<h6><strong>The Diplomat</strong></h6> <h4><strong>La ciudad peruana de Arequipa podría albergar el próximo Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), al que se vio obligada a renunciar este año en beneficio de Cádiz a causa de la inestabilidad política en el país.</strong></h4> <strong>Así se dio a entender durante la última jornada del noveno CILE, que fue clausurada ayer por la ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, y los directores del Instituto Cervantes, Luis García Montero, y de la Real Academia Española (RAE) y presidente de la ASALE, Santiago Muñoz Machado</strong>, después cuatro días de intensos debates en Cádiz. Según informó el Instituto Cervantes, todos los participantes mencionaron a Arequipa como la más que probable sede de la próxima edición, pero <strong>no se pudo tomar ninguna decisión en la sesión final porque “nos ha ganado el tiempo, no lo han podido deliberar las Academias”</strong>, según declaró el director de la RAE. No obstante, <strong>Luis García Montero</strong> fue bastante explícito al respecto durante su intervención: <strong>“Espero que el próximo congreso pueda, en un viaje de ida y vuelta, saldar la deuda que, por dificultades políticas, no hemos podido cumplir en este. Sería maravilloso”</strong>. Todo apunta, pues, a que la localidad peruana de Arequipa recuperará la condición de sede de la próxima cumbre panhispánica, tras ser sustituida <em>in extremis</em> por Cádiz hace solo tres meses. Según la secretaria general del Congreso (y directora académica del Instituto Cervantes), Carmen Pastor Villalba, el CILE de Cádiz contó con la participación presencial de 1.300 personas y telemática de otras 6.300 de hasta un total 70 países, incluidos los que tienen el español como idioma oficial. Los 263 ponentes procedieron de 29 naciones de todo el mundo. El programa cultural paralelo incluyó 78 eventos antes y durante el Congreso, con más de 5.000 participantes en conciertos, exposiciones, recitales, presentaciones de libros, una cajoneada (en la que hasta el Rey se arrancó a tocar) o un taller de rap. El impacto generado en los medios informativos se estima en unos 60 millones de euros. Con estos datos, el director del Instituto Cervantes calificó de “éxito” el Congreso. “Nuestras expectativas se han cumplido, es un balance alegre”, declaró durante la clausura. Asimismo, <strong>Luis García Montero</strong> insistió en la necesidad de “superar naciones y nacionalismos” y de que las lenguas hegemónicas sepan convivir con las no hegemónicas y advirtió de que los Estados deben “invertir en el cultivo de la cultura y la lengua, porque es un asunto de todos”. <strong> </strong> Por su parte,<strong> Santiago Muñoz Machado</strong> afirmó que, entre los retos evidenciados en el Congreso, destaca “el crecimiento del español, una lengua puntera que se muestra con primacía en las redes”. Asimismo, advirtió sobre los riesgos de la fragmentación de nuestro idioma, y sobre el peligro para su subsistencia de algunas lenguas originarias en países donde conviven con el español. <strong>Isabel Rodríguez</strong>, por su parte, celebró la “explosión de nuestra lengua a nivel global” y auguró un mayor crecimiento gracias a los fondos recuperación procedentes de Europa, que dedicarán “una cantidad ingente de recursos a la lengua como factor de crecimiento”. Asimismo, <strong>el alcalde de Cádiz, José María González Santo</strong>s, dio las gracias a “quienes habéis creído que Cádiz podía y habéis visto que ha sido capaz” de organizar un congreso de académicos que, “lejos de encerrarse en los salones se ha derramado por la ciudad”. En la jornada anterior, <strong>la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Economía, Nadia Calviño</strong>, instó a trabajar para “subir el español al tren de la revolución digital” y así proteger “uno de nuestros activos más preciados”. A su juicio, “el futuro de las lenguas es digital” y, por tanto, es necesario convertir el español “en una de las lenguas líderes del mundo digital”. Para ello, aseguró, el llamado PERTE de la Nueva Economía dedicará cuantiosos fondos al campo de las lenguas, para fortalecer “el puente invisible” que une a la comunidad panhispánica.