Albert Stankowski
Director del Museo del Gueto de Varsovia
Juan David Latorre
Un muro de 3 metros de alto y 18 kilómetros de largo fue la cárcel en la que el estado Nazi encerró a 400.000 judíos (al final quedaron 50.000) en lo que se llamó el Gueto de Varsovia durante dos años y medio. Este año se cumplen los 80 años del Levantamiento del Gueto, que tuvo lugar el 19 de abril de 1943.
The Diplomat, con la colaboración del Instituto Polaco de Cultura, ha hablado con Albert Stankowski, director del Museo del Gueto de Varsovia, que abrirá sus puertas en 2026, y cofundador del Museo de Historia de los Judíos Polacos.
¿Qué va a contener el Museo del Gueto de Varsovia?
Lo más importante es el edificio, porque es un milagro que siga allí, pues el 95% de los edificios del gueto de Varsovia fueron arrasados. Este edificio está a solo 150 metros de lo que era la muralla del gueto. La exposición tendrá 3.000 m2 y abarcará como período histórico lo acontecido desde finales del siglo XIX hasta 1946. Hay que tener en cuenta que Varsovia era la segunda comunidad judía más importante del mundo, después de Nueva York. Una tercera parte de los habitantes de Varsovia eran judíos.
Las condiciones de vida eran inhumanas, con una ingesta calculada de 180 calorías al día frente a las 1.800 de polacos no judíos y 2.300 de los soldados nazis.
La historia que vamos a contar en este museo es muy triste porque perdieron la vida tres millones de judíos polacos. Es el genocidio mayor del mundo y mayor de toda la historia, sistemático, en “plan fábrica”. Para nosotros es muy importante el papel de los testimonios orales, porque ya no nos quedan testigos y por eso estamos muy agradecidos al director de cine Steven Spielberg porque su Fundación Soah ha ido recopilando testimonios orales durante varias décadas, y los hemos utilizado como fuente para esos testimonios que se van a exhibir en el museo.
En cuanto a objetos, tenemos una copia original del llamado Informe Stroop, que entregó a Himmler el general de la SS Jürgen Stroop, muy oficial y con muchas fotos. Y una de ellas es un icono del Holocausto, la del niño con el gorrito y que está con las manos levantadas. Mucha gente ha visto esta foto y no sabe que procede de un informe oficial, es decir, que estaban orgullosos.
También poseemos un carro de los usados para transportar los cuerpos sin vida de los judíos asesinados, así como un vagón de tren de los utilizados para mandar judíos al campo de exterminio de Treblinka. Asimismo, en el bunker Mila 18 de la Unidad Militar Judía de Autodefensa hemos encontrado tres mil objetos originales, y estos objetos también estarán en una galería del museo. Recordó Albert Stankowski que 5 días antes el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, ante la visión de estos objetos encontrados en el búnker Mila 18 se mostró “muy conmovido”, según él mismo manifestó.
En el que fue Hospital de niños en desde 1868 y donde trabajó el héroe infantil Janusk Korczak antes de la guerra como pedogogo, se construirá un centro de interpretación.
¿Cuál va a ser el papel real del museo para la ciudad de Varsovia, para Polonia y para todos los visitantes?
Nosotros creemos que tenemos la misión pedagógica de enseñar al mundo para que aprenda de su pasado y que vuelva a ocurrir. Nuestro papel va más allá de enseñar lo ocurrido en el gueto de Varsovia, porque la última galería que la gente va a visitar, la galería 9, va a versar sobre el genocidio en general, también los ocurridos en la historia contemporánea. Para que los asistentes vean que eso puede pasar en cualquier sitio, en Camboya, en Armenia, que el mal está allí y puede volver a surgir.
¿Es necesario seguir recordando el Holocausto? ¿Cómo puede haber movimientos juveniles pronazis en Alemania?
Quisiera citar a Marian Turski, un superviviente de Auschwitz, un líder moral para los judíos polacos, cuando dijo “El mal anda en silencio”. Por eso me parece tan peligroso el resurgimiento de estos grupos en Alemania, con cada vez más incidentes antisemitas con los que el gobierno alemán debería reaccionar. Y lo más importante es la educación. Porque si el mal anda en silencio, hay que poner luz y taquígrafos. Los estudiantes de la generación del presidente Steinmeier en los años sesenta recibieron mucha educación sobre lo que ocurrió, en cambio, la juventud de hoy no está teniendo esa misma educación y creen que eso ya no va con ellos. Y ahí radica el problema, porque la generación de Konrad Adenauer no podía imaginar lo que iba a pasar.
¿Alguien se imaginaba lo que iba a pasar en Ucrania, con la deportación de niños y familias?
Yo estoy muy sorprendido porque hay gente que dice que no hemos aprendido de la historia, pero en Varsovia hemos sentido de una forma muy especial, muy profunda, la invasión de Ucrania, porque son vecinos nuestros y hay muchos descendientes de ucranianos en Varsovia. Cuando comenzó la guerra, todo el mundo pensaba que era cuestión de días, porque Zelenski, como buen judío e hijo de sobrevivientes del Holocausto, sabía que había que gritar. Fue a los medios, a los parlamentos, vio a presidentes, y eso me da mucha esperanza, porque hemos visto la reacción a nivel europeo. Porque no sólo se han unido, sino que la unidad europea se ha hecho más fuerte. Al mal le hemos parado los pies. Esto es una lección general para los políticos del mundo entero, pero a menor escala, y no por eso menos importante, los niños pueden aprender de hechos como el Levantamiento del Gueto de Varsovia, de David contra Goliat, que es cuestión de dignidad humana. No vamos a ir como corderitos al matadero.
¿Qué mensaje puede dar a la juventud y al mundo en general?
Estad vigilantes. La memoria colectiva es una responsabilidad de todos.