<h6><strong>The Diplomat</strong></h6> <h4><strong>Los distintos frentes abiertos que tiene Turquía con Francia en el Mediterráneo podrían ayudar a reforzar el papel de España como mediador en los conflictos del Mediterráneo Oriental, Libia y el Magreb e incluso facilitar su influencia en África Occidental.</strong></h4> Estas son algunas de las conclusiones del informe <a href="https://fundacionalternativas.org/publicaciones/politica-exterior-de-turquia-en-el-mediterraneo-conflicto-y-continuidad/" target="_blank" rel="noopener noreferrer"><strong><em>Política Exterior de Turquía en el Mediterráneo: conflicto y continuidad</em></strong></a>, elaborado por <strong>Marc Saurina, investigador de la Fundación Alternativas</strong>, y que fue hecho público el pasado viernes. De acuerdo con el estudio, <strong>la política exterior turca ha tensado las relaciones con varios Estados miembros de la UE, concretamente con Grecia y Chipre, que se han enfrentado a Turquía por la delimitación de las aguas y el control de los hidrocarburos, y con Francia, que tiene varios frentes abiertos con Turquía</strong>: en el Egeo y Mediterráneo Oriental, por su apoyo a Grecia y Chipre; en Libia, con su apoyo político al Ejército Nacional Libio (ENL) -también respaldado por Egipto, Rusia y Arabia Saudí, entre otros, mientras que Ankara apoya al Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN)-; y en el Sahel Occidental, debido a la mayor presencia turca tanto en Níger como en Mali, que cuestionan el liderazgo francés en dicha zona. <strong>La presencia de Turquía en todo el Mediterráneo está condicionando la Política Europea de Vecindad Sur</strong>, ya que el distinto papel que desempeña Ankara en cada país del Mediterráneo Oriental implica la necesidad de adaptar la política europea adecuada a cada caso a partir de las características de cada país y del papel que juegan otros actores, en este caso Turquía. <strong>Asimismo, no existe un consenso en la UE en las relaciones con Turquía.</strong> El giro autoritario de Turquía dificulta la posibilidad de alcanzar un acuerdo, pero el bloqueo de las negociaciones ha producido efectos negativos en las presiones que la UE puede ejercer sobre Ankara, ya que ha impulsado a Turquía a adoptar una política exterior más asertiva e independiente de la UE. <strong>Alemania y España abogan por la diplomacia y el diálogo con Ankara</strong>, y han realizado movimientos en ese sentido. Asimismo, los intereses de Italia coinciden con los turcos en Libia y el Magreb y existe también un alineamiento entre intereses turcos y españoles en el Sahel y el África Occidental. En estas circunstancias, prosigue el informe, <strong>las relaciones entre España y Turquía</strong>, intensificadas en el plano económico tras la crisis de 2008 (por la búsqueda de nuevos mercados para un sector empresarial muy dañado en el ámbito nacional), destacan por su pragmatismo y la búsqueda de posiciones comunes que beneficien a ambos países. España mantiene, desde hace años, una relación cordial basada en el diálogo y el respeto mutuo, como ponen de manifiesto la iniciativa común de la Alianza de Civilizaciones y el apoyo que siempre ha mostrado España a la adhesión de Turquía a la UE. Aparte, <strong>España no está implicada de forma directa en los distintos frentes abiertos por el presidente Recep Tayyip Erdogan, lo cual, unido a la mayor presencia de empresas españolas, ha marcado la neutralidad española en las tensiones turcas con otros socios europeos</strong>. España ha tendido siempre a resaltar los aspectos positivos de las relaciones con Turquía, a la que sigue viendo como un <strong>socio estratégico</strong>, y los distintos gobiernos españoles tampoco se han inmiscuido en los asuntos internos de Turquía. Por otra parte, <strong>España parece más alineada con Alemania en la estrategia que se ha de seguir en el Mediterráneo Oriental </strong>y los intereses españoles en Libia coinciden con los de Italia y Malta, reacios al establecimiento de sanciones, como piden Grecia y Francia. Por todo ello, el informe considera que <strong>España podría hacer de puente en todo el Mediterráneo, en beneficio mutuo y de la Unión Europea, facilitando el consenso e incluyendo a Turquía como parte de futuros acuerdos y negociaciones</strong>. Asimismo, <strong>el enfrentamiento entre Francia y Turquía podría reforzar el papel de España como mediador en los distintos frentes abiertos</strong>, como el Mediterráneo Oriental, el conflicto libio y las relaciones bilaterales entre Marruecos, Argelia y Túnez. “España puede posicionarse como actor capaz de demostrar neutralidad y ganar peso en la escena regional e internacional”, señala la Fundación Alternativas. Por otra parte, <strong>España también podría intensificar contactos con Turquía en el África Occidental</strong>, con el objetivo de ganar experiencia e ir diseñando estrategias de penetración para el sector empresarial. La pérdida de influencia de Francia y el éxito relativo de Turquía en la región, con una capacidad económica menor y una presencia mucho más reciente, son dos factores a tener en cuenta en los próximos años para el diseño de estrategias a medio y largo plazo.