<h6><strong>Luis Ayllón</strong></h6> <strong>Un nutrido grupo de embajadores jubilados</strong> ha elaborado un escrito en el que critican abiertamente el comportamiento mantenido por el diplomático<strong> Agustín Santos Maraver, ‘número dos’ de la candidatura de Sumar, que lidera Yolanda Díaz,</strong> y hasta hace escasas fechas embajador representante permanente de España ante las Naciones Unidas. El escrito, que tiene como destino un medio de comunicación de ámbito nacional, y al que tuvo acceso <em>The Diplomat</em>, reprocha a Agustín Santos su actuación a<strong>l escribir en la revista on line “Sin Permiso”, con el seudónimo de Gustavo Buster, unos artículos en abierta confrontación con la política que como representante de España debía defender en la ONU.</strong> Tras señalar que “la razón de ser del diplomático, no puede ser otra que la defensa de los intereses de su país por medio de la negociación, la persuasión y la representación” y que en ello ·debe basar su código ético”, indica que el político, por su parte, “se orienta a hacer primar los éxitos de su bandería de acuerdo con su propia iniciativa o con un programa determinado”. Recuerda que siempre ha habido diplomáticos que decidieron abandonar su profesión por la política y “políticos con aficiones diplomáticas”, como los llamaba Francisco Silvela, que mutaron del Parlamento a la embajada. <strong>“Lo que nunca había existido desde el origen de la diplomacia moderna -enfatizan-, fueron ambas cosas a la vez”</strong>. Y añaden. “En este empeño, hay que reconocer que el modelo que aflora con Agustín Santos se encuentra estadísticamente entre los pioneros”. Los embajadores recuerdan también que, siendo jefe de Gabinete del ministro de Asuntos Exteriores,<strong> Agustín Santos no pidió nunca permiso a nadie para escribir, pero no entienden que si no consideraba necesario, tuviera que “camuflar sus ideas bajo un seudónimo”.</strong> El escrito subraya algunas <strong>incoherencias en la postura del ya candidato de Sumar</strong>, de ideas abiertamente izquierdistas, como haber participado desde Washington en la <strong>negociación sobre la presencia militar norteamericana en España</strong> y el esquema de <strong>participación de España en la OTAN</strong>, lo que le valió ser condecorado como <strong>Oficial de Isabel la Católica,</strong> o haber sido en 1992 asesor del entonces presidente del Gobierno, Felipe González, uno de los artífices del “Régimen del 78” en la celebración de algunos de los éxitos de ese régimen, como la Expo de Sevilla , los Juegos Olímpicos de Barcelona o la Cumbre Iberoamericana de Madrid. Subraya así que “casualidades al margen, lo cierto es que S<strong>antos eligió trabajar activamente en asuntos que ahora dice aborrecer</strong> hasta su misma sustancia medular” y se pregunta si “es que entonces llegó a creer en todo ello y hoy se arrepiente de aquel mundo atroz" Más adelante apunta que otra interpretación <strong>puede ser que, realmente, Agustín Santos no creyera en nada de todo eso a lo que contribuyó</strong> y se pregunta por qué no renuncio a los selectos puestos que tuvo y porque, “<strong>siendo ya oficialmente trotskista, tampoco hizo ascos a recibir la Gran Cruz del Mérito Militar,</strong> por “fijar la posición de España en el conflicto con Rusia”, nada menos que con los demás países de la OTAN”. “Hoy día -dicen los embajadores jubilados- resulta evidente que Santos no creía en nada de aquello. Porque esta vez, <strong>como embajador en la ONU, se ha empeñado en demostrar con la práctica cotidiana que ese doble lenguaje,</strong> el lenguaje de aquello en lo que no cree y de aquello en lo que realmente cree, pueden convivir. Así, la mente dicotómica de Santos-Buster, corrobora que puede haber <strong>dos discursos distintos: el de Agustín Santos en Nueva York y en las embajadas, donde dice defender los intereses del país al que representa; y el de Gustavo Buster tratando de demoler en las revistas todo lo que ese país significa:</strong> Demoler la monarquía; demoler el sistema parlamentario de lo que califica “un régimen de agobiantes límites”; propiciar el “desahucio moral” de los partidarios del marco institucional libre y democrático como es el “Régimen del 78”; demoler el concepto territorial de Estado y demoler la participación en la OTAN y en la UE”. Cita asimismo, el escrito, un artículo de Agustín Santos- Gustavo Buster en “Sin Permiso”, en el que afirma que “no puede levantar la cabeza quien no tiene reconocido el derecho de autodeterminación de una nación cuya gran mayoría (sic) de la población lo exige. Ni quien vive bajo una monarquía impuesta (sic) por una de las dictaduras más sanguinarias de Europa del siglo XX y no puede elegir la república democráticamente”. Los embajadores manifiestan que su propósito es <strong>“poner de manifiesto la doblez y la incoherencia de quien ha sido un representante del Reino de España y de sus instituciones”.</strong> “Defender o representar una cosa y su contraria, implica una elevadísima dosis de estupidez. Como no creemos que nuestro compañero sea estúpido, la única alternativa es considerar otras motivaciones. ¿Y si todo hubiera sido interés personal bien calculado? Agustín Santos ya ha dado su carrera diplomática por amortizada. Le quedan dos años para jubilarse y con ese calendario sabe que se le han terminado las embajadas. Ahora le toca jugar a Gustavo Buster, y si hay suerte, hacerlo en el Parlamento”, afirman Por último, tras citar al embajador Harold Nicholson que decía que “el diplomático profesional está sujeto a varias lealtades: Se la debe a su soberano; a su gobierno; a su ministro; a sus compañeros de misión; a sus compatriotas en el extranjero e incluso al país donde esté acreditado”, el escrito señala que “<strong>Santos no parece haber demostrado, como diplomático, ninguna de esas lealtades, salvo a sí mismo”.</strong>