Leonie Friedrich
Analista / Fundación Alternativas
En este 2023 se cumplen sesenta años del Tratado de Élisée, el inicio de una larga amistad franco-alemana que ha estado marcada por altos y bajos. Tras guerras costosas para ambos países, este acuerdo allanó el camino para una política exterior, de seguridad y cultural común. Pero, ¿cómo es su relación hoy? Actualmente, el motor europeo está cargado de graves tensiones. Especialmente en los ámbitos de la energía, así como de la defensa y la seguridad, Alemania y Francia luchan por encontrar un enfoque común. La cumbre bilateral de enero debía dar un nuevo impulso a su alianza. A la luz de la próxima presidencia española del Consejo de la Unión Europea a partir de julio de 2023, también es interesante echar un vistazo al papel de España en esta constelación.
Efectos de las diferencias dentro de la coalición alemana en su política exterior
Si se observa la política interior de Alemania, resulta evidente que la actual coalición (formada por los socialdemócratas, los verdes y los demócratas libres) está bastante dividida, ya que tienen opiniones distintas sobre temas como la guerra en Ucrania, la inflación, la transición energética, el cambio climático, etc., por nombrar sólo algunos. Recientemente, se produjo un fuerte debate sobre el suministro de tanques a Ucrania, que estuvo acompañado de confusión sobre quién lidera realmente el proyecto. ¿El canciller alemán, Olaf Scholz, o la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock? No es sorprendente que Berlín no pueda ocultar estas diferencias, por lo que otros países, como Francia, se ponen alerta.
No hace falta ser un experto en política para darse cuenta de que la dinámica entre Alemania y Francia ha cambiado desde que Scholz está en el cargo, y no necesariamente para mejor. Al principio, la nueva coalición apareció como un faro de esperanza para dar un nuevo impulso y estimular la relación bilateral. Sobre todo, teniendo en cuenta que la coalición está formada únicamente por partidos políticos proeuropeos. Sin embargo, la invasión rusa de Ucrania alteró por completo la agenda.
La energía siempre es un gran punto conflictivo
Aparte de que Alemania y Francia emplean modelos energéticos distintos, también tienen posturas diferentes respecto a la limitación del precio del gas. La consideración de un límite máximo del precio de la energía en toda la UE es el centro del debate. Mientras Francia acusa a Alemania de ser egoísta y hacer daño a toda la UE, Alemania teme agravar la situación actual. El presupuesto energético de 200.000 millones de euros, que Alemania adoptó como respuesta a la explosión de los precios del gas para apoyar a los hogares y las empresas alemanas, fue recibido muy negativamente por los demás países, ya que va en contra del supuesto enfoque común de la UE. Tras las sanciones instantáneas inmediatamente después del estallido de la guerra, Alemania cortó el suministro de gas de Rusia e introdujo un nuevo modelo energético. En este contexto, los proyectos de gasoductos MidCat y BarMar provocaron nuevas tensiones entre Berlín y París.
Aunque BarMar se menciona en la declaración final de la cumbre bilateral de enero, existe una fuerte controversia sobre la producción de hidrógeno. Por ello, sería aconsejable revisar la clasificación de la energía verde a nivel de la UE. Suponiendo que el hidrógeno fabricado a partir de energía nuclear pueda considerarse verde, es de esperar una competencia entre Alemania y España, ya que ambos países persiguen el mismo planteamiento. Llegados a este punto, queda claro por qué Alemania y Francia no deben considerarse únicamente como una cooperación bilateral, sino más bien como la base de una colaboración más abierta y multilateral.
¿Giro de 180 grados en la política de seguridad?
Justo después del estallido de la guerra en Ucrania, Scholz anunció una reorientación radical de la política exterior alemana en su famoso discurso ‘Zeitenwende’. Pero, ¿hasta qué punto es visible el giro de 180 grados un año después? Se puede tener la impresión de que este discurso fue más bien simbólico. Sin duda, envió las señales adecuadas y demostró el apoyo de Alemania a Ucrania. Sin embargo, la materialización de estos cambios está siendo muy lenta, lo que provoca nuevas tensiones entre Alemania y Francia. Teniendo en cuenta que son los países más poderosos de la UE y que ningún Estado miembro es lo suficientemente fuerte como para garantizar la estabilidad política por sí solo.
