y afrodescendientes en la construcción de la colombianidad.
El Centro Cultural Gabriel García Márquez inició una nueva etapa de apertura al público como punto de encuentro artístico con el fin de convertirse en un espacio democrático que comparta nuevos enfoques, nuevas formas de trabajo y nuevos discursos en torno a cuatro ejes temáticos: diversidad cultural, feminismo, sostenibilidad y paz.
La exposición inaugural sobre diversidad incluye tres artistas colombianos residentes en España, seleccionados mediante convocatoria pública, que dialogan con algunas piezas fotográficas e históricas pertenecientes al Archivo Arkhé. Las propuestas artísticas presentadas reúnen narraciones, pensamientos y sentimientos que revelan una Colombia intercultural, pluriétnica y multicultural, teniendo como analogía el tejido:
Victoria Eugenia García desea visibilizar los valores y aportes de la diversidad cultural y presenta una ofrenda a los padres y madres espirituales de la comunidad de Gotsezhi, El Encanto, con el fin de conservar sus memorias vivas a través del tejido como un saber ancestral;
Vivian Rodríguez busca enaltecer la riqueza de la diversidad y su contribución al país desde el reconocimiento de nuestros ancestros y sus cosmovisiones, legitimando nuestra historia de identidades distintas unidas y tejidas por el amor y respeto a la naturaleza; y
Camilo Rozo construye, a través de sus fotografías, como lo haría un artista viajero del XIX, paisajes visuales de realidades diversas gracias a las huellas que va captando con su cámara y que van tejiendo un mapa distinto de Colombia.
En esta exposición, el tejido no es sólo una valiosa actividad artesanal que sintetiza (en sus tipos de bordados, formas geométricas y colores) distintas tradiciones estéticas y culturales amerindias, sino también la urdimbre en un territorio herido por la guerra: el tejido como posibilidad de sanación de las heridas (como aquel cirujano que cose la piel violentada, aquí los artistas lo hacen con el territorio) y como metáfora del trabajo horizontal, colaborativo y en red. Desde la dimensión subjetiva del artista, el tejido es, además, un acto meditativo que permite, a quien lo ejecuta, la toma de consciencia, la reflexión sensible y, como fin último, la sanación personal y colectiva. Sin duda, hacer reverberar en el visitante esta dimensión subjetiva del artista tejedor es nuestro propósito.