Pedro Canales
Periodista
Los partidos políticos que tienen “sentido de Estado”, incluidos los nacionalistas vascos y catalanes, aunque estos últimos lo hacen con un cariz medio étnico medio regionalista, no han entrado al “trapo” lanzado por Yolanda Diaz de meter “la cuestión marroquí” en los debates de la campaña electoral por las municipales y autonómicas que ya está en curso.
La vicepresidenta del Gobierno ha querido introducir con nocturnidad el espinoso tema de las relaciones entre España y Marruecos, con la cuestión del Sáhara Occidental de por medio, para obligar a los grandes partidos a mojarse y tomar posición. Este asunto divide a la sociedad española desde hace casi medio siglo y supone un choque permanente entre todas las facciones del arco político parlamentario y extraparlamentario.
Sin embargo, y pese a lo abrupto de sus acusaciones, tildando al rey Mohamed VI de “dictador” y amenazando con “romper las actuales relaciones alcanzadas entre los dos países desde hace un año” si llegase a gobernar, ningún partido la ha secundado. Si la número dos del Ejecutivo quería meter en un aprieto a sus socios de Gobierno, el PSOE, y a los apoyos externos al mismo, catalanes y vascos, nacionalistas y republicanos, no lo ha conseguido.
Ciertamente, estas formaciones políticas que han guardado silencio no tienen la misma percepción sobre el vecino del sur, ni sobre las posibles soluciones viables al conflicto del Sáhara Occidental, pero en todas ellas ha prevalecido, al menos hasta el momento, la idea de que “este no es un problema que atañe a las elecciones municipales y autonómicas”. Ya lo hizo días antes Pedro Sánchez cuando mandó desalojar de la sala de un mitin de su partido a un ciudadano que enarbolaba una bandera del Frente Polisario. No era el momento, ni el lugar. Lo que por otra parte no quita que el Gobierno que preside Sánchez mantiene las ayudas a los campamentos de refugiados saharauis en Argelia, que han pasado de 8,3 millones de euros en 2022 a más de 12 millones en 2023. En suma, que Marruecos, el Sáhara, la Unión Europea, Estados Unidos o la guerra en Ucrania, no son competencia de los alcaldes, ni de los presidentes autonómicos, sino de la política exterior del Estado.
No era éste sin embargo el único propósito de Diaz al evocar “la cuestión marroquí-sahariana”. La líder del recién formado grupo político SUMAR, que se estrena en estos próximos comicios, ha querido asestar una estocada mortal a sus rivales de Unidas-Podemos, que hasta ahora creían tener el monopolio de las movilizaciones populares “solidarias con el pueblo saharaui”, presentándose como el paladín de la libertad de “los pueblos oprimidos y colonizados”. Y eso porque Yolanda Diaz aspira a unir todo el arco extremo, desde la izquierda socialista radical a los anarquistas antisistema y los republicanos, en un nuevo Frente Popular bajo su manto. Yolanda Diaz sabe que no podrá nunca dar el “sorpasso” en unas elecciones generales, pero quiere ser la única interlocutora del PSOE para repetir un futuro Gobierno de coalición, siempre que las urnas se lo permitan.
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