Antonio Alonso Marcos
Profesor Universidad San Pablo-CEU
No es ningún secreto si digo que a todos nos pilló con el pie cambiado el anuncio del adelanto electoral. El pasado 14 de junio tuve el gusto de moderar un debate sobre Política Exterior en mi universidad entre diputados de distinto signo político. He aquí algunas de las propuestas –y análisis— que se expusieron aquel día.
El momento político
Aunque nadie se lo esperaba, en realidad el adelanto no ha sido excesivo, pues estaba previsto celebrar elecciones en diciembre como muy tarde. Es decir, cinco meses antes. Algo más significativo habría sido aceptar la propuesta de Ramón Tamames durante la moción de censura, celebrándose al mismo tiempo que las municipales y autonómicas, ahorrando unos buenos dineros al erario público. Sin embargo, ya se sabe, nuestros cálculos políticos no son los cálculos políticos de nuestros líderes, que diría el profeta Isaías.
Una vez realizadas las elecciones, se han compuesto dos mapas: uno, el de la noche electoral, y otro, el de los pactos de investidura y de gobernabilidad. Ambos muy interesantes y que ofrecen una imagen, no una foto fija sino dinámica de por dónde respira el electorado nacional y cuáles las reacciones de nuestros representantes.
Puntos de vista compartidos
El debate discurrió en un tono amigable, lejos de la bronca confrontación que solemos ver en los medios de comunicación. En realidad, las propuestas no difirieron mucho unas de otras, era una cuestión más bien de matices, salvo en algún que otro punto. La guerra de Ucrania fue el marco referencial al que constantemente acudían los intervinientes para subrayar que España no es parte del conflicto y que simplemente apoyaremos a Ucrania sea cual sea la decisión que adopte, sea continuar la guerra o sea sentarse a negociar.
En cuanto a la UE, a ninguno de los participantes se le escapó el pequeño detalle de que España ejerce la presidencia rotatoria del Consejo de la UE desde el 1 de julio, y que esta circunstancia nos cogerá inmersos en una campaña electoral. ¿Serán centrales los temas europeos durante este tiempo antes de las elecciones? Aparecerán, sin duda, pero parece que estas cuestiones son poco atractivas o llamativas entre los electores, por lo que serán ineludibles pero no definitivas. Así, los tres debatientes aludieron a la necesaria “autonomía estratégica de la UE”, aunque discreparon en el contenido de la misma, pues para unos era sinónimo de proteccionismo de la producción europea, de poner barreras comerciales a los productos que vienen de fuera, mientras que otros lo entendían más bien en términos de seguridad y defensa, de no depender tanto de nuestro socio estadounidense.
Al hilo de esto, se resaltó la coincidencia en 2024 del proceso electoral comunitario con el de Estados Unidos y, aunque aún no están claros los candidatos a ocupar la Casa Blanca, parece que la disyuntiva para el pueblo americano estará en elegir entre Biden y Trump, “entre Guatemala y Guatepeor” según uno de los intervinientes, aunque según los otros dos estaba claro que mejor que gane Biden, por todos los progresos que ha traído el demócrata y por el populismo desaforado de Trump.
Estados Unidos es crucial para nuestra defensa en suelo europeo, pero también africano, pues no hay que olvidar nuestra preocupación por los grupos de crimen organizado del Sahel –donde se mezclan terrorismo y todo tipo de tráfico ilícitos— y por los acontecimientos que se pueden desatar en nuestro vecino Marruecos, especialmente en lo relacionado con Ceuta y Melilla. Según los invitados, hay que tender la mano al reino alauí, pues cuanto más se ha colaborado con él, menos presión migratoria ha habido, y a la contra, cuanta más crispación, más problemas ha habido en Ceuta, Melilla y Canarias. El Mediterráneo fue tratado también en la sesión, buscando la manera de apoyar los procesos democráticos en la región.
Similar tenor se usó para hablar de Iberoamérica, tema en el que hubo mayores discrepancias, por razones obvias. Además, uno d elos intervinientes resaltó que la presencia de empresas españolas en el continente se debió principalmente a lso procesos de privatización realizados décadas atrás, mientras que los otros resaltaron la riqueza que aportan al escenario monocolor las “democracias resilientes”, que han sido juzgadas severamente desde España, pero que más bien necesitan nuestro apoyo.
A la hora de hablar de Asia Central, todos han coincidido en señalar su importancia estratégica, por sus recursos energéticos, pero también porque debe ayudar a estabilizar una región potencialmente muy peligrosa. No sólo por las incertidumbres generadas por el Afganistán gobernado por talibanes y trufado de terroristas, sino por sus relaciones con Rusia –enrarecidas por la invasión de Ucrania— y con China. Ese es, finalmente, el elefante en la habitación al que era imposible no referirse. En efecto, aunque ahora la atención la tenemos centrada en Ucrania, el gran reto de los próximos años es cómo gestionar nuestra relación con el gigante asiático.
Se notó la ausencia de VOX en el debate cuando se habló de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pues es el único partido político que se sitúa claramente en contra de ellos. El resto asume el consenso respecto a ese tema.
Como se ve, la Política Exterior genera interés y también debate, aunque se ha generado una serie de consensos de Estado en torno a ciertas cuestiones.
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