<h6><strong>The Diplomat</strong></h6> <h4><strong>El impulso de España y la próxima Presidencia española de la UE representan una oportunidad para fortalecer unas relaciones entre la Unión Europea y América Latina, basadas en los principios de la autonomía estratégica y los valores democráticos, para enfrentar los desafíos del siglo XXI. No obstante, queda por ver cuál va a ser el recorrido de ese impulso cuando pase el semestre español y cuando la orientación latinoamericanista colisione con los intereses de otros países europeos, de ahí la necesidad de consolidar compromisos que vayan más allá de la Cumbre UE y de la propia Presidencia.</strong></h4> <strong> </strong> Estas son algunas de las conclusiones del <a href="https://fundacionalternativas.org/wp-content/uploads/2023/05/INTERIOR_IBE_2023_DIGITAL.pdf" target="_blank" rel="noopener noreferrer"><strong><em>Informe América Latina y Europa: más allá de la cumbre</em>, elaborado por la Fundación Alternativas y la Fundación Carolina </strong></a>y presentado este pasado jueves en la sede de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB). El informe analiza la realidad de los países que conforman la Asociación Estratégica entre la UE y la CELAC y presta especial atención a la Cumbre que ambos bloques celebrarán el próximo mes de julio en Bruselas en el marco de la Presidencia española de la UE. Según el primer capítulo del informe, titulado <em>América Latina y la Unión Europea</em> y redactado por <strong>José Antonio Sanahuja, director de la Fundación Carolina</strong>, la elevación del nivel de las relaciones UE-CELAC y el inicio de un nuevo marco de cooperación entre las dos regiones sobre una agenda de interés común “parece fuera de toda duda, sobre todo desde el lado europeo” y abre <strong>“oportunidades para el posicionamiento global de ambas regiones en una coyuntura especialmente convulsa y de pugna entre potencias, para afrontar con mayores y mejores recursos los desafíos globales y comunes que ambas regiones enfrentan”.</strong> Por ese motivo, el hecho de que “<strong>el diálogo político birregional entre la UE y CELAC haya estado interrumpido y en suspenso desde 2015 es preocupante y, desde luego, bastante anómalo”.</strong> En estos ocho años se han mantenido las acciones de cooperación y las negociaciones comerciales han seguido su curso, pero desde entonces no ha sido posible celebrar un encuentro de jefes de Estado y de Gobierno, después de que suspendiese la Cumbre prevista para 2017 y de que, en 2020, solo se pudiese celebrar una conferencia ministerial virtual a causa de la pandemia. Por el mismo motivo, lo que tenía que haber sido una cumbre birregional en 2021, “al final se vio reducida a una modesta reunión virtual de presidencias pro témpore de organismos regionales en diciembre de ese año”. “La relación UE-América Latina y Caribe es una de las que tienen un acervo más rico en términos de cooperación birregional, pero está estancada desde 2015”, lamentó Sanahuja durante el acto de presentación del informe, en el que también participaron <strong>Andrés Allamand</strong>, Secretario General Iberoamericano (SEGIB); <strong>Alicia Bárcena Ibarra</strong>, embajadora de México en Chile; <strong>Vicente Palacio</strong>, director de Política Exterior de la Fundación Alternativas; <strong>Érika Rodríguez</strong>, coordinadora y coautora del Informe; y <strong>Lorena Ruano</strong>, investigadora visitante de la Fundación Carolina y coautora del Informe. <strong>“Ambas regiones”, prosigue el estudio. “son conscientes de que entre 2022 y 2023 se ha abierto una ventana de oportunidad, quizás única”, para relanzar las relaciones birregionales</strong>, ya que, por un lado, las sucesivas presidencias pro témpore de México y Argentina han contribuido a recuperar el papel de la CELAC, y, por otro, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha revertido la decisión de su antecesor, Jair Bolsonaro, de sacar a su país de CELAC “para evitar así coincidir con los gobiernos de Venezuela, Cuba o Nicaragua”, lo cual “supone el pleno restablecimiento de ese grupo regional”. <h5><strong>La Presidencia española</strong></h5> <strong>Por otra parte, prosigue el informe, la necesidad de relanzar las relaciones birregionales ya se había planteado en las instituciones europeas, “con el impulso de algunos Estados miembros, especialmente España, y del alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell”</strong>. Ese impulso tenía en la mirada el segundo semestre de 2023, en el que España ha de asumir <strong>la Presidencia del Consejo de la UE, en un momento en el que se esperaban avances en la negociación de la modernización de los acuerdos de asociación de Chile y México</strong>. Respecto al Acuerdo <strong>UE-Mercosur</strong>, objeto ya de un acuerdo “en principio” de junio de 2019, se esperaba que tras la salida de Jair Bolsonaro de la presidencia de Brasil se atenuaran las objeciones ambientales que, desde la UE, bloqueaban su ratificación. Este impulso a las relaciones, prosigue el informe,<strong> “va</strong> <strong>muy asociado a la voluntad política del Gobierno español que asume la presidencia del Consejo de la UE y en cuyo seno se conjugan la oportunidad que esta circunstancia abre para el estrechamiento de lazos con la región latinoamericana con el interés por posicionar en el ámbito europeo un tema con el que España queda reforzada”.</strong> Asimismo, la posición Josep Borrell en favor de este impulso actúa en la misma dirección. Sin embargo, “<strong>queda por ver el recorrido que este impulso va a tener cuando pase la presidencia española y cuando la orientación latinoamericanista colisione con los intereses de otros países europeos”, por lo que “será clave consolidar compromisos posteriores a la Cumbre y a la Presidencia española”.</strong> En todo caso, existe el riesgo, por el lado europeo, de “asociar el impulso y refuerzo a las relaciones con América Latina con intereses muy concretos, tanto comerciales como de estrategia global, que además difícilmente revierten la realidad de unas relaciones debilitadas por años de abandono y olvido”. Por ello, <strong>el refuerzo de la cooperación “va a requerir compromisos y recursos constantes</strong>, que contribuyan a redensificar redes e intercambios con la región en múltiples planos y hacerlo a partir de una agenda de interés mutuo, no solo europeo y en el que primen los objetivos de desarrollo sostenible y no solo de desarrollo económico”. En lo que respecta a la vertiente latinoamericana, se identifican riesgos no menores, como <strong>la fragmentación de la región</strong>, a pesar del reciente impulso a algunos de los esquemas de integración que venían languideciendo, como el de CELAC. Esta fragmentación complica la interlocución con la región, que está marcada por intereses e intensidades diversas difícilmente de gestionar. Como ejemplo sirve comprobar la distancia sideral en políticas verdes de los gobiernos de México y de Brasil.