Luis Ayllón
Director de The Diplomat in Spain
El diplomático Javier Elorza ha escrito un libro imprescindible para conocer cuál ha sido el camino recorrido por España desde su ingreso en el club comunitario tras la firma de adhesión en junio del año 1985.
Con el sugestivo título de “Una pica en Flandes. La huella de España en la Unión Europea”, Elorza que vivió muy de cerca aquellos primeros momentos y fue uno de los principales negociadores españoles hasta el año 2000, narra los entresijos de las luchas de intereses entre los distintos países mientras se llevaba a cabo el proceso de construcción europea.
Diplomático de carrera, Elorza ejerció su trabajo con Gobiernos de distinto color y por las páginas de su libro pasan tanto los aciertos como los errores de quienes debían tomar decisiones políticas que tendrían una enorme repercusión para nuestro país. Como cuenta, con agudeza, España se dio cuenta en seguida de que donde había ingresado no era precisamente en un “club de caballeros”, sino en un lugar en el que tenías que ser muy hábil para lograr tus objetivos frente a los demás.
Elorza reconoce abiertamente que la España de hoy ha perdido muchos puntos en convergencia real en la Unión Europea frente a lo que consiguió en las primeras décadas desde su integración, además de añorar el importante papel que nuestro país desempeñó en las negociaciones de los Tratado de Maastricht, Amsterdam, Niza o Lisboa o en el proceso de Schengen.
El que fuera primero representante permanente adjunto ante la UE, secretario general de la Comunidades Europeas y después embajador en Bruselas, sabe mejor que nadie cómo se desarrollaron las peleas en los Consejos Europeos, y elogia tanto a Felipe González como a José María Aznar, porque, cada uno, en momentos distintos y con estilos diferentes, supieron estar a la altura de lo que España necesitaba.
Así, recuerda la habilidad de González al dar su respaldo a Helmuth Kohl, cuando tanto François Mitterrand como Margaret Thatcher, arrastraban los pies ante la unidad de Alemania tras la caída del Muro de Berlín. Ese apoyo, Kohl nunca lo olvidó y correspondió a González con una amistad y una sintonía que permitió a España sacar adelante asuntos tan importantes como el Fondo de Cohesión o un inmejorable Marco Financiero Plurianual 1993-1999. Destaca Elorza también la visión política del entonces presidente de Gobierno al hablar modestamente ante la prensa de que se había logrado un acuerdo equilibrado y no alardear de los resultados para España, con el fin de no molestar al canciller alemán.
De igual modo, Elorza, subraya el trabajo de Aznar y su empeño en conseguir que España estuviera en el núcleo duro que puso en marcha el euro, cuando pocos pensaban que eso sería posible; los votos que nuestro país logró en el seno del Consejo Europeo de Niza, casi al mismo nivel que los cuatro grandes; o los resultados del Marco Financiero Plurianual 2000-2006, tras una negociación que se prolongó hasta muy entrada la madrugada en Berlín.
Elorza tiene también palabras de elogio para hombres como Jacques Delors, que estuvo al frente de la Comisión Europea y fue sensible a las demandas españolas. Tampoco olvida a algunos políticos y diplomáticos que estuvieron involucrados en esas negociaciones, como Carlos Westendorp, Manuel Marín, Francisco Fernández Ordóñez o Abel Matutes, así como para muchos funcionarios que trabajaron en favor de los intereses de España.
El propio autor del libro fue un duro y hábil negociador a quien sus colegas en Bruselas no sólo respetaban, sino que, a veces temían: Lo pudimos comprobar los periodistas que seguimos de cerca las negociaciones en aquellos años, y que encontramos en Javier Elorza a alguien que entendió muy bien que, sin desvelar lo que no se podía desvelar, la transparencia es la mejor manera de afrontar las relaciones con los medios de comunicación.
“Una pica en Flandes” no dejará insatisfechos a quienes quieran conocer cómo se movió España en esas luchas de poder, en esas posiciones de firmeza y en esos pactos tan necesarios para lograr los objetivos que se perseguían. Fueron años en los que una España que se integraba en Europa, supo hacerlo, a la vez, dejando su impronta, sin renunciar a defender los intereses nacionales.
Quienes dirigen los destinos de nuestro país o aspiran a hacerlo deberían leer con detenimiento la páginas que ha escrito Elorza, porque, sin duda, les ayudará a levantar un poco la mirada de su ombligo y recordar que estamos inmersos, por voluntad propia, en un proyecto mucho más amplio que todavía necesita ser consolidado y mejorado.