En vista de la gravedad y brutalidad de esta guerra, la actuación de Alemania es bastante pobre, ya que no está a la altura de sus propias expectativas y normas. En cuanto a la entrega de tanques, Alemania también ha brillado por su actitud de espera. En otras palabras, los EEUU tuvieron que entrar en acción para que Alemania reaccionara. Por razones históricas puede ser comprensible que Alemania no pueda saltarse sus principios, por ejemplo, entregar armas a países en guerra. Sin embargo, las repercusiones de la escasa inversión alemana en su ejército se hacen ahora patentes. Francia, por el contrario, gastó mucho en el sector de la defensa, motivada por el objetivo de mantener una base industrial de defensa en Europa.
El Futuro Sistema Aéreo de Combate
Se han puesto en marcha varios sistemas de defensa. El Sistema Aéreo de Combate del Futuro (FCAS), lanzado originalmente por Alemania y Francia y al que ahora también se ha sumado España, es uno de los mayores proyectos europeos. Sin embargo, no sólo la financiación desencadena debates, sino que también una hoja de ruta sobre cómo proceder ocupa un lugar central en las conversaciones. Además, el proyecto va de la mano de una gran cantidad de burocracia, ya que llevar los contratos a la práctica es un proceso largo. Decidir de dónde se adquiere y cómo se invierte concretamente el dinero son sólo ejemplos de las muchas cuestiones importantes. En cuanto a la relación triangular, es favorable contar con España, ya que permite un mayor rango operativo. El problema no reside en tener varios países participantes, sino en conciliar los intereses de los industriales. Aquí es donde se hacen visibles las repercusiones de la falta de orientación política del proyecto.
Iniciativa Escudo Celeste Europeo
14 miembros de la OTAN adoptaron el nuevo sistema de defensa aérea conocido como Iniciativa Escudo Celeste Europeo (ESSI), iniciado por Alemania. Francia, sin embargo, no participó. En su lugar, prefiere tener su propio proyecto con Italia. El gran número de sistemas de defensa diferentes revela hasta qué punto los Estados miembros de la UE se esfuerzan por encontrar el mejor modus operandi, aunque al final persigan el mismo objetivo. Lo que está en juego es si Europa es capaz de ponerse en pie y ayudar a Ucrania. Al fin y al cabo, no se trata sólo de maniobrar con un sistema de armas sofisticado y único, sino también de disponer de una logística básica y de tropas interoperables.
Las esperanzas puestas en el motor germano-francés eran grandes, pero cada vez se habla más de una alianza obsoleta al no cumplir las expectativas. En lugar de reactivar su posición de liderazgo en nombre de Alemania y Francia, se ha producido un cambio de poder perceptible: Los Estados del noreste de Europa se han convertido en el centro de atención.
Cumbre en enero
En esencia, la cumbre fue más bien simbólica. Ambas partes subrayaron la importancia de una relación que funcione, pero fueron muy vagas en sus declaraciones. Finalmente, emitieron una declaración conjunta para estipular proyectos compartidos en materia de carros de combate, programas espaciales y producción de hidrógeno, entre otros. No obstante, Europa va camino de perder terreno si Alemania y Francia no permanecen unidas.
España quiere participar de forma más activa
Como observación final, Alemania y Francia deben tener cuidado de no ser percibidas como un club exclusivo. Por el contrario, tienen que esforzarse por intercambiar más con otros socios, por ejemplo, España. En un momento de debilidad de liderazgo a manos de Alemania y Francia, el presidente español, Pedro Sánchez, podría haber ganado influencia. Geopolíticamente, la doctrina Zeitenwende no ha demostrado la intención de autonomía estratégica, al menos hasta ahora. La guerra en Ucrania no debería dar lugar a una dependencia de otras grandes potencias, ni de EEUU ni de China. Por eso no se puede insistir lo suficiente en la autonomía estratégica. Por último, la doctrina Zeitenwende no supuso necesariamente un giro de 180 grados en la política exterior de Alemania, sino simplemente una llamada de atención para reconocer y afrontar de una vez por todas los antiguos déficits de la Bundeswehr.
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