<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>El PSOE se prepara para gestionar su previsible retroceso general en las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo mediante pactos con los partidos de extrema izquierda mientras que el PP teme que su anunciado avance se vea oscurecido con la necesidad de llegar después a acuerdos con la extrema derecha.</strong></h4> <strong>Alberto Núñez Feijóo y los candidatos del PP obvian en la campaña a Vox con el objetivo de obtener mayorías claras</strong> y tener más diputados regionales o concejales que la suma de la izquierda para no depender de la formación de Santiago Abascal allí donde puedan formar gobierno. <strong>La estrategia de los dos grandes partidos ante las urnas es tan distinta como las aspiraciones de sus jefes.</strong> Para Sánchez se trata de un trámite previo a las generales de final de año en las que se someterá a examen al frente de su coalición de socialistas y comunistas apoyada en el Congreso por los partidos independentistas catalanes y vascos. El secretario general del PSOE ha normalizado que su partido se presente como cabeza de un frente de formaciones radicales, e incluso anticonstitucionales, mientras que Feijóo apuesta por la autonomía plena del proyecto de su formación como alternativa de gobierno. <strong>Ante el 28M, los socialistas aspiran a revalidar</strong> las mayorías de sus coaliciones con populistas y nacionalistas locales en <strong>comunidades como la Valenciana, Aragón, Baleares, Canarias, Asturias o Navarra.</strong> Sólo e<strong>n Extremadura y muy especialmente en Castilla-La Mancha salen a ganar por su cuenta.</strong> <strong>En el caso del PP el modelo ideal es el de Isabel Díaz Ayuso en Madrid,</strong> a cuatro escaños de la mayoría absoluta en los comicios de hace dos años y que ahora asume el reto de mejorar esos resultados para no depender de Vox ni cuando basta con su abstención. Para hacer valer su peso y frenar el ascenso de Ayuso en los últimos meses, los populistas de derechas no han dudado en sumar sus votos al bloque de izquierdas en la Asamblea madrileña con el fin de tumbar proyectos fundamentales como los presupuestos de la comunidad o un plan específico para atraer inversión extranjera a la región. <strong>Madrid es el ejemplo de lo complicadas que pueden ser las relaciones del PP con Vox</strong> después de los comicios donde los escaños de los de Abascal sean necesarios para un cambio de gobierno. Según las encuestas, aunque los candidatos populares tienen muchas posibilidades de quedar como los más votados en la Comunidad Valenciana, Baleares o Aragón, para completar su mayoría necesitarían a Vox en cualquier caso. Las perspectivas demoscópicas en Castilla-La Mancha oscilan entre una nueva mayoría absoluta del único presidente autonómico socialista que se desmarca abiertamente de Sánchez y sus socios, Emiliano García-Page, o una suma, en este caso inevitable, del PP con los de Abascal. <strong>Feijóo elude a conciencia cualquier compromiso de pacto postelectoral con Vox</strong>, igual que hacen todos los candidatos de su partido. No quieren ni oír hablar del asunto vista la fuente de problemas que ha supuesto para el PP compartir ejecutivo con los populistas en la Junta de Castilla y León (el único gabinete de coalición con la extrema derecha hasta el momento) y cómo se las gastan en Madrid para tener protagonismo desde la oposición. Pese al silencio oficial sobre el asunto <strong>el debate interno se ha abierto entre los dirigentes populares.</strong> <strong>Abascal ya hace campaña</strong> con la advertencia de que exigirá un <strong>pacto global en toda España con reparto de cargos en los equipos de gobierno</strong> donde sean llamados a apoyar mayoría cortas de los populares. Vox reniega del Estado autonómico por principio, pero ahora quiere puestos de responsabilidad en todas las instituciones y se presenta como complemento ineludible de las mayorías de centro derecha. <strong>En el PP aseguran que no entrarán en el intercambio de cuotas de poder</strong> en general y que, en todo caso, las negociaciones se tendrían que hacer en cada comunidad y ayuntamiento, institución a institución. Nada de pactos globales de ámbito nacional. <strong>Feijóo se juega buena parte de sus posibilidades de ganar las elecciones generales de fin de año en la gestión de sus relaciones con Vox después de los comicios del 28 de mayo</strong>. Sánchez utilizará esos pactos postelectorales para explotar en su discurso la dependencia de la extrema derecha que pueda tener el PP. Y Abascal necesita hipotecar la carrera de Feijóo hacia el poder y que Vox sobreviva sin que sus votantes vuelvan al redil del centroderecha reagrupado en el PP como ya ha ocurrido con los de Ciudadanos